Libia: Haftar abre la puerta al diálogo, mientras que Sarraj la cierra

Libia
Mariscal Jalifa Haftar. Foto. EFE

“Al final, hay que hablar y sentarse”, ha declarado el mariscal Jalifa Haftar, comandante del Ejército de Liberación Nacional de Libia (LNA, por sus siglas en inglés), en un comunicado que se ha publicado antes de una reunión que tendrá lugar este jueves en la Asamblea General de la ONU sobre la cuestión libia.

Este mensaje sigue la línea del manifestado por Al-Mismari este miércoles: “Debe haber un diálogo y un proceso político eventualmente. El diálogo nacional integral debe preservar la unidad nacional”, ha señalado el portavoz, quien también ha asegurado que el LNA “ha expresado repetidamente su deseo de que se celebren elecciones presidenciales y parlamentarias”.

Así, las dos declaraciones, las de Al-Mismari y las de su superior, Haftar, se configuran como la primera demostración explícita de apoyo al diálogo por parte del LNA desde que comenzara la última ofensiva hace seis meses, cuando el mariscal dio la orden de lanzar una ofensiva sobre la capital, Trípoli, para “liberarla del control de los terroristas”.

Hasta el mes de julio, los enfrentamientos dejaron un balance de más de 1.000 víctimas mortales, de acuerdo con los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (WHO, por sus siglas en inglés). En ese mes, las tropas de Haftar consiguieron cercar la capital, hasta el punto de que el mariscal declaró que “el enemigo había sido derrotado”, y que “se habían lanzado las últimas operaciones para liberar Trípoli”. En suma, a principios de septiembre, el portavoz del LNA, Ahmad al-Mismari, aseveró que la batalla estaba en “sus fases finales”, por lo que “el tiempo para volver al diálogo había terminado”. “La solución militar es la mejor solución para difundir la seguridad y volver a imponer la ley”, declaró entonces el portavoz. Sin embargo, los últimos informes apuntan a que las Fuerzas Armadas de Sarraj estarían recuperando el control de los territorios periféricos ubicados al sur de la capital, forzando el repliegue de los efectivos del LNA. Por ello, el mariscal habría abierto ahora la puerta al diálogo, tras haber sufrido varios reveses en el campo de batalla que le han imposibilitado tomar Trípoli, como aspiraba con el lanzamiento de la ofensiva en el mes de abril.

Sin embargo, las intenciones del mariscal podrían quedarse en papel mojado, puesto que su opositor, Fayez Sarraj, declaró este miércoles en la cumbre de Naciones Unidas que no iba a mantener conversaciones de paz con Haftar, a quien además definió como un “criminal de guerra” y un “conspirador golpista”. También aseguró que el mariscal “no es un socio para la paz”, al tiempo que le responsabilizaba de toda la inestabilidad que se había creado en Libia en los últimos meses. “Haftar está al mando de una sangrienta milicia que tiene como objetivo usurpar el poder; engañó a la opinión pública por sus afirmaciones de lucha contra el terrorismo”, criticó Sarraj.

Asimismo, en su discurso, el primer ministro acusó a Francia, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y a Egipto de patrocinar la guerra del LNA: “Condenamos el apoyo de los tres países a Haftar, que constituye una violación flagrante de las resoluciones del Consejo de Seguridad”, aseguró Sarraj, quien denuncia, en concreto que las tres naciones “están interfiriendo en los asuntos internos de Libia” al brindar “apoyo militar y financiero al criminal de guerra”.

En un comunicado recogido por The Libya Observer, el ministro del Interior libio, Fathi Bashagha, ya aseveró que no iba a haber negociaciones con Haftar, puesto que “es parte del problema”, por lo que “no será parte de la solución”. En la nota, también arremetió contra EAU, al que acusó de “proporcionar a las fuerzas de Haftar las armas y el equipo necesario para la guerra”. Como esto “falló”, al no conseguir el LNA tomar la capital, el mariscal solicitó “la ayuda de combatientes Janjawid de Sudán y una firma rusa que traía mercenarios y francotiradores para matar a los libios”, declaró Bashagha.

