Pedro y el páramo

Pedro y el páramo

Páramo hace referencia a una superficie llana, poco fértil y desértica. Un páramo no brinda abrigo, protección, cobijo. El PSOE de hoy y los ideales de la socialdemocracia son lo más parecido a ese páramo. Es cierto que la socialdemocracia europea está viviendo una crisis de contenidos, una falta de definición de su papel en la poscrisis y sobre todo una tremenda falta de liderazgo. En el PSOE, como elemento añadido, existe una falta de ideas coherentes, de objetivos, de destinatarios, en definitiva, una auténtica crisis de modelo organizativo. Sin lugar a dudas el Partido Laborista británico se encuentra defenestrado. Apoyado por sus militantes y repudiado por los votantes. Qué decir del socialismo francés, hundido en la marginalidad.

Desde hace 25 años, la socialdemocracia vive en la más absoluta marginalidad. Grecia, donde la irrupción de Syriza por la izquierda ha barrido del mapa al otrora PASOK. En Dinamarca, la inteligencia de sus votantes les hizo virar a la derecha, reformulando el llamado “Estado del Bienestar”. En Finlandia son la cuarta fuerza política, por debajo de los ultranacionalistas Auténticos Finlandeses y en Polonia la izquierda ha desaparecido por primera vez desde la caída del comunismo en Polonia. Y en Alemania, la CDU de Merkel aventaja en más de 15 puntos al SPD de cara a las elecciones generales de septiembre. En España, la presunta y otrora “izquierda democrática” representada hoy por Pedro Sánchez ha superado lo insuperable. Pero ha ganado. Qué vaguedad y pesadilla mental e ideológica deben tener sus votantes. Qué gran caso para los “gurús” del estudio de las mentes. Con Sánchez, el PSOE cosechó en España dos derrotas históricas consecutivas, el 20D con 90 diputados, y en las segundas elecciones anticipadas, el 26J de 2016, con 85 escaños. De milagro, los socialistas españoles superaron la amenaza del sorpasso por parte de Podemos. Y en vez de virar a sus tradicionales electores ubicados en un espacio de centroizquierda, se han podemizado, dejando ese lúgubre espacio, el de la indefinición, el de “las venas vacías”, a los populistas de Ciudadanos.

La izquierda de hoy, la extrema y la menos extrema, no se da cuenta de que la sociedad actual nada tiene que ver con la sociedad del momento en que nació el movimiento laborista. Hoy los problemas y las necesidades son otras. Hoy los ciudadanos exigen mayor y más claro compromiso. Hoy el votante pide claridad por muy radical que esta pueda llegar a ser. Nos encontramos ante una sociedad mucho más compleja que aquella que la izquierda apolillada entiende que todavía existe. La globalización, por ejemplo, elemento central de los postulados progres ha vuelto huérfano a los individuos y a sus anhelos y necesidades. Teniendo en cuenta que los partidos conservadores y liberales tampoco son ajenos a problemas graves de identidad, el electorado de hoy percibe, especialmente a los socialdemócratas, como establishment, como dianas contra lo que rebelarse. Pero en España tenemos un problema añadido.

Pedro Sánchez refleja el apolillado mensaje de una inexistente “sociedad de clases”, hoy ampliamente superada. Equipara en sus formas y fondos al PSOE con Podemos, un partido que pretende destruir al socialista para ocupar su sitio como primera fuerza de la izquierda. Esa política pedrista se diferencia de la de Podemos en que las colas ante los supermercados para conseguir productos de primera necesidad serán algo más organizadas. Pero Pedro ha ganado en el páramo que siempre deja la izquierda, donde como el caballo de Atila, por donde pasa no vuelve a crecer la hierba. Pero Pedro ha ganado. En la noche donde Pedro mostró su “ego político”, miraba a Susana, aquella a quien quiso y por quien fue encumbrado. Era una mirada de desprecio, de venganza, de pasado, de vendetta y escarmiento. Como escribió Juan Rulfo, en su maravillosa obra ‘Pedro Páramo’: “Era tan bonita, tan, digamos, tan tierna, que daba gusto quererla”.

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