Varsovia repudia a Donald Tusk, presidente del Consejo, para su reelección: «No es candidato polaco»
La crisis institucional de la Unión Europea tiene múltiples vertientes. Y una de ellas es la de la reelección de los presidentes a mitad de legislatura. Si hace poco más de un mes el socialista alemán Martin Schulz dejaba la silla principal del Parlamento Europeo, sustituido por el popular italiano Antonio Tajani, a finales de esta semana es el Consejo Europeo —que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno— el que debe renovar su presidencia. Actualmente, la ostenta el también centroderechista Donald Tusk, polaco. Pero su país, gobernado en la actualidad por el partido de su archienemigo Jaroslaw Kaczynski, no lo considera «polaco», ni siquiera como alternativa al candidato que propone.
El año 2017 es quizás el más importante en la UE desde la firma de los tratados fundacionales en 1956 que dieron a luz a la Comunidad Económica Europea (CEE) y a la Comunidad Económica de la Energía Atómica (Euratom), gérmenes ambas de la actual UE. Ni siquiera la crisis de la no ratificación de la Constitución hace una década provocó un terremoto institucional como el que en la actualidad vive la Unión, pues en esta ocasión la desestabilización viene de múltiples frentes: Brexit, crisis de los refugiados, auge de los populismos —que ya gobiernan en varios de los Estados miembros, como Hungría y Polonia—, una recuperación económica demasiado débil… y las elecciones con mayor riesgo de victoria de partidos euroescécpticos en la historia en tres de los países fundadores: Holanda, Francia y Alemania.
El Gobierno de Varsovia ha dejado claro este lunes que «no tiene otro candidato» a la presidencia del Consejo Europeo que Jacek Saryusz-Wolski, quien si bien es del mismo partido, Plataforma Cívica, que Tusk, está siendo utilizado como punta de lanza contra el actual presidente, de largo archienemigo de Kaczynski en la política interna polaca en el pasado. Según el ministro de Exteriores de Polonoa, Witold Waszczykowski, «No hay otro candidato polaco».
Saryusz-Wolski, de hecho, se arriesga a ser expulsado del grupo popular de la Eurocámara si no desiste de sus intenciones, como ha recordado Alfonso Dastis, ministro español de Exteriores, a su llegada este lunes a Bruselas.
Es prácticamente inédito que un país no apoye a uno de sus nacionales para la reelección al frente de una de las altas instituciones europeas, más allá de las diferencias ideológicas, ya que esta circunstancia, en realidad, debilita la cuota de poder nacional en las instituciones, eliminando de hecho las posibilidades de quien aspira a renovar el cargo y de quien pugna por sustituirlo desde su mismo territorio.
Que Polonia rechace la reelección de su compatriota Donald Tusk al frente del Consejo —que representa a los 28 países de la Unión Europea—, sólo demuestra cómo la política interna de cada país está ganando peso frente al proyecto europeo, precisamente en le momento en el que las instituciones europeas más precisarían de estabilidad ante los desafíos que afrontan.
Así, según Varsovia, Saryusz-Wolski «es nuestro candidato, es el único candidato polaco a la presidencia del Consejo Europeo. No hay otro candidato polaco», ha subrayado Waszczykowski, a su llegada a la reunión de ministros europeos de Exteriores que se celebra este lunes en Bruselas.
El gobierno conservador polaco, dirigido por el partido nacionalista Derecho y Justicia (Pis) rehúsa apoyar la reelección de Tusk, porque acusa al ex primer ministro polaco de violar «el principio de neutralidad ante un país miembro de la UE, Polonia, para ser más exactos».
El jefe del PiS, Jaroslaw Kaczynski, fue durante mucho tiempo el enemigo jurado de Tusk a nivel nacional, pero desde su llegada al poder en Varsovia en octubre de 2015, esas críticas se han exacerbado.
Kaczynski lo acusa además de tener la «responsabilidad moral» de la muerte en 2010 de su hermano gemelo y entonces presidente de Polonia Lech Kaczynski, en un accidente aéreo.
Todo el poder europeo en manos ‘populares’
En todo caso, se da la circunstancia de que el Partido Popular Europeo (PPE) actualmente ostenta las presidencias de las tres grandes instituciones: el Parlamento, con Tajani, la Comisión, con Jean-Claude Juncker, y el Consejo, con Tusk. Más allá de que fuese el PPE la formación ganadora de las elecciones celebradas en 2014, la tradición de la UE implica un equilibrio de fuerzas entre los dos grandes partidos tradicionales, socialistas y ‘populares’, que se está rompiendo en los últimos meses.
De hecho, en los mentideros de Bruselas ya se comenta la conveniencia de que el Partido Popular ceda la presidencia del Consejo a un representante del PS.
Los mandatarios de la UE deben decidir este jueves 9 de marzo en una cumbre en Bruselas sobre la eventual reelección de Tusk durante dos años y medio más al frente del Consejo Europeo, para lo que se necesita una mayoría cualificada que en principio parece tener. Otra cosa es que la UE, a medio plazo, precise de la permanencia en el cargo de un presidente que ha sabido mantener ciertos equilibrios necesarios… o de otro tipo de estabilidad.
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