Emiratos promueve una coalición árabe-europea contra el expansionismo de Turquía en el mar Mediterráneo
Emiratos Árabes Unidos (EAU) está promocionando una alianza árabe-europea para evitar una influencia turca permanente en el Mediterráneo después de que la nación presidida por Recep Tayyip Erdogan lleve meses inmiscuyéndose en los conflictos bélicos que se desarrollan en Libia y Siria.
En este sentido, Europa se ha inclinado más a aliarse con los países árabes, la mayoría de los cuales están trabajando para detener la intervención militar turca en las guerras que se desarrollan en el país de Oriente Medio y en el norteafricano.
Naciones relevantes como Italia y Francia vieron los últimos movimientos de Egipto y EAU como una necesidad importante para dar legitimidad árabe a la coalición que trata de enfrentar a Turquía. El país otomano participa en la guerra de Siria con el pretexto de perseguir a la etnia kurda, a la que acusa de llevar a cabo actos terroristas al sur de Turquía; para ello incursionó en el norte del país árabe a través de la frontera turco-siria para establecer puestos de control en torno a la provincia de Idlib, último reducto de la insurgencia que lucha contra el régimen de Bachar al-Asad.
Un Gobierno que argumenta la acción militar bajo el fin de acabar con los focos de terrorismo yihadista alojados en esta última zona del territorio sirio que le queda por tomar a las fuerzas oficialistas, que están apoyadas sobre todo por la Rusia de Vladimir Putin. Turquía hace frente a esta alianza ruso-siria con presencia de su Ejército y de mercenarios procedentes de exfiliales de grupos terroristas como Al-Qaeda o Daesh, según vienen informando desde hace meses varios medios. Los destacamentos turcos entraron en Siria con el beneplácito de Estados Unidos después de que el Gobierno de Donald Trump retirase tropas de suelo sirio abandonando a su suerte a los kurdo-sirios de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG, por sus siglas en turco), incluidas en las opositoras Fuerzas Democráticas de Siria (FSD), que resultaron ser clave para EEUU en la derrota infringida a Daesh en Al-Baghouz hace un año.
Libia también es un escenario de actuación para las huestes de Recep Tayyip Erdogan. El máximo dirigente turco selló en noviembre de 2019 un acuerdo con el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) del primer ministro Fayez Sarraj por el que otorgaba soporte militar a este en su lucha contra el Ejército Nacional libio (LNA, por sus siglas en inglés) del mariscal Jalifa Haftar.
Además de este apoyo, ambos líderes acordaron el reparto de Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) para la explotación petrolífera y de gas en aguas del Mediterráneo que entraron en conflicto con las fronteras marítimas de islas griegas, lo que provocó la protesta internacional de Grecia ante la comunidad internacional.
Cabe recordar que Turquía ha protagonizado perforaciones también en aguas jurisdiccionales de Chipre, denunciadas como “ilegales” por el país europeo. Lo cual aumenta todavía más la tensión regional encendida por el conflicto existente en la isla entre la República Turca del Norte de Chipre y el sur grecochipriota. La ínsula quedó dividida en dos en 1974, cuando Turquía intervino en respuesta al golpe de Estado que pretendía la anexión de la isla a Grecia y el conflicto se mantiene actualmente. La República de Chipre controla el sur y es la única entidad reconocida internacionalmente, siendo miembro además de la Unión Europea (UE) desde 2004; mientras que en la región norte se proclamó la República Turca del Norte de Chipre, solamente reconocida por Turquía, país del que depende para su subsistencia. En este punto, el Gobierno grecochipriota rubricó durante los últimos años acuerdos con Egipto, Israel y Líbano para delimitar su propia ZEE, en el marco de la cual ya dio diversas licencias de exploración y perforación. Mientras, desde el lado turcochipriota se considera que se violan sus derechos al no ser tenidos en cuenta a la hora de sellar pactos internacionales de tanta relevancia. El Ejecutivo alineado con el poder griego señaló que los beneficios de estos acuerdos gasistas repercutirán en los turcochipriotas una vez llegue el acuerdo de reunificación, algo que parece estar muy lejos ya que todos los intentos para ello han fracasado hasta el momento. En este escenario, la UE condenó el 16 de mayo las operaciones del buque de perforación turco Yavuz que ha estado actuando en Chipre desde abril.
La guerra desatada en el país norteafricano desde 2014 es un juego de poder entre potencias extranjeras. Por un lado, el GNA recibe el sustento de Turquía, Qatar e Italia; mientras, por otro, el LNA es apoyado por Rusia, Francia, Arabia Saudí, Emiratos, Egipto y Bahréin. Una disputa de intereses sobre la nación libia que es relevante por su posicionamiento geoestratégico en el arco mediterráneo y por sus reservas de petróleo. Unos campos petrolíferos que están en gran parte controlados por Jalifa Haftar, que se hizo hace tiempo con las dos principales explotaciones de Sharara y Al-Fil y que domina gran parte del territorio libio a pesar de los últimos reveses militares sufridos, como los de Sorman o Sabratha, después de que el GNA recibiese principalmente el apoyo de Turquía, país que envió un gran contingente militar y grupos de milicias conformados por combatientes sirios pro-turcos adscritos a organizaciones con lazos yihadistas, procedentes de la guerra de Siria y que actúan a sueldo. Precisamente, El Cairo y Abu Dhabi siempre han mostrado su apoyo abierto al Ejército del mariscal Haftar. «Apoyamos al LNA y no lo abandonaremos «, llegó a decir en diciembre pasado el presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi. En abril, Emiratos también elogió los esfuerzos del LNA para enfrentar a las milicias extremistas en Libia. Desde el LNA, que actúa juntamente con el otro Gobierno oriental de Tobruk, se justifica la guerra por la necesidad de acabar con el foco de Trípoli, señalado como refugio de terroristas radicales y sede del GNA, que denuncia la acción de las fuerzas de Haftar como un auténtico golpe de Estado contra el Gobierno establecido de Sarraj, reconocido internacionalmente por la Organización de Naciones Unidas desde 2016.
