Historia
Descubrimientos

Hallazgo estremecedor: encuentran un fósil en el fondo del mar y confirman que es de una especie humana extinta

  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

El ser humano nunca deja de sorprender. Y gracias al trabajo de la arqueología, cada vez entendemos un poco mejor qué hay detrás de nuestro presente. A veces, un hallazgo que parece pequeño puede abrir una puerta al pasado y so es justo lo que ha ocurrido en Taiwán.

En esta ocasión, el hallazgo ha salido del fondo del mar, frente a las costas del país asiático. El fósil no pertenece a un neandertal ni a nuestra especie. Es de un denisovano, una rama humana extinta de la que apenas se conservan restos y que sigue envuelta en incógnitas.

¿Cómo descubrieron este fósil en Taiwán?

Este descubrimiento, como muchos en la arqueología, no parte de una excavación millonaria con un equipo enorme, sino que fue fortuito. En 2010, un pescador taiwanés sacó de sus redes una mandíbula de aspecto raro. Grande, pesada y sin mentón.

Durante años, nadie supo bien a qué especie pertenecía. Se propusieron varias hipótesis, pero ninguna terminaba de encajar. Aunque había una pista clara: los dientes eran demasiado grandes para un Homo sapiens.

El fósil, apodado Penghu 1, viajó a Copenhague en 2022. Allí, un equipo internacional usó paleoproteómica (una técnica que extrae y analiza proteínas antiguas) para desvelar finalmente el misterio. El análisis determinó que se trataba de un varón denisovano.

Además, el estudio, publicado en la revista Science, confirma que esta especie también vivió en zonas cálidas y costeras del este de Asia, algo que hasta ahora se consideraba poco probable.

Morfología de la mandíbula del denisovanos. Imagen: Chun-Hsiang Chang, Jay Chang.

Hasta este momento, los restos denisovanos solo se habían identificado en Siberia y el Tíbet. La aparición de un fósil en Taiwán, una isla, reescribe lo que se creía sobre su distribución.

Esto explica que no eran una población reducida y encerrada en las montañas. Eran una especie adaptable, capaz de moverse por ecosistemas muy distintos, desde las alturas heladas hasta el litoral subtropical.

Durante el Pleistoceno, el canal de Penghu no era un mar, sino tierra firme. Conectaba Taiwán con China continental. El lugar exacto donde apareció la mandíbula también ha dado restos de elefantes, búfalos y otros animales extintos, lo que indica que fue un corredor fértil, probablemente muy transitado por fauna y por homínidos.

El fósil que confirma la expansión de los denisovanos

Los denisovanos siguen siendo un enigma. Se descubrieron por azar en 2010, a partir de un huesecillo encontrado en la cueva de Denisova, en Siberia. Desde entonces, apenas se han recuperado una docena de fragmentos atribuibles con certeza a esta especie.

Sin embargo, los estudios genéticos muestran que su huella sigue presente, pues muchas poblaciones actuales de Asia y Oceanía conservan fragmentos de ADN denisovano.

El fósil de Penghu demuestra que los restos pueden estar en lugares donde nadie los esperaba. La mandíbula de Taiwán no es un caso aislado. Hay más de 4.000 fósiles recogidos del fondo del canal que siguen sin analizar a fondo. Con las técnicas actuales, es probable que más piezas estén ya en manos de los investigadores, sólo falta mirar de nuevo.