Los 12 meses que decidirán el futuro

Los 12 meses que decidirán el futuro
Los 12 meses que decidirán el futuro

Quizá el único compromiso que Sánchez cumpla antes de las próximas elecciones generales sea la de agotar la legislatura. Hay que reconocerle determinación al respecto, claro le va su condumio y sus mamandurrias varias en ello.

En estos meses que restan para que los ciudadanos dicen en las urnas su futuro, el gran timonel socialpodemita hará todo lo posible por reconstruir la figura y salvar el poder. Estoy firmemente convencido de que no reparará en gasto alguno al respecto. Disparando con pólvora del rey, naturalmente.
Sin embargo, la situación actual es tan dramática –susceptible de empeorar en todos los casos-que lo previsible es ni con todas las televisiones del mundo y todas las promesas remitidas en jamón 5J podrán cambiar el marchamo imparable hacia el desastre. La población es difícil de engatusar (otra vez) porque sabe lo que puede poner en el carrito de la compra con 50 euros.

Una inmensa mayoría de la población conoce también lo que ha subido, el recibo de la luz, llenar el depósito de gasolina, mientras el empleo, incluso con cifras oficiales maquilladas, sufre un parón de los que hacen época. Y lo peor está por llegar. No es alarmismo, ni sueños equinocciales. Se trata de hechos que se pueden describir desde el amanecer hasta el ocaso.

Lo previsible también es que los socios tóxicos gubernamentales que le han asistido durante los tres últimos años y colaboraron en aquella forma rara de acceso al poder comenzarán a distanciarse ante la proximidad de las elecciones. Cierto y verdad es que Sánchez nunca tiene la culpa de nada; unas veces (casi todas) es por culpa del Partido Popular y otras del cambio climático y las que restan hay que imputarlas al rey Chindasvinto. Preocupa, en cualquier caso, la deriva autoritaria del muchacho. Ni siquiera sabemos lo que han costado sus vacaciones bokassianas acompañado de sus amiguetes.

Definitivamente, más inflación, menos empleo, más empobrecimiento, más deuda, más déficit, más tensión política y más reparto de miseria. Un panorama que desborda por completo las capacidades de un Gobierno dividido, débil e incompetente. Las elecciones municipales en la primavera del 2023 nos dará una idea de si España decidirá democráticamente librarse del jefe de Gobierno más fantasma de la reciente historia o si, por el contrario, habrá que perder toda esperanza.

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