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Ni adorno ni casualidad: el agujerito de los candados tiene un propósito oculto que te sorprenderá

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

¿Puedes imaginar que algo tan simple como un candado tiene una función oculta? Seguro que alguna vez te has fijado en ese pequeño agujero que la mayoría de los candados tienen en la parte inferior. Pues bien, aunque parezca un simple detalle de diseño, cumple un propósito relacionado con la durabilidad y la eficiencia del candado, alargando su vida útil.

El origen del candado, aunque parece un invento moderno,  se remonta a hace más de 4.000 años en civilizaciones como el Antiguo Egipto y Babilonia. Con el tiempo, los romanos perfeccionaron estos sistemas, fabricándolos en metal y desarrollando mecanismos más complejos. Sin embargo, el candado tal y como lo conocemos hoy en día se atribuye a Theodor Yale, quien en 1857 patentó un modelo de cierre con llave que se convirtió en referencia mundial.

¿Para qué sirve el agujero del candado?

Cuando un candado se encuentra al aire libre, está expuesto a las inclemencias meteorológicas, como la lluvia. Por lo tanto