Opinión

Francia debe reducir el gasto, no aumentarlo

El resultado de la segunda vuelta de las elecciones francesas del domingo día siete de julio arrojó un resultado sorprendente, al quedar el partido de Le Pen, Agrupación Nacional, en tercera posición en número de escaños (aunque ganó en votos), con victoria para el Nuevo Frente Popular, de extrema izquierda, con el partido de Macron en segundo lugar.

Si el partido de Le Pen hubiese alcanzado el Gobierno, muchos de sus postulados económicos no habrían sido positivos ni para la economía francesa ni para el conjunto de la economía europea, pues su programa incluía propuestas de claro incremento de gasto, de mayor intervencionismo y regulación y de mayor participación del sector público en la economía, por no hablar del incremento de proteccionismo que defiende, que es nocivo no ya para la economía mundial, que también, sino que lejos de ser una ayuda para Francia, la empobrecería en el medio y largo plazo.

El problema es que si un gobierno del partido de Le Pen era una mala opción, un gobierno de Mélenchon es la peor de las opciones, porque a todos los inconvenientes del partido de Le Pen le añade otros todavía peores, como el incremento del salario mínimo por encima de 2.000 euros al mes; su política tributaria será confiscatoria, con incremento de tipos a lo que él llama ricos, que son clases medias profesionales, con una subida de impuestos en el de Sucesiones tremenda; una reducción de la jornada laboral hasta las 32 horas, que es un disparate -si lo es la propuesta de Díaz en España, imaginemos la de Mélenchon-; nacionalizará empresas estratégicas, que le da pie para tratar de entrar en todo tipo de empresa; malgastará muchos fondos en políticas verdes; y creará una economía subsidiada, con aumento de pensiones y subsidios. Eso arruinará a la economía francesa.

En todo ello, tiene una gran responsabilidad Macron, porque pese a haber implantado una reforma del sistema de pensiones, no ha sido suficiente y tampoco ha servido para reducir el gasto de manera clara, que hace que Francia tenga más de un 5% de déficit y una deuda elevadísima, registros que no parece que vayan a corregirse a la baja con Mélenchon, sino que aumentarán; también aumentarían con Le Pen, pero con Mélenchon puede ser un incremento estratosférico.

Cabe una posibilidad para evitarlo, que es que la correlación de fuerzas actual provoque un bloqueo político y Mélenchon no pueda llevar a cabo sus planes, al menos no en toda su intensidad, o que fructifiquen los planes de Macron para que los socialistas se alíen con él. El problema que incorpora esto -una u otra opción- es que la inestabilidad e incertidumbre aumentarán, que no son tampoco buenas para la economía.

Francia, con su economía a la cabeza, está en decadencia, con múltiples problemas que no parece que vaya a resolver el resultado de estas elecciones, sino que, incluso, puede agravarlos. La noticia de la victoria en escaños de Mélenchon es lo peor que le podía pasar a Francia, pese a ser muy mala la otra alternativa, pero es que la de la extrema izquierda es peor, es incalificable.