Carpe Diem

Así se escribe la historia

Así se escribe la historia

Esto ya es historia. Ramón Aguiló tuvo el acierto de restablecer la revetla de Sant Sebastià y los alcaldes que lo han sucedido la han mantenido como la fiesta de la ciudad. Hasta aquí nada que objetar. Con el tiempo, no obstante, esta celebración ha ido desvirtuándose hasta el punto de que hoy el patrón de Palma se ha convertido en un calco de las fiestas de Sant Antoni. Palma, el 20 de enero, ha perdido toda la personalidad que debería impregnar esta fiesta y ya es solo un remedo de los pueblos de la part forana donde celebran la festividad de Sant Antoni con foguerons y torrades de porquin por calles y plazas y la presencia del dimoni inherente a la figura de Sant Antoni. Y el disparate, si alguien no lo impide, continuará, pese al paréntesis impuesto por la pandemia.      

Con respecto al cartel anunciador de estas fiestas, desde hace años una mayoría de los que han concurrido al concurso han tenido el dimoni como protagonista, hasta tal punto que un año el cartel ganador tenía como lema: dimonis, 2 mejor que 1, hasta llegar al año en que, superándose, alguien juntó santo mártir con porquin y ganó el cartel de un butifarrón asaeteado por mondadientes. Lo que evidenció que la fiesta había sufrido ya una inaceptable transformación perdiendo toda personalidad para convertirse en un injerto en Palma de unas de fiestas foráneas, o sea, una inaceptable mistificación. Y el disparate continúa porque lo último, este año, ha sido un cartel de un skater de sexo indefinido lanzando flechas. O sea…

Hasta hace unos años los ciudadanos de Palma estaban en la creencia de que en el siglo XVI la ciudad sufrió una virulenta epidemia de peste y arribando a puerto un barco con caballeros de la orden de San Juan de Rodas, que llevaban consigo lo que aseguraban que era una reliquia de San Sebastián -un brazo, en concreto-, coincidió con una disminución de los casos de peste, por lo que muy pronto se le atribuyeron a la reliquia efectos milagrosos. El brazo de Sant Sebastià se quedó aquí para siempre -está expuesto en La Seu- y los caballeros pudieron seguir su viaje. Un siglo después, con permiso papal, se convirtió a Sant Sebastià en patrón de Palma. 

Hasta hace unos años, porque ahora en tal fecha ya no se sabe lo que se celebra. Y es que, entre la izquierda inculta y el soberanismo identitario, han conseguido que hoy tenemos: la burla de un Santo y su transformación en otro. Pero así se escribe la historia.

Lo último en Opinión

Últimas noticias