Los ‘etxeras’ ensalzan el «cambio» de Sánchez

Los asesinos, asesinos son. Los independentistas quedan en independentistas. Las plataformas pro presos son palancas de apoyo a los que mataron o ayudaron a matar. Hay que entender que festejen su sueño equinoccial de tener a todos sus matones en casa. Lo que parecía imposible, posible es.

En cinco años, Pedro Sánchez –el personaje fatuo e irresponsable que tendrá que enfrentarse al juicio de la historia- ha dado a ETA y a sus herederos políticos lo que pedían con tanta insistencia: el fin de la dispersión de criminales es un hecho. ¡Viva la fiesta!

El ministro de Justicia que impulsó la dispersión de etarras por todo el territorio nacional –les propinó un daño irreparable- fue un socialista vasco, Enrique Múgica Herzog, a las órdenes de un presidente socialista, Felipe González. Ha sido un socialista radicalizado e instalado en medidas de extrema izquierda el que ha tenido el deshonor histórico de encender la mecha del chupinazo para que este fin de semana los que asesinaron, secuestraron y extorsionaron celebren el gran aquelarre de su victoria. Todo ello, en medio de homenajes diarios a los criminales que vuelven a sus pueblos y se prohíbe recordar a sus víctimas.

Estos etxeras ahora en sus casas, con buenos sueldos públicos, vitorean a Sánchez y afirman, según relata este periódico, que con él «sí ha habido cambio, un gran cambio…». Las alabanzas no son nuevas: se las hicieron en su día a José Luis Rodríguez Zapatero –en realidad se chotearon en su cara- para que este diga ahora que «ETA se rindió a mi Gobierno…». ¿A quién tomas por imbécil, ZP?

A todo lo expuesto se une lo del relato, también criminal, donde los verdugos pasan por víctimas y las víctimas por verdugos. Hay que repetirlo hasta la saciedad. Han conseguido, asimismo, que el histórico territorio de Navarra esté a sus pies y a lo que ocurra bajo unas premisas de coto imperialista que en modo alguno representan al viejo reino.

Si Sánchez continúa en el poder, resulta obvio que la nueva ambición, la autodeterminación del País Vasco, será cosa de cantar en euskera y bailar al calor de la lumbre algunas de sus ancestrales danzas prehistóricas.