En defensa de Eric Herrera
Eric Herrera es un liberal catalán que ha defendido, como es habitual en muchos de los que defienden esta ideología, privatizar la escuela pública y dar un cheque escolar «universal y progresivo» a cada familia. Herrera es uno de los fundadores del Instituto Ostrom, un think tank liberal catalán. Me enteré de su existencia gracias a los buenos amigos del Instituto Juan de Mariana, y de hecho estuve a punto de charlar con él sobre la situación política de Cataluña para un podcast. Lo que no les he dicho es que Herrera es independentista y, a poco que me hayan leído, yo soy totalmente contrario al separatismo y lo combato ideológicamente siempre que puedo. No soy amigo suyo, no le conozco y no nos movemos en los mismos ambientes.
Herrera ha saltado a la actualidad porque es un liberal que defiende, como es obvio, medidas liberales para la educación, pero también es la pareja sentimental de Anna Simó. ¿Quién es Anna Simó? La recién nombrada consejera de Educación del gobierno autonómico catalán en la reciente remodelación que ha ejecutado Pere Aragonès, y es uno de los pesos pesados de ERC, así que ya tenemos a los sospechosos habituales linchando a Herrera por sus ideas, y de paso a su compañera sentimental. Me toca las narices defender a una dirigente de Esquerra Republicana, pero es que tiene narices que la pareja de un político no pueda tener ideas propias sin que le acosen en redes.
Me tocará criticar y combatir las políticas de su mujer, porque Esquerra Republicana está instalada en una senda fanática en los temas educativos, como se vio durante el mandato de su antecesor, el consejero pesadilla Cambray, por su obsesión en erradicar el español de la escuela catalana. Pero lo que piense Eric Herrera es problema de Eric Herrera, no de Anna Simó. Bastante difícil es la política catalana, con toda la división que ha generado el independentismo en los últimos años, para también crear más mal rollo entre las parejas simplemente porque tengan puntos de vista distintos en materia social o económica. Yo juzgaré a Simó por lo que haga, no por lo que piense su compañero sentimental.
Los liberales están muy mal vistos en una Cataluña en la que no hay, al menos, aparentemente partidos de este corte dentro del independentismo. Junts a menudo juega más a la socialdemocracia que a su tradición de partido de orden y, además, recordemos como en los últimos años –con excepciones como Jaume Giró o Xavier Trias- se ha volcado en un discurso antisistema más propio de la CUP. ERC, que jugaba a ser un partido de centro-izquierda, se ha instalado en el clientelismo estatista de Pujol. Y los que se dicen «liberales» son pequeños partidos marginales dentro del soberanismo catalán.
Así que el «tiro al liberal» es un deporte muy popular dentro del mundo nacionalista catalán, ya que los intentos de los partidos independentistas de construir un Estado propio no es para crear una sociedad próspera que promocione la creación de empresas, sino para perpetuar una administración omnipresente que garantice un buen futuro laboral y/o buenos negocios a las estructuras de estos partidos. Nada de racionalidad económica en una sociedad en la que el partido de la alcaldesa de Barcelona defendió la «turismofobia» y el decrecimiento económico, ERC y Junts se funden cada año cerca de 400 millones de euros en TV3 y Catalunya Ràdio (cuatro veces más que lo se gasta Ayuso) y los antisistema de la CUP han condicionado las políticas de Junts y ERC durante años.
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