Las condiciones de Bárbara Rey para cobrar su chantaje: «Que no figure mi nombre para nada»
OKDIARIO desvela un nuevo audio que demuestra cómo Bárbara Rey tenía bien amarrada su extorsión a la Casa del Rey
Bárbara Rey tenía la sartén por el mango en su chantaje a Juan Carlos I y a la Casa del Rey. Tal como atestigua un nuevo audio de los años 90, la vedette murciana estaba preocupada por todos los flecos de su operación. En una conversación con un emisario del jefe del Estado, la artista y amante del monarca pone condiciones como que no puede «figurar» su nombre «para nada». La situación era de alta tensión. Bárbara Rey temía que la financiación que recibía a cambio de su silencio descarrilara por alguna parte. En ese contexto, mostraba sus exigencias para que todo saliera según sus deseos.
«¡Hombre! Yo, con lo que están tratando de hacerme… No sé por dónde vienen los tiros… ¡Oye…! Es que esto a mí… que pueden entrar y dejarme en mi casa un cuarto de kilo de coca y, de pronto, meterme en la cárcel y dar una orden judicial para abrir la caja fuerte y… ¡a ver a dónde va a parar todo eso!», arranca diciendo Bárbara Rey visiblemente molesta. Da a entender que hay personas desconocidas que están merodeando por su casa y pueden dar al traste con su acuerdo. Insinúa que para hundir su figura en el descrédito, podrían colocarle droga –250 gramos de cocaína, según dice– en su vivienda. Eso podría conducir a un mandato de un juez para analizar sus propiedades a fondo. A su vez, eso permitiría encontrar «la caja fuerte» que, a todas luces, la también presentadora televisiva no quería que se conociera. En ese dispositivo, presumiblemente, la artista guardaría millones y millones de pesetas obtenidos por no abrir la boca y no contar su relación con el Rey Juan Carlos y otras informaciones de las que disponía gracias a ese noviazgo secreto.
«Y cuando la prensa informe que estoy en la cárcel… ya puedo cagarme en todo, ya puedo decir que no, ya puedo decir que no tengo ninguna vinculación con el mundo de la droga… o con lo que quieran meterme… que no tengo ni puñetera idea… ¿me entiendes? La cuestión es que, mientras tanto, se puede sacar todo lo que en la caja fuerte yo pueda tener, ¿no?», agrega.
Bárbara Rey planea así cómo salir del entuerto si finalmente se da. Cabe recordar que ella misma denunció varios robos y entradas en su casa, que, a la postre, no se investigaron por la Policía o los tribunales de Justicia. Alguna de ellas se explicaría por operaciones encubiertas del antiguo CNI para robar material comprometido para el rey.
Es en ese punto cuando Bárbara Rey explica al detalle cómo se tienen que hacer las cosas para evitar problemas: «Lo que hace falta es que mi nombre no figure para nada… Por eso está todo puesto a nombre de sociedades. No creo que eso pueda ocurrir, pero hay que ponerse en el caso. La gente no sabe…».
El misterio del dinero
Cabe destacar que es todo un misterio la cantidad total de fondos públicos y privados que ha logrado Bárbara Rey estos años a cambio de mantener en secreto su amorío con Juan Carlos I. A los fondos reservados pagados en Luxemburgo y documentados por OKDIARIO, se suman contratos en cadenas de televisión de ámbito estatal y autonómico. También entrevistas exclusivas de pago que, según publica Lecturas, también tendrían el impulso y la negociación del propio monarca. Ella admitió de su boca recibir 35 kilos pero a buen seguro fueron muchos más.
Bárbara Rey ha admitido tener un problema con la ludopatía por lo que, además, buena parte de esos millones de pesetas –que podrían superar los 500– acabó malgastado en máquinas tragaperras de casinos.
Aunque ella siempre negó en público recibir esas cuantías millonarias, en todo caso, quedó acreditado documentalmente que entre 1996 y 1997, agentes del CNI (Centro Nacional de Inteligencia), entonces conocido como CESID (Centro Superior de Información de la Defensa), realizaron depósitos millonarios en una cuenta bancaria en Luxemburgo para María García García, su nombre real. Estos pagos, fruto de una operación secreta, nace el 25 de septiembre de 1996, cuando se abrió una cuenta en el Kredietbank Luxembourg bajo el número 55-209185-88-1, clasificada como «compte kt plus», un servicio de alta remuneración financiera. La cuenta estaba registrada a nombre de una sociedad offshore llamada W.K Dibiapur, cuya sede se encontraba en un paraíso fiscal, y los verdaderos titulares usaban seudónimos para sus transacciones. Ahora, en el nuevo audio, Bárbara Rey reconoce que cobraba «a nombre de sociedades» pantalla en los que ni figuraba su nombre.
El nombre «Dibiapur» corresponde a una ciudad en India. Tres meses después de abrir la cuenta, se transfirieron 26,3 millones de pesetas (160.000 euros), una cantidad que coincidía con las ofertas hechas a Bárbara Rey para mantener su silencio. La cuenta se nutría de fondos reservados del Estado, partidas presupuestarias destinadas a la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado, pero que, por su carácter opaco, no requerían que los beneficiarios fueran identificados.
Durante una reunión con un espía en la cafetería Riofrío de Madrid, a Bárbara Rey se le ofrecieron tres millones de euros (500 millones de pesetas) en pagos mensuales de, en total, 25 millones de pesetas, a cambio de que entregara unas cintas de audio y vídeo que supuestamente había grabado durante su relación con Juan Carlos I. Ahora, parte de ese material ve finalmente la luz en las páginas de este diario.
En los años 90, 25 millones de pesetas representaban una suma considerable, suficiente para comprar un piso en el centro de Madrid y un coche de lujo. Según fuentes del espionaje español, Bárbara Rey atravesaba entonces problemas financieros y exigía cantidades importantes. Los servicios de inteligencia consideraron su situación un «asunto de Estado de alto riesgo» porque la filtración de las grabaciones, decían, desestabilizaría a las más altas esferas del país.
Bárbara Rey negó en 2017 a OKDIARIO que se embolsara ese dinero, señalando que «si esas cantidades fueran para comprarme, les habría salido muy barata». Aseguró que el Rey «nunca movió un dedo por mí». Sin embargo, ahora sus grabaciones demuestran que se abría a ser «la puta más cara» y que cobró 35 millones de pesetas. Tres décadas después se pone luz en un entramado de amor, servicios de espionaje y secretos de Estado.
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