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La musa demócrata Ocasio-Cortez, investigada por gastarse 300.000 euros en una fiesta

La congresista podemita de EEUU, la mímesis de Irene Montero en la fanfarria de la izquierda del citado país, la socialista Alexandria Ocasio-Cortez, atraviesa el momento más crítico de su carrera política. La sombra de la corrupción planea sobre ella tras dilapidar en una noche hasta casi 300.000 euros en una fiesta de la alta sociedad neoyorquina, mientras por la mañana se jactaba de su pasado como camarera, de sus dificultades para pagar un apartamento en Nueva York o de ser la voz de la clase trabajadora y de los desfavorecidos, enfundándose por todo ello 163.000 euros en salario anual.

Todo pasó el 13 de septiembre de 2021, cuando Ocasio-Cortez pagó dos tickets para ella y su novio por importe de 66.000 euros con el fin de asistir a la gala de moda que cada año la directora de la revista de moda Vogue, Anna Wintour, organiza en el Museo Metropolitano de Nueva York. La fiesta en el Met es el epítome de encuentro capitalista para ricos y grandes fortunas estadounidenses a quienes Ocasio-Cortez dice estar combatiendo. Al lugar no llegó en taxi, ni en bicicleta, ni a pie, lo hizo en limusina.

Se enfundó también un vestido de alta costura valorado en 1.230 euros, aunque ella dijo haber pagado algo menos de 300 euros por el alquiler. Para desviar el foco del valor del vestido incluyó un mensaje en su vestimenta que hacía apología de la fiscalidad a las grandes fortunas: «Impuestos para los ricos», decía. Tardó meses en pagar dicho alquiler y sólo lo hizo cuando el Comité de Ética del Congreso le abrió una investigación por posibles irregularidades.

Lo mismo ocurrió con los trabajos de peluquería y maquillaje para la fiesta, que ascendieron a más de 450 euros, pero que tampoco los abonó hasta que conoció la apertura de las investigaciones en su contra. Se sentó a cenar con su pareja en una mesa patrocinada cuyo coste para dicha ocasión era de casi 300.000 euros. En resumen, Ocasio-Cortez pudo haberse fundido en una noche el equivalente al salario de dos años.

La reacción de la congresista ante la investigación fue echar las culpas a un antiguo miembro de su equipo, pero el informe del Comité de Ética del Congreso, que incluye correos electrónicos relacionados con los regalos recibidos, es demoledor: la musa de la izquierda estadounidense violó las reglas éticas de los parlamentarios y cometió presuntos delitos federales. Ella ha tratado de salir del embrollo alegando que pagó los servicios, pero eso no es suficiente para ser exculpada, porque de lo contrario cualquier político pillado infraganti en un supuesto delito de cohecho alegaría los mismos argumentos.

El intercambio de correos muestra además que el personal de la revista Vogue trató de ocultar el hecho de que la empresa editora, Advance Media Publications, está registrada como lobby en el Congreso. Para ello, aconsejaron por escrito al personal de Ocasio-Cortez que mintiera y dijera que había acudido a la fiesta como invitada personal de la directora Anna Wintour: «¡Esperamos que la congresista lo pasara muy bien anoche! Hemos recibido varias preguntas…, principalmente del New York Post. Dado que ella [Ocasio-Cortez] era una invitada de Vogue, deberíamos decir que era una invitada de Anna Wintour».

En otro correo, un abogado advirtió al personal de la congresista que no aceptara una invitación de Vogue para asistir a la gala y que sólo lo hiciera si tenía una invitación de los organizadores del evento: «La congresista podría aceptar una invitación [del Met], pero no de Vogue», escribió su representante legal, según se recoge en los documentos del Comité de Ética del Congreso. «Dado que Advance Publications es un lobby registrado, ¡tendremos que tener mucho cuidado!». Al final, Ocasio-Cortez y su novio acudieron haciendo caso omiso de las recomendaciones.

Hace varios años en una entrevista efectuada en una revista de moda habló de los problemas de desigualdad social en EEUU y lo hizo vestida con unos pantalones, chaqueta y zapatos valorados en 3.000 euros. En otra ocasión atacó a Uber de estar detrás de la crisis del sector del taxi en Nueva York, pero también fue descubierta gastando casi 4.000 euros en viajes con la compañía, a la que criticaba.