Colau y su novia romana de Totana

Colau y su novia romana de Totana

El otro día Ada apareció en la tele en hora punta para hablar de sus intimidades. Y, en el arquetipo femenino de Esteso beethoviano, confesó que por encima del bistec de Adriá Alemany en ocasiones ha preferido los Nuggets de pescado. Que, cuando era Erasmus, le marcó una italiana de la Firenze con quien paseó romance por Ponte Vechio y el Palazzo Pitti, aunque a mí me llega que la muchacha que le despertó en el horizonte lésbico era en realidad de Totana, municipio de Murcia, con quien practicó trecking en La Carrasca y en otros lugares encantadores. Está claro, Ada, puestos a curiosear yo también prefiero a Monica Bellucci antes que a Barbara Rey para moderneces clitorianas y todo ese asunto del mestizaje.

Teniendo en cuenta que estamos a una semana escasa del 21D, a la que les escribe y, sospecho también que a los catalanes, nos da igual la disrupción sexual de Colau, Iceta, Iglesias y Domenech. Si los órganos sexuales de poliamorosos, LGTBI en fase beta, Gender Queen o pansexuales confieren los poderes mágicos de un Power Ranger socialista o de un puñetero nigromante. Lo realmente interesante sería saber si el 22D los de Podemos y el PSC van a levantarse en la cama de uno o una de los independentistas por los que están haciendo de groupies de campaña. Lo interesante, no obstante, no son los dejavús sobre cunnilingus romanos de una alcaldesa grotesca y pendenciera que alcanza el clímax escuchándose en los monodebates, sino las consecuencias derivadas de las decisiones de una victimista incompetente que está destruyendo miles de puestos de trabajo en Barcelona y persiguiendo con ahínco el español para sustituirlo por el urdu y tagalo de alguna ex churri neomalaya.

Nos importa un bledo si Iceta es o no “un tipo bajito, gordito, sexy y gay” porque su propuesta de obligar a las familias maltratadas, robadas y acosadas por los independentistas a pagar los 53.000 millones de euros expoliados por éstos es absolutamente miserable, te ponga Hugo Silva o Amaia Salamanca. No es pornográfico bailar el Macho, Macho Men sino deslizar el indulto de los golpistas y hacer de “machaca” de los que viven al margen de la ley para resucitar a la hidra de la sociovergéncia. Las confesiones concupiscentes de Colau y la insistente ostentación de Iceta sobre su homosexualidad llevan a pensar que, estúpidamente, persiguen un certificado de idoneidad y, en sí mismo, es inofensivo porque se limita a una necesidad de validación personal. El problema surge cuando los tertulianos, ya sea por la pereza de meterse en una discusión perdida de antemano o por querer volver a sentarse en las mesas de debate político, renuncian a criticar a la alcaldesa o al líder del PSC por no ser tildados de misóginos u homófobos.

O cuando las tertulianas tienen que pensárselo dos veces para no convertirse en un Torbe con tetas y criptorquidia. El mediocre discurso político compartido en parte por muchos medios que insiste en la idea de que todos los males radican en que, hasta la fecha, todo ha sido pensado y decidido por hombres. Que los abusos sexuales grupales y que todo lo infecto es producto de lo que vulgarmente entendemos como “pensar con la picha”. Que para encajar en el rollo de la diversidad y la africanizada jerga igualitarista tenemos que aceptar que, en España, el principio de igualdad ante la ley se haya fragmentado en derechos desiguales por sexos o eso que ahora ellos llaman género. Movimientos ideológicos suavizados con el pote del set de maquillaje del Sálvame que intentan imponer una opinión sin convencimiento y sin argumentos. Basura dictatorial del podemismo y los pinchaúvas del feminismo socialista.

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