Opinión

La Comisión Europea alerta sobre la economía española

Pese a que el Gobierno trata de vender constantemente la bonanza de la economía, la realidad va por otro lado, como se puede constatar en la base del crecimiento español, prendido con alfileres, que son de gasto público y que, por tanto, tienen una duración limitada.

Esa poca solidez del crecimiento queda claro en el informe que la Comisión Europea ha emitido sobre España, al considerarlo un país con desequilibrios estructurales, especialmente de déficit y de deuda. Así, pese a que considera que el crecimiento económico ha ido mejor de lo esperado -como digo, está impulsado y sostenido por el gasto público, que habrá de disminuir, salvo que Sánchez, que todo es posible, decida incumplir con los compromisos de los objetivos de estabilidad- emite una serie de afirmaciones que muestran que la situación de la economía española no es, para nada, halagüeña:

Ve insuficiente la reducción de deuda sobre el PIB.

Estima que en 2024 el déficit será de un 3,2% del PIB, por encima del objetivo marcado del 3%.

Por tanto, este informe no hace sino confirmar la situación de grave deterioro del saldo estructural con Sánchez, que ha incrementado el gasto de forma exponencial sobre la base de unos ingresos coyunturales, poniendo en riesgo la sostenibilidad de las cuentas públicas.

Sánchez, también en economía, lanza el problema hacia delante, utilizando el barniz superficial del crecimiento para tratar de hacer ver que la economía con él marcha viento en popa, pero no es más que una ilusión, un truco de prestidigitación más, un espejismo, que esconde el inmenso problema que va a dejar en la economía española -además de en otros terrenos- cuando deje el Gobierno: una deuda que en tres años puede acercarse mucho a los dos billones de euros; un déficit estructural crónico cercano al 5%; un empleo falsamente creado, más bien repartido, con artificios estadísticos para rebajar el número oficial de parados; una economía productiva expulsada por la incompetente economía del sector público; y una Seguridad Social inviable, con el sistema de pensiones matemática y actuarialmente quebrado. Ése será el legado económico que Sánchez dejará.