Apología, entre pucheros, del delincuente podemita

Pablo Iglesias

En su afán de rendir homenaje a todos los condenados e imputados de Podemos, a los que citó por su nombre, el ex vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias convirtió  la presentación de su libro en Madrid en un espectáculo grimoso. Iglesias llegó a lanzar pucheros por sus «compañeros perseguidos».  Tiene guasa que quienes están siendo objeto de investigación judicial o han sido condenados merezcan para el ex secretario general podemita su reconocimiento y agradecimiento.

Pablo Echenique, por ejemplo, condenado a pagar  11.040 euros por la contratación irregular de su asistente;  o Isa Serra, condenada por patear a un policía, recibieron el emocionado recuerdo de Pablo Iglesias. La frase en la que señaló que «merecer el odio que envenena al pueblo será la mayor de nuestras honras» refleja la ruindad moral de un personaje que es capaz de hacer apología del delito y del delincuente, siempre, claró está, que sean de Podemos. La formación morada ostenta el triste récord de ser la que más políticos condenados tiene, algo que para Iglesias es motivo de orgullo. En Podemos hay condenados por lo penal, por lo civil y por lo social, lo que demuestra la catadura de esta gente. Se conoce que para Iglesias delinquir -siempre que se sea de Podemos- es un símbolo de distinción, una muestra de pureza democrática. Aunque tampoco hay que sorprenderse: alguien que se rinde a Bildu se retrata para siempre.

Bien mirado, los pucheros de Pablo Iglesias son el retrato más cabal de un personaje funesto que pasó por la política española sembrando el odio. Es natural que rinda homenaje a sus «compañeros perseguidos». Es la reacción natural de un miserable, una condición que le acompañará siempre allá por donde vaya. Ha dejado la política, pero su tendencia natural a ponerse del lado de quienes se saltaron la ley no se extingue. Lo lleva en la sangre.

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