Día Internacional del Cáncer de Mama: prevención y esperanza


Este 19 de octubre no es “otro día más”. Es el Día Internacional del Cáncer de Mama. Y si crees que no te toca, estás equivocado. Porque aunque no lo padezcas tú, seguro conoces a alguien que sí. Una madre. Una hermana. Una amiga. Una compañera. Una vecina. Alguien que un día se tocó el pecho, notó algo raro, y su vida cambió para siempre.
Te lo dicen todos los años. Te inundan las redes con el color rosa. Cambian los logos, ponen eslóganes, hacen maratones, subastas, desfiles. Pero hay una cosa que no cambia: una mujer muere cada 13 minutos en el mundo por cáncer de mama. No es marketing. No es postura. Es una emergencia silenciosa que sigue matando —y que, en muchos casos, se podría evitar.
¿De dónde salió todo esto? Un poco de historia sin filtros
Empecemos por el principio. El movimiento no nació en una ONG ni en un hospital. Nació en los 90, de la mano de Evelyn Lauder —sí, de esa Lauder, la de los perfumes caros—, que un día decidió que no bastaba con vender cremas: había que salvar vidas. Junto a una periodista, creó el lazo rosa. Y lo que empezó como un gesto simbólico se convirtió en una revolución.
Antes de eso, nadie hablaba del cáncer de mama. Era tabú. Las mujeres sufrían en silencio, con vergüenza, con miedo. Hoy, gracias a décadas de lucha, ya no es así. Hoy se habla. Se grita. Se exige. Pero ojo: no es suficiente. Porque mientras en Europa una mujer tiene un 90% de posibilidades de sobrevivir si se detecta un tiempo, en África o en zonas rurales de América Latina, esa cifra baja al 40%. Eso no es mala suerte. Es una injusticia.
Lo que nadie te cuenta: La mamografía no es opcional, es obligatoria
Vamos al grano: la mamografía salva vidas. No es negociable. No es “cuando tenga tiempo”. No es “ya me la haré el año que viene”. Si tienes entre 45 y 69 años —y en algunos casos desde los 40—, debes hacértela cada dos años. Y si tienes antecedentes familiares, aún antes.
¿Sabes cuál es la peor excusa que escuchan los oncólogos? —“Es que no me duele nada”. Pues claro que no hay duelo. En las primeras etapas, el cáncer de mama no duele. Por eso se llama “detección temprana”. Porque lo agarras antes de que avise.
Y no, el autoexamen no sustituye a la mamografía. Ayuda, sí. Pero no reemplaza. Tocarte una vez al mes es bueno. Hacerte la prueba con rayos X, es vital. No lo discutas. Hazlo.
¿Qué puedes hacer hoy?
No necesitas donar miles de euros. No necesitas ser médico. Necesitas moverte.
Llama a tu madre, a tu hermana, a tu mejor amiga. Pregúntale cuándo fue su última mamografía. Si no lo sabe, acompáñala a pedir la cita. Comparte información real —no memes, no frases bonitas— en tus redes. Datos. Teléfonos. Enlaces a fundaciones serias. Si tiene empresa, presione para que incluyan licencias preventivas o días libres para controles médicos. Si eres hombre, no te quedes al margen. Esto también es cosa tuya. Tu madre, tu pareja, tu hija, te lo agradecerán.
El futuro: No es solo ciencia, es voluntad
Sí, hay avances. Hay fármacos nuevos. Hay pruebas genéticas. Hay inteligencia artificial que detecta tumores antes que el ojo humano. Pero nada de eso sirve si la mujer no llega al hospital. Si no tiene transporte. Si no tiene permiso en el trabajo. Si tiene miedo. Si cree que “a mí no me va a pasar”.
La tecnología no salvará al mundo. Las personas, sí. Las que empujan. Las que insisten. Las que no se callan.
Esto no termina hoy
El 20 de octubre, la rosa se irá de las portadas. Los logos volverán a su color. Las campañas se archivarán. Pero el cáncer de mama no se va. Sigue ahí. Silencioso. Acechando. Esperando que bajes la guardia.
No dejes que pase. No te conformes con un “me enteré”. Actúa. Cada mes. Cada año. Hasta que la detección temprana sea tan normal como cepillarse los dientes.
Porque esto no es una campaña. Es una promesa. Contigo. Con ellas. Con todos.
Para animar también el día, te recomendamos la exposición de Leica, un siglo de fotografía.