España necesita un Gobierno fuerte

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Albert Rivera y Mariano Rajoy, en La Moncloa. (Foto: EFE)

Carme Forcadell no podrá hacer de heraldo de los golpistas ante el Rey. Felipe VI, símbolo máximo de la unidad de España, ha rechazado darle audiencia y ha escenificado así su frontal rechazo al desafío independentista que toma peligrosamente cada vez más cuerpo en Cataluña. Este gesto del jefe de Estado debe ser el acicate que impulse e inspire el ánimo de los partidos políticos constitucionalistas para afrontar sin fisuras nuestro futuro común. El país necesita un Gobierno fuerte y unos líderes responsables y consecuentes que antepongan el interés general de España y los españoles a las maniobras partidistas y ambiciones personales.

Si hay líderes con vocación de estadistas a lo largo y ancho del arco parlamentario, éste es el momento de que den un paso hacia delante para así encontrar acuerdos con otras formaciones que permitan una correcta gobernabilidad y garanticen un Ejecutivo donde la idea de España, y su viabilidad, sea absolutamente inexcusable. Tanto Partido Popular como PSOE y Ciudadanos —Podemos no cuenta porque está del lado de los separatistas— están en la situación límite de «aquí y ahora». Especialmente Pedro Sánchez, que tendrá que decidir si propicia un gran pacto de Estado o si, por el contrario, se entrega a los brazos del poder aunque ello suponga, Pablo Iglesias mediante, dejar a España a merced de un golpe de mano de Junts pel Sí y la CUP, un matrimonio imposible que puede dinamitar el país por el efecto contagio que, además, propiciaría en otras regiones.

El contexto es, por tanto, suficientemente grave como para que los políticos constitucionalistas no permitan que un Gobierno autonómico basado en el desafío a España, el transfuguismo y las constantes provocaciones, chantajee a toda una nación cuando, además, más de la mitad de sus propios ciudadanos ya dejaron bastante claro en las urnas que no quiere una Cataluña sin España. Cifra mayoritaria que en las últimas encuestas, incluso, se ha incrementado. Por lo tanto, nuestros políticos tienen la obligación de llegar a un acuerdo lo antes posible para detener mediante la ley —artículo 155 de la Constitución si fuera necesario— una locura secesionista que alimenta su fortaleza en la propia debilidad institucional que ahora mismo se asienta en España. A pesar de su fondo provocador e independentista, el nuevo presidente catalán, Carles Puigdemont, ha localizado bien la debilidad actual al decir que «Rajoy es un presidente en funciones y hace declaraciones en funciones».

La fortaleza de un Gobierno de consenso en España evitaría declaraciones y comportamientos que dañan nuestra imagen de cara al exterior. Como hemos repetido en Okdiario durante los últimos meses, nos jugamos nuestra unidad pero también, y casi tan importante, seguir a la vanguardia del crecimiento económico de la eurozona o dar un frenazo que pare durante mucho tiempo ese vehículo donde viajamos todos. Por eso, España necesita un Gobierno fuerte. De lo contrario, este puede ser el principio de un fin del que saldríamos todos muy mal parados.

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