Venezuela

La oposición venezolana denuncia que la Policía de Maduro «cobra por cada baja que produce»

"Son los que encarcelan a la disidencia y denuncian también a los expertos de la ONU que han redactado un informe demoledor"

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Fuerzas del orden en Caracas (FOTO: E.P.)

Los venezolanos decentes que el 28 de julio apostaron por la libertad son para uno de los amanuenses que sostienen a Maduro basura. Esta basura difícilmente (lo veremos) se sostiene ya en la calle: tienen a no menos de dos mil presos políticos en las mazmorras del régimen y ya se cuentan por decenas sus caídos mortalmente en las protestas.

Puede ser que este mismo fin de semana los patriotas que se manifiestan por todo el país y por casi cien (repito, cien) ciudades de toda Sudamérica, tengan que recibir la ayuda de la Virgen de Coromoto, patrona de la Nación venezolana, para no ser absolutamente aplastados. En el caso de las manifestaciones que se celebran en el país, lo intentarán los motociclistas, sicarios de Maduro, unos asesinos a sueldo del Palacio Presidencial que, según asegura un reputado miembro de la oposición, cobran por cada baja que producen. A todos nosotros no nos extraña nada. Son los que encarcelan a la disidencia y, aparte, denuncian también a los expertos de la ONU que han redactado un informe demoledor de lo que han visto en Venezuela. Han dicho: «El Consejo Nacional violó todos los estándares de integridad electoral».

Al tirano Maduro, a su costalero Zapatero y desde luego a Sánchez y a Albares -el pobre muchacho (así le define un colega de la Diplomacia) que sirve a los dos citados de encubridor-, bien les vendría leer una sentencia retórica que hace algún tiempo formuló con conocimiento de causa, creo, un dictadorzuelo del país que fue su presidente en tres ocasiones.

Se llamaba el tipo nada más que Antonio José Leocadio Ramón de La Trinidad y María Guzmán Blanco (literalmente) y, una vez escamado porque sus compatriotas le habían dado p’al pelo, rezongó así: «Los venezolanos son como el cuero seco, les pisas por un lado (experiencia tenía el sujeto en eso) y se levantan por otro».

Lo ha recordado en estos días el único, creo, periódico de Caracas, El Nacional, que mantiene la cara ante las fechorías sanguinarias de Maduro y asociados. Escribo que el propio Maduro, su mozo de espadas Zapatero y el banderillero de los dos Pedro Sánchez deberían tener en cuenta esta reflexión. Esta cita y un par de precedentes iberoamericanos: en Perú, el japonés Fujimori perdió las elecciones e intentó, para quedarse, dar un descomunal pucherazo. No lo consiguió y terminó en la cárcel; en Bolivia, aquel individuo indimarxista y bastante imbécil que atendía por Evo Morales, ensayó una triquiñuela parigual. Tampoco tuvo éxito.

Albares, el chico de los recados del islandés Sánchez -este que se ha ido de viaje privado a los volcanes (lo normal en él)-, las pasó canutas en el Senado diciendo sin decir, evitando cuidadosamente dos peligros: condenar el fraude masivo en las urnas de Maduro y reñir a Zapatero como asesor indispensable del dictador caribeño. Ambos fines los consiguió, como dicen los castizos, «de aquella manera» y gracias a que la portavoz del PP no tuvo su mejor día, quizás porque desde Génova le ocultaron que, ciertamente, Albares habló algo, poco pero habló, con Feijóo.

No consiguió la señora García, desvencijada en sus argumentos, que el desvergonzado Albares se portara decentemente, desmarcara definitivamente a su Gobierno de la inmensa canallada de Maduro, ni tampoco que, como era obligado para un demócrata que se precie, se alejara de los intereses políticos y económicos de Zapatero en la Venezuela madurera. Zapatero, de seguir en la poltrona su mecenas, seguro que tiene reservado un pingüe puesto en alguna empresa chupi del país. ¿Quizás PDVSA?

No es esta una referencia improvisada. ¿Saben por qué? Pues porque el amigo del peor presidente que haya sufrido nunca España, Sánchez I El Mentiroso, según le apoda Luis del Val, ha triplicado en los últimos tres años la compra de petrolero al país caribeño. La oposición denuncia a diario el «forre» de los pelotaris de Maduro a cuenta de dispendiosas comisiones y grita para que, de una vez por todas, Estados Unidos imponga brutales sanciones de cierre para que, por lo menos, el régimen del autócrata se desgaste aún más en su economía.

Este cronista ha escuchado estos días la advertencia desesperada de Leopoldo López padre, que ha avisado: «Los venezolanos ya no podemos hacer más, o nos ayudan con todo o Maduro se perpetúa». ¿Qué le importa a este analfabeto cruel que este fin de semana desde Ciudad de Méjico hasta Brasilia, pasando por Bogotá, Quito, Montevideo, Buenos Aires, Asunción o San Salvador, los amigos de la extinguida democracia venezolana tomen las calles contra el autócrata que aún vive en Caracas? Nada.

Mientras Sánchez, escondido como una rata bajo la ceniza lanzaroteña, le siga dando cuerda y la Unión Europea se pliegue a los designios del sanchista Borrell, Maduro permanecerá en Miraflores. Por eso escribo que Venezuela no somos todos, Sánchez no lo es. Ahora su última maniobra es presentar a Zapatero, su clon, a la baja, como un mediador y no como lo que es y representa, un mamporrero del criminal que lleva, con Chaves incluido, veinte años sojuzgando a un pueblo que ya está desgastado en ocho millones de habitantes menos.

Unos y otros, los de dentro y los de fuera, ahora, como anticipaba el déspota de siete nombres, se levantan una vez que llevan decenios soportando que el tirano les pise el cuello. Ahora con la complicidad de ese par de psicópatas. Lo dicen los especialistas.

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