El régimen cubano fuerza a una presa política a abortar en prisión negándole comida y atención médica

Lisdany Rodríguez está condenada a 8 años, junto a su marido y su hermana, por participar en las manifestaciones de 2021

La Seguridad del Estado le ha perdido que aborte, pero ella se ha negado y como represalia le niegan comida, asistencia y medicinas

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La dictadura comunista de Cuba no tiene límites. La Seguridad del Estado está intentando que la prisionera política Lisdany Rodríguez, de 25 años, aborte. Ha quedado embarazada en prisión y está de siete semanas. Su marido y su hermana están condenados también por participar en las manifestaciones de julio de 2021 pidiendo libertad para la isla. La denuncia de su madre ha llegado a España a través de la organización Prisoners Defenders, que preside Javier Larrondo.

Lisdany cumple condena de ocho años en la prisión de mujeres de Guamajal, en Santa Clara. «Su juicio -cuenta a OKDIARIO Javier Larrondo- fue una barbarie. Naciones Unidas ha defendido su causa por detención arbitraria y por persecución religiosa». Porque, a la condición de presa política, Lisdany une la condición de perseguida religiosa: «Ella profesa la religión afrocubana y se niega a afiliarse a la Asociación Cultural Yoruba, que es del Partido Comunista y pretende controlar la religión afrocubana».

Lisdany lleva ocho años casada con su marido, también en prisión, e intentando, sin éxito, tener un hijo. «Ella ya creía que no podría tener hijos, pero tuvo un vis a vis, una visita conyugal, con su marido y quedó embarazada», cuenta Larrondo. A partir de ese momento comienza para Lisdany una tortura añadida a la de la cárcel: «Cuando la Seguridad del Estado se entera, le dice que tiene que abortar, pero ella y su marido están ilusionadísimos con el embarazo y no quieren. A partir de ese momento, le niegan comida, medicamentos y atención médica. Come lo que puede mandarle la familia. Esto es habitual en los presos políticos pero, en el caso de Lisdany, matar a ese bebé contra la voluntad de la madre y del padre es un crimen de lesa humanidad».

Desde Cuba, su madre, Bárbara Isaac, cuenta que la última vez que habló con ella «Lisdany estaba decaidísima, con mal cuerpo y vomitando. La Seguridad del Estado le quiere obligar a que aborte. No le dan medicamentos, ni siquiera para los mareos. No le están alimentando ni atendiendo porque quieren que aborte, pero ella se niega». Cuenta su madre que «Lisdany teme que la obliguen a la operación y que le pase algo». «Temo por su vida», añade angustiada.

Javier Larrondo cree que es muy importante «denunciar por todas las vías posibles el caso para que el régimen recule e intentar salvar la vida de ese bebé, que es lo importante ahora y no ningún otro fin político». Cree que la dictadura puede reaccionar a la denuncia internacional «porque vive la hipocresía del feminismo, los derechos sexuales y el progresismo».

A Lisdany le quedan todavía cinco años y medio de condena. Jamás debió pisar el penal de Guamajal por pedir libertad para su país y su generación. Ahora, sólo pide volver a su casa para vivir su embarazo y tener su bebé, tan largamente deseado y esperado, que ha llegado, casi, como un milagro.

Récord de presos políticos

Javier Larrondo denuncia que 2023 ha cerrado con una cifra récord de presos políticos en la Cuba comunista que tanto adoran Yolanda Díaz, Sira Rego, Ernest Urtasun y el resto de ministros comunistas del gobierno de Pedro Sánchez. El año, según Prisoners Defenders, ha terminado con 1.063 presos políticos en las cárceles del régimen. Casi 200 nuevos sólo en 2023. Concretamente, 194 presos de conciencia, que ya nada tienen que ver con las manifestaciones de julio de 2021.

Los datos indican, por tanto, que la represión de la dictadura comunista no afloja. «2023 ha sido un año para la desesperanza porque Occidente no está haciendo nada pendiente de lo que está pasando en Oriente Medio y Ucrania», lamenta Javier Larrondo.

Mercenarios cubanos en Ucrania

El presidente de Prisoners Defenders asegura, además, que «ya están llegando de forma oculta los primeros cadáveres de los miles de cubanos que han sido enviados a Ucrania a luchar con Rusia». Denuncia que «van engañados creyendo que van a cavar trincheras sin ir al frente, pero terminan luchando».

Diversos medios internacionales independientes han publicado que Rusia y Cuba crearon una red de contratación de cubanos para ir a Ucrania a la retaguardia, pero que han terminado combatiendo en el frente como mercenarios.

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