Israel ante unas cuartas elecciones decisivas para el futuro del Estado judío
Más de 6,5 millones de israelíes están llamados a las urnas por cuarta vez en apenas dos años. Las urnas se abrieron a las 7 de la mañana y al parecer la participación de los votantes ha sido del 14,8% a las 10 de la mañana, más que en las elecciones anteriores. Una noticia sorprendente ya que varios sondeos apuntaban a una alta tasa de abstención como consecuencia del hastío por llegar a unas cuartas elecciones debido a la incapacidad de formar un Gobierno de coalición estable que haga frente a la pandemia.
Los principales sondeos dan la victoria al actual primer ministro, Benjamín Netanyahu, aunque su bloque no conseguiría sumar la mayoría de 61 escaños necesarios en la Cámara para formar coalición. La campaña de Netanyahu se ha basado sobre todo en la campaña de vacunación, bajo el lema “Volvemos a la vida”, con 4 millones de ciudadanos inmunizados, y una rápida recuperación económica.
En las anteriores elecciones Netanyahu se baso en su relación con el ex presidente Donald Trump, y su normalización de relaciones con algunos países árabes. Sin embargo, en esta ocasión, las cuestiones de defensa o relaciones exteriores han pasado a un segundo plano, al igual que la cuestión palestina que no ha protagonizado ningún debate.
Los israelíes han tenido que acudir a las urnas en abril y septiembre de 2019 y en marzo de 2020. Estas últimas se producen tras el colapso del Gobierno de unidad pactado en mayo de 2020 por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y el líder del opositor Azul y Blanco, Benny Gantz, después de siete meses de amargas luchas internas. Finalmente, incapaces de aprobar los presupuestos, el Gobierno de coalición se disolvió.
El acuerdo entre Likud y la coalición Azul y Blanco estipulaba un único presupuesto para dos años (2020 y 2021), pero el Likud propuso votar dos presupuestos diferentes y su socio no aceptó. Asimismo, el acuerdo de coalición proponía una rotación en la posición de primer ministro por lo que algunos analistas locales interpretaron este movimiento como una estrategia de Netanyahu para no tener que ceder el asiento de primer ministro a su rival.
Este acuerdo de coalición ha supuesto un duro golpe para el partido Azul y Blanco, liderado por el ex jefe del Ejército Benny Gantz, que puede pasar de 33 escaños a no entrar ni siquiera en la Cámara. La oposición más potente que puede hacer frente a “Bibi” – apodo con el que se conoce al primer ministro, es Yair Lapid líder del partido Yesh Atid.
Los sondeos apuntan a una clara victoria del Likud y un Parlamento en el que el bloque ultraconservador y religioso tiene una clara mayoría. El primer ministro, además, cuenta con el apoyo indiscutible de los partidos ultraortodoxos Yamina y Tikva Jadasha. Sin embargo, muchos analistas apuntan que, si Netanyahu no consigue reunir esos 61 escaños, se precipitarían unas quintas elecciones, mientras que “Bibi” seguiría ejerciendo de primer ministro en funciones, lo que le ofrece inmunidad ante su inminente juicio por corrupción.
Por su parte, la Lista Conjunta, que logró 15 escaños en marzo de 2020, prevé sus peores resultados, después de la ruptura de uno de los partidos integrados en esa alianza, que constituye la tercera fuerza del Parlamento. El primer ministro Netanyahu, propició la salida del Partido Raam —ala religiosa y conservadora de la Lista Conjunta—, tras convencer a su líder, Mansour Abbas, de que podría obtener mejores servicios públicos para sus votantes si contaba con el respaldo del nuevo Gobierno.
Benjamín Netanyahu ha querido aprovechar este vacío de poder que ha dejado la ruptura de la Lista Conjunta y atraer a los árabes israelíes, que representan un 20% de la población del país, a través del eslogan “Abu Yair”. Netanyahu ha prometido mejorar sus condiciones de vida, y en particular poner fin a la inseguridad ciudadana que desangra sus comunidades. Algunos sondeos señalan que Netanyahu podría arrancar entre uno y dos diputados en el sector árabe.
Tanto la victoria como la repetición de elecciones beneficiarían al actual primer ministro, Benjamín Netanyahu, que seguiría gozando de inmunidad ante las acusaciones por corrupción. Hoy se decide nuevamente el futuro de Israel, fuertemente divida en dos bloques, pro Netanyahu y anti Netanyahu.
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