Estupor en las cancillerías occidentales por el ataque de Pedro Sánchez a la prensa

Pedro Sánchez

El informe del Departamento de Estados Unidos sobre el estado de los derechos humanos en España, difundido antes de la última maniobra política de Pedro Sánchez, advertía del  «acoso» del Gobierno contra «ciertos medios de comunicación y periodistas». El documento subraya que la Constitución «ampara la libertad de expresión, incluida para los miembros de la prensa y otros medios de comunicación» y pone el acento  en el «número creciente de periodistas que se enfrentan al acoso en las redes sociales por parte de políticos polarizados y trolls». Obsérvese que el informe de Estados Unidos, que ya en años anteriores denunció los ataques del Gobierno de Pedro Sánchez a los medios y detalló las acusaciones del Ejecutivo socialcomunista a los medios conservadores por «agitar a la sociedad», no podía hacerse eco del último señalamiento público del presidente en TVE contra los medios de comunicación, especialmente los digitales.

O sea, que si antes de que Sánchez pusiera en la diana a la prensa Estados Unidos ya advertía del «acoso», en Washington no salen de su asombro con el hecho de que el jefe del Ejecutivo de una democracia europea haya aprovechado su presencia en la televisión pública para arremeter contra los medios críticos y arrepintiéndose por no haber intervenido antes contra ellos.

El bochornoso espectáculo ofrecido por Pedro Sánchez con su teatral amago de retirada y su comparecencia anunciando que se queda para impulsar una regeneración democrática que tiene como objetivo fundamental controlar a los jueces y la prensa crítica ha causado asombro y estupefacción en las cancillerías occidentales. En Estados Unidos no dan crédito y los arrebatos totalitarios de Pedro Sánchez causan indisimulada inquietud, al igual que en la UE, donde se pone el acento en lo insólito que supone que el presidente de Gobierno de la cuarta nación de la Unión Europea haya traspasado esta peligrosísima línea roja. La deriva totalitaria del autócrata jefe del Ejecutivo no ha pasado, todo lo contrario, desapercibida.

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