Opinión

El error arancelario

Aunque Estados Unidos y la Unión Europea llegaron a un acuerdo arancelario hace un par de meses, acuerdo al que se plegó Europa para evitar un tipo arancelario superior, los efectos del proteccionismo no dejan de ser malos. Una cosa es que se mitigue el efecto y otra muy distinta es que sea algo bueno, porque la guerra arancelaria, el establecimiento del proteccionismo es un elemento empobrecedor, que trata de abrirse camino de nuevo en el contexto internacional, con todo el efecto negativo que ello tendrá en la economía y el empleo.

De esa manera, las restricciones al comercio y a la internacionalización de la economía son nocivas para el desarrollo económico, al frenar la actividad económica y el empleo. Cuando se implantaron en la segunda mitad del siglo XIX, generaron el caldo de cultivo de las dos grandes guerras del siglo XX. Por tanto, el proteccionismo es un peligro para el crecimiento económico, el empleo y la prosperidad de todos los ciudadanos, pues impide el progreso y, con ello, la generación de actividad, puestos de trabajo y riqueza.

La política comercial del presidente Trump es el paso más profundo en este inmenso error económico que supone el levantamiento de más aranceles y barreras aduaneras, pero ni es nuevo, puesto que Estados Unidos ya había tenido anteriormente tentaciones proteccionistas en diversas ocasiones, ni es único, puesto que China o Japón, por poner unos ejemplos, son muy proteccionistas. Ahora, lo que sucede es que ese ímpetu proteccionista se está fortaleciendo y extendiendo por toda la economía internacional, que supondrá un empobrecimiento de la misma. Trump achaca a los males exteriores la decadencia de la importancia de la economía estadounidense, cuando, si en lugar de aranceles hubiese aplicado una política real de bajada del gasto y una importante reducción de impuestos, que ahora intenta con su ley fiscal, pero que se queda corta en la reducción del gasto, la habría revitalizado. Sin embargo, ha optado por este elemento empobrecedor, que es el proteccionismo.

Trump, con esta política económica errática y equivocada de la guerra arancelaria, está introduciendo una alta volatilidad en los mercados, imprescindibles para canalizar el ahorro hacia la inversión empresarial; y está generando unas expectativas de posible recesión en Estados Unidos: la Fed, quizás de manera demasiado apresurada, ha cedido y bajado tipos, pasando a priorizar la marcha de la economía y el empleo sobe el control de precios. Por otra parte, ese empeoramiento del mercado laboral puede señalar una desaceleración en Estados Unidos, junto con una presión al alza de los precios debido a los aranceles, que podrían conducir a la economía estadounidense a una estanflación. Así la Reserva Federal puede encontrarse en una difícil disyuntiva en su política monetaria, entre elevados precios y bajo crecimiento, de producirse dicha estanflación, elemento que incidiría todavía más en la desaceleración de la economía, por mayor incertidumbre.

El proteccionismo es empobrecedor y la prosperidad económica de cada país y del conjunto internacional sólo se consigue con una mayor libertad comercial, con mayor especialización y mejores condiciones de intercambio, no encerrándose en el error proteccionista que sólo nos hará más pobres a todos, especialmente a los ciudadanos de los países que impongan aranceles, como Estados Unidos, cuyos primeros efectos sobre la economía puede que estén empezándose a ver.