El chófer de Bárcenas acabó negociando con Villarejo tras chocar con García Castaño

José Manuel Villarejo
José Manuel Villarejo. (Foto: EFE)

El chófer de Luis Bárcenas -Sergio Ríos Esgueva- recibió su primer acercamiento al soborno de la mano de uno de los comisarios más conocidos en aquel momento: Enrique García Castaño. Pero el primer contacto no fue sencillo. Sergio Ríos no encajó con la forma de ser y de plantear el asunto de García Castaño. Y eso que el comisario contaba con permiso para ofrecer una serie de pagos difícilmente rechazables. Pero, lo cierto es que el choque entre estas dos personas tuvo que llevar a entrar en escena antes de tiempo a un tercer protagonista: el comisario José Villarejo.

Villarejo era ya por aquellas fechas del año 2013 uno de los policías más famosos y polémicos. Era unos de los hombres que había estado destinado a la lucha contra ETA en las etapas más duras del País Vasco. Y era, entre otras muchas cosas, la persona a la que el entonces ministro Belloch ya había encargado muchos años atrás el delicado informe Veritas.

Y de nuevo, pasaba a tener un papel protagonista en un asunto muy especial para la capa política del momento: en este caso, el soborno al chófer del ex tesorero Bárcenas para hacerse con documentos en poder de Luis Bárcenas: para rescatarlos y evitar su uso por el ex tesorero como moneda de cambio para obtener un acuerdo con el PP.

José Villarejo tuvo así que retomar la fallida negociación con García Castaño. Lo hizo y logró la esperada aceptación al pago y a la labor que tenía que realizar el conductor.

Pago al gusto de los deseos del chófer

Lo primero que se pactó fue el precio en metálico: dos años de sueldo en B procedente de los fondos reservados. Dos años con pagos mensuales de 2.000 euros: lo que sumaba un total de 48.000 euros. Pero en ese momento, Sergio Ríos recordó su sueño: ser policía. Y hubo que amoldar el pago del soborno a los deseos del chófer.

Y es que Ríos Esgueva se dio cuenta durante la negociación de que él era difícilmente sustituible, lo que permitía elevar el precio. Y así fue: se le dio la plaza, aunque ello supusiera todo tipo de comentarios en la Academia de Policía Nacional cuando vieron entrar por sus puertas a una persona de nada menos que 40 años, toda una experiencia para una profesión a la que se suele acceder con no más de 25 años.

Villarejo logró a la persona perfecta. Y eso suponía que, puesto que el contacto con Sergio Ríos era el del famoso comisario, también tenía que ser él quien entregase los pagos de los fondos reservados y quien controlase su efectiva utilización en última instancia. Porque una operación de este estilo no podía confiarse a más gente.

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