Siria y Libia tienen un gran interés por su emplazamiento estratégico y por su importante crudo, codiciado por muchas potencias. De ahí que se estén dando los movimientos necesarios para aliarse contra la posición beligerante y expansionista de la Turquía de Recep Tayyip Erdogan.
Hace varias semanas se viene reforzando la alianza de países que quieren unir fuerzas contra la actividad turca en el Mediterráneo. Una coalición formada en primera instancia por Grecia, Chipre, EAU, Francia y Egipto encaminada a detener el avance del país presidido por Recep Tayyip Erdogan sobre el mar Mediterráneo, proyectado actualmente sobre Libia, Siria y las aguas próximas a Chipre y Grecia principalmente. La coalición contra la postura turca rechaza esa fuerte injerencia en Siria, Libia y aguas jurisdiccionales de Chipre y Grecia y parece que el acercamiento es grande entre la esfera árabe e importantes potencias europeas para frenar las aspiraciones otomanas.
En esta línea, Tariq Fahmy, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de El Cairo, explicó al medio Al-Monitor que “la alianza a cinco logró alcanzar su primer objetivo, que es plantear las preocupaciones de Turquía, lo que fue evidente en la declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores turco que atacó a cada uno de los países parte de la alianza». Destacando, además, la presencia de Francia: “La participación de Francia en la alianza es de suma importancia, ya que es vista como una potencia de la Unión Europea, que podría contribuir a imponer las sanciones esperadas a Turquía para proteger a Chipre de las violaciones turcas». «Francia desempeñará un papel importante en la alianza porque es un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y, por lo tanto, puede vetar cualquier decisión a favor de los movimientos turcos en Libia», indicó Fahmy. El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de El Cairo señaló también que Francia da un nuevo impulso a la nueva unión, ya que es parte de la misión naval de la UE, denominada Irini, lanzada en abril para “imponer un embargo de armas a Libia y evitar que Turquía envíe armamento al GNA en su lucha contra el LNA».
Se puede destacar que, a pesar de que la ONU instó a decretar el cese de hostilidades en todas las guerras abiertas, incluida la libia y la siria, con motivo de la actual crisis sanitaria de la enfermedad COVID-19, se siguen violando todas las propuestas de alto el fuego que han podido llegar a plantearse en estos meses; incluido el que se alcanzó de cara a la guerra civil de Libia en la pasada conferencia de Berlín de enero de este año, en la que se vieron las caras Jalifa Haftar y Fayez Sarraj después de mucho tiempo y en la que se acordó el cese de hostilidades, que posteriormente no ha sido respetado.
En el comienzo del mes de mayo, el ministro de Defensa turco, Hulusi Akar, había pedido a las partes de la misión naval de Irini que reconsideraran su apoyo al LNA. Mientras tanto, la agencia estatal de noticias turca Anadolu publicó una información el 10 de mayo en la que señalaba a Francia por evitar el apoyo militar turco para el GNA. En julio de 2019, el ministro del Interior del GNA, Fathi Bashagha, acusó a Francia de enviar tropas a Libia para apoyar a la LNA de Haftar en su ofensiva sobre Trípoli.
Mientras tanto, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, expresó su apoyo a la lucha del LNA contra el terrorismo yihadista durante una reunión del 9 de marzo con Haftar en la capital gala de París. «Las continuas violaciones turcas en Libia y el Mediterráneo probablemente harán que la alianza se militarice y forme una fuerza militar conjunta para proteger los intereses de los países involucrados e intensificar la coordinación de seguridad, estrategia e información contra Turquía», explicó Tariq Fahmy.
Por su parte, el analista Hassan al-Hassi dijo a Al-Monitor que habrá más asociaciones en contra de Turquía y reseñó que “Egipto es el garante de la cohesión continua de la actual alianza para preservar su seguridad nacional en la frontera con Libia contra los movimientos turcos, especialmente después de las recientes derrotas del LNA».
Hay que recordar también que Abdel Fattah al-Sisi, presidente de Egipto, ya reiteró, junto con su homólogo francés Emmanuel Macron, su rechazo a las “injerencias externas” en el conflicto libio, que tachó de “ilegales”. Al-Sisi subrayó que la postura de Egipto en el conflicto del país norteafricano es “poner un límite a las injerencias externas ilegales que amenazan a la seguridad y estabilidad en Oriente Medio y el Mediterráneo”. Asimismo, remarcó que Egipto está trabajando para “recuperar los pilares institucionales del Estado libio y poner fin al caos y a la expansión de grupos criminales y milicias terroristas” en Libia.
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