Opinión

La auténtica mordaza fue la de ETA

  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

Casi al mismo tiempo que el PSOE de Sánchez perpetraba un nuevo pacto con Bildu, socio preferente del sanchismo, Joseba Arregui Erostarbe, alias Fiti, uno de los dirigentes etarras más sanguinarios (16 muertes, entre ellas cinco niñas, y 88 heridos) salía a la calle tras pasar unos cuantos años a la sombra lejos en cualquier caso de los 2.354 a los que fue condenado a permanecer en prisión.

Jamás pidió perdón a las víctimas, nunca mostró arrepentimiento por sus crímenes sanguinolientos y siempre se negó a colaborar con la Justicia. Sólo en la truculenta y asesina historia de la banda ETA, ahora blanqueada por doquier, se conoció otro asesino más brutal, Henri Parot.

Escuchar el pasado jueves a la heredera política de aquellos siniestros personajes, Mercedes Aizpurúa (Mertxe Aizpurua), junto a otro que tal baila, Jon Iñarritu, hablar de su pacto con los socialistas a los efectos de «defender los derechos y libertades de los ciudadanos frente a las Fuerzas de Seguridad», además de náusea ante tanta desfachatez produjo al columnista recuerdo de algunos de sus amigos y conocidos caídos bajo las negras balas y coches-bomba etarras y después de las calumnias e injurias por parte de aquéllos que no descansan tratando de presentar un relato tan absurdo como anti histórico de lo que ocurrió en el País Vasco y el resto de España durante más de medio siglo.

La mordaza más letal e injusta fue aquella que los asesinos, al parecer, amigos de Aizpurúa e Iñarritu, impusieron asesinando a casi mil personas, destrozando la vida con sus mutilaciones a más de 4.000 y condenando al exilio y la diáspora a más de un cuarto de millón de vascos. ¿Culpa? No bailar el agua a la banda mafiosa o discrepar sencillamente  de sus planteamientos separatistas.

A los de Bildu les conocemos perfectamdente; a sus ancestros, demasiado bien. Los sufrió durante 60 años España entera, muy especialmente los vascos a los que puso mordaza a punta de pistolas humeantes. Más indignante, incluso, es que el jefe de Gobierno que prometió defender al Estado y la democracia entregue la seguridad de los españoles frente a la Policía y Guardia Civil a los herederos políticos de unos asesinos; no está de más recordar que Aizpurua, con la que han alcanzado el acuerdo, fue condenada por colaborar con la banda terrorista. Entregar además a esta gente la posibilidad de decidir en la política migratoria…

Nada más que añadir, señoría.