Cabe destacar, en este punto, que el medio Bloomberg reveló en una exclusiva este miércoles, citando a fuentes que incluían oficiales libios y occidentales, que “un ejército privado vinculado al presidente ruso Vladimir Putin ha comenzado a luchar en las líneas de frente de la guerra libia”. “Más de 100 mercenarios procedentes del grupo Wagner, liderado por Yevgeny Prigozhin, también conocido como ‘el cocinero de Putin’, por sus contratos de catering en el Kremlin, llegaron a una base avanzada de Libia en la primera semana de septiembre para apoyar el asalto del LNA de Haftar a la capital Trípoli”, expone la publicación. Bloomberg recoge que la información ha sido desmentida por fuentes del LNA, mientras que Prigozhin “no ha respondido a los correos” y el portavoz de Putin, Dmitry Peskov, ha declarado que “no tienen datos sobre mercenarios en Libia”.

La presión internacional

Ante el temor de que la violencia se recrudezca aún más tras las palabras de Sarraj en la ONU, y a pesar de las nuevas intenciones de Haftar, la comunidad internacional está moviendo ficha para lograr una solución política que ponga fin, de una vez por todas, a la condición de Estado fallido de Libia.

Así, el embajador de Alemania en Libia, Olivier Owcza, anunció recientemente que su país había iniciado “un proceso de consulta con socios internacionales clave”, en aras de celebrar en la capital alemana, Berlín, una conferencia internacional para estabilizar la situación en Libia. “Con suficiente trabajo preparatorio, estos esfuerzos podrían conducir a un evento internacional significativo este otoño”, declaró el diplomático.

Este anuncio va en la línea de los planes del planes del enviado de la ONU para Libia, Ghassan Salamé, revelados el mes pasado: la organización de una conferencia internacional para reunir a potencias extranjeras que respaldan a facciones rivales sobre el terreno, aunque, entonces, no se anunció un escenario. El funcionario de la ONU ya mostró su disposición a que Alemania mediara entre las partes, ya que la considera “imparcial”, en contraste con otros países europeos como Francia e Italia, “que han estado compitiendo por la influencia y tienen intereses en el petróleo y gas” del país norteafricano.

Según ha informado Reuters, el objetivo de la conferencia sería la aplicación efectiva del embargo de armas que versa sobre Libia y la declaración de un alto el fuego, que permitiera, a continuación, la instauración de rondas de diálogo políticas donde se acordarse una salida a la crisis que sufre la nación.

Del mismo modo, Estados Unidos ha expresado su apoyo “a los esfuerzos liderados por la ONU para crear el ambiente necesario para un alto el fuego permanente en Libia y reanudar el proceso político”. Así lo ha explicado la portavoz del Departamento de Estado, Morgan Deann Ortagus, al término de una reunión entre Fayez Sarraj y el subsecretario de Estado estadounidense, David Hill, celebrada este miércoles al margen de la Asamblea General de la ONU. Además, “Hill elogió la cooperación con el Gobierno de Acuerdo Nacional en diferentes áreas, incluida la lucha contra el terrorismo, y acogió con beneplácito los esfuerzos de la ONU que apuntan a allanar el camino para un alto el fuego permanente y volver al proceso político inclusivo”, ha declarado Ortagus.

Cabe recordar que Libia se encuentra sumida en una crisis de desgobernalidad profunda desde el año 2011, cuando se produjo la caída del régimen de Gadafi. Desde entonces, el país ha sido considerado como un Estado fallido, un escenario donde han pugnado por el poder diversas facciones: señores de la guerra, milicias extremistas, y dos grandes bandos, el LNA y el Ejército del Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) del primer ministro Fayez Sarraj, auspiciado por la ONU.

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