Naturaleza
Especie invasora

Parece un vulgar escarabajo, pero es una de las especies invasoras más destructivas de España

  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

En España hay cerca de 200 especies invasoras que están transformando ecosistemas, cultivos y paisajes. Algunas apenas se notan al principio, hasta que es tarde y ya no se puede hacer nada.

Este es el caso de un escarabajo diminuto y discreto que ha conseguido abrirse paso en Canarias. Ya está en casi todas las islas, y donde hay palmeras, hay un riesgo latente de infestación.

Este es el insecto invasor que arrasa palmeras en Canarias

El escarabajo que está arrasando palmeras es el picudo de cuatro manchas (Diocalandra frumenti), una especie que lleva años actuando sin levantar sospechas. A simple vista no impone: es pequeño, oscuro, con cuatro manchas claras en los élitros. Pero la realidad es otra. Sus larvas excavan galerías dentro del tronco, destrozan los tejidos y terminan por secar la palmera desde dentro.

Se detectó en 1998 en Gran Canaria. Desde entonces ha colonizado Tenerife, Lanzarote, Fuerteventura, La Palma y La Gomera. Sólo El Hierro permanece libre. En algunas zonas, como Gran Canaria y Tenerife, ha subido hasta los 650 metros sobre el nivel del mar. Y donde aparece, las consecuencias son claras: hojas que amarillean, copas que se desploman, palmeras que mueren.

Su víctima principal es Phoenix canariensis, la palmera endémica del archipiélago. También daña especies como P. dactylifera, Cocos nucifera o Washingtonia. En todos los casos, el patrón es el mismo: infestación interna, debilitamiento lento y colapso total. Una sola palmera puede contener cientos de individuos.

Cómo actúa esta especie invasora y por qué es tan difícil frenarla

El ciclo del picudo es rápido y constante. Huevos, larvas, pupas, adultos… en apenas tres meses. Las hembras colocan los huevos directamente en la planta. Las larvas nacen y se alimentan del interior, protegidas del clima y de la vista. Mientras tanto, van destruyendo los conductos internos que transportan agua y nutrientes.

Las señales más comunes son hojas secas en la base, orificios en el tronco, fibras caídas en el suelo, e incluso exudados gomosos. Cuando se detecta, suele ser tarde. La copa empieza a vencerse, las hojas no responden y la palmera entra en fase terminal.

En Gran Canaria ya ha afectado a palmerales naturales, considerados hábitat de interés comunitario. Esto cambia el equilibrio del ecosistema, altera la vegetación y aumenta el riesgo de incendios. En zonas urbanas y rurales también hay consecuencias: pérdida de ejemplares ornamentales, riesgo de caída y daños a infraestructuras.

Qué medidas se han tomado contra este escarabajo (y cuáles siguen pendientes)

El picudo de cuatro manchas fue declarado plaga en Canarias en 2007, pero no está incluido en el catálogo nacional ni en las listas europeas. A día de hoy, no hay un plan de control activo en palmerales naturales, donde más daño está haciendo.

Se han hecho inspecciones, estudios con feromonas, jornadas informativas. Pero no ha sido suficiente. Técnicos y expertos reclaman una estrategia clara y coordinada.

Las propuestas ya existen: localizar zonas libres, eliminar corredores de palmeras en vías públicas, establecer vertederos controlados para los restos de poda, y actuar sobre ejemplares urbanos.

También se plantea revisar la normativa vigente, censar palmeras en entornos urbanos y controlar su estado, además de campañas de concienciación. El problema es que el insecto vive oculto y se desplaza con facilidad si se transportan palmeras infestadas.

Un riesgo que no se limita a Canarias

El análisis oficial lo clasifica como un riesgo medio. Pero si se tiene en cuenta su impacto ecológico y económico, y la escasa capacidad de detección temprana, la amenaza es real. En el Mediterráneo, donde las palmeras también son parte del paisaje urbano y rural, su expansión podría ser devastadora.

En lugares como el Palmeral de Elche, Patrimonio de la Humanidad, una plaga como esta pondría en riesgo un legado milenario. Además, D. frumenti actúa como vector de enfermedades fúngicas que pueden agravar aún más la situación.

Las especies afectadas no son sólo ornamentales. También hay cultivos con valor económico, como P. dactylifera o C. nucifera.