Opinión

Ahora resulta que a Mónica García le pone la Legión

En su afán por dar la nota, la líder de Más Madrid, Mónica García, ha grabado un vídeo en la azotea de la Asamblea de Madrid en el que aparece cantando y bailando «bajo el cielo de Madrid». Paraguas en mano, se ha lanzado a interpretar la canción Non, je ne regrette rien de Édith Piaf sobre el tejado de la Cámara autonómica ubicada en el barrio de Vallecas. La canción elegida tiene su simbolismo, porque No, no me arrepiento de nada es una canción en honor de la Legión Extranjera Francesa que fue estrenada en plena guerra de la independencia de Argelia. En suma, una canción que se convirtió en símbolo de resistencia para los legionarios galos. O sea, pura exaltación patriótica y elogio de los militares.

No se conocía esa faceta en Mónica García, que tal vez no supiera ni lo que estaba cantando, porque si por algo se ha caracterizado la izquierda más radical es por poner en tela de juicio a la Legión, al considerarla absurdamente un anacronismo. Explicaciones aparte, lo de la médico y madre es pura sobreactuación escénica. Poco le ha importado eludir una señal que advertía que el paso estaba prohibido a personas ajenas, pues ella ha subido hasta la azotea de la Asamblea de Madrid, zona restringida, para grabar su vídeo promocional y hacer el numerito. Lo de Mónica García es ya una obsesión patológica por figurar, aunque sea a costa de dar la nota. Ahora le ha dado por encarnarse en Édith Piaf y liarse a hacer gorgoritos bailando con un paraguas en el tejado de la Asamblea de Madrid. Tal vez pensara que nunca iba a llegar tan alto y por eso decidió saltarse la prohibición en busca de su minuto de gloria. A la candidata de Más Madrid habría que darle el Premio al Ridículo. La verdad es que méritos ha hecho de sobra para alcanzar el galardón. Lo suyo es una encomiable batalla por no perder el foco. Y hay que reconocer que lo borda. Médico, madre y, ahora, legionaria. Caramba, cómo está la izquierda