Dos paradisíacas islas emplean drones para erradicar una plaga de ratas invasoras que fulminaban la fauna local
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En dos islas, uno en el Pacífico y otra en el Caribe, las ratas negras habían puesto al borde de la desaparición a la fauna local.
Hoy, gracias a la combinación de tecnología avanzada y estrategias de conservación bien planificadas, estos ecosistemas muestran signos claros de recuperación. La reaparición de aves, reptiles y plantas autóctonas evidencia que los esfuerzos humanos pueden revertir daños históricos.
Drones y tecnología ecológica para eliminar ratas invasoras en las Islas Marshall
En los atolones Bikar y Jemo, pertenecientes a las Islas Marshall, el equilibrio natural se vio alterado durante décadas por la llegada accidental de ratas negras transportadas por embarcaciones.
Estos roedores devoraban huevos, crías y plantas nativas, afectando especialmente a especies protegidas como la tortuga verde y diversas aves marinas.
Para revertir el desastre, la organización Island Conservation, en conjunto con el gobierno local, implementó en 2024 una estrategia pionera: el uso de drones para dispersar cebo especializado.
La operación, planificada con precisión milimétrica, permitió distribuir 25 kilos de cebo por hectárea, logrando una cobertura uniforme imposible con métodos tradicionales. Los dispositivos no tripulados garantizaron que casi todas las ratas tuvieran acceso al veneno, minimizando el riesgo para otras especies.
Los resultados fueron contundentes. Tras meses de monitoreo con cámaras, trampas y sensores térmicos, no se detectó ningún ejemplar.
La fauna nativa respondió de inmediato. Aves como los charranes sombríos, que estaban prácticamente desaparecidas, comenzaron a aparecer. «Ver una alfombra de plantas frescas del árbol nativo Pisonia grandis fue una cara señal para mí: algo fundamental ha cambiado», señaló Paul Jacques, director de proyectos de la organización.
Redonda, la isla del Caribe que revivió tras eliminar las especies invasoras
Según informa CNN, en el Caribe oriental, la isla de Redonda, perteneciente a Antigua y Barbuda, vivió una historia parecida. Durante siglos, la extracción de guano y la introducción de cabras y ratas negras convirtieron su terreno en un desierto rocoso. En 2016, el Environmental Awareness Group (EAG) inició una operación para eliminar a las especies invasoras.
Las cabras fueron trasladadas a tierra firme, y durante dos meses un equipo aplicó cebos para erradicar a unas 6.000 ratas. En este caso, la operación fue manual. Dos años después, Redonda fue declarada libre de roedores.
El cambio fue radical: la vegetación aumentó un 2.000%, los lagartos endémicos regresaron, y la población del dragón de tierra de Redonda (antes en peligro crítico) se multiplicó por 13, según datos del EAG.
Bioseguridad y conservación de la biodiversidad: el nuevo desafío de las estas islas
Tanto en el Pacífico como en el Caribe, la prioridad ahora es mantener a raya una posible reinvasión. Redonda, designada Reserva del Ecosistema con más de 30.000 hectáreas, aplica estrictos protocolos de inspección para impedir que nuevas especies lleguen en barcos o cargamentos.
«Basta una sola rata para destruir años de trabajo», advierte Johnella Bradshaw, coordinadora del proyecto Redonda.
Los éxitos en Bikar, Jemo y Redonda demuestran que la restauración ecológica es posible cuando ciencia, tecnología y compromiso se unen. Como señal Helena Jeffery Brown, del Departamento de Medio Ambiente de Antigua y Barbuda, «la resiliencia de las islas depende de la protección de su biodiversidad frente al cambio climático y las especies invasoras».