Acento: ¿un miniEstado dentro del Estado?
El caso de Acento, la consultora sobre asuntos públicos fundada y dirigida por el ex dirigente socialista José Blanco, debería ser motivo de reflexión sobre si no ha llegado el momento de exigir la necesidad de una ley de lobby que regule y fiscalice las puertas giratorias que permiten que ex altos cargos que ocupaban hasta hace sólo unos meses una cartera ministerial o una secretaría de Estado puedan pasarse a un sector en el que la influencia y los contactos en las altas esferas se pagan a precio de oro. Que un dirigente político intachable como Alberto Garzón, cuya honestidad y ejemplaridad están fuera de toda duda, se fuera a incorporar a la consultora (fichaje al final frustrado por las presiones de IU y Sumar) no significa que deba aceptarse con naturalidad un evidente conflicto de intereses que merece ser objeto de una legislación que impida este tipo de prácticas poco transparentes.
La agencia de lobby de José Blanco y Alfonso Alonso va camino de ser un influyente club de negocios de ex altos cargos que acoge en su seno a dirigentes de todo el arco parlamentario. Es lo que la propia agencia llama «transversalidad» lo que debería ser objeto de regulación y control cuando sus tentáculos abarcan ya casi todo el hemiciclo del Congreso con el riesgo de convertirse en un miniEstado dentro del Estado. Ya es hora de poner el acento en estos dirigentes que se dedican a defender los intereses de sus clientes recorriendo los mismos despachos que ocuparon hasta no hace mucho tiempo en busca de favores políticos.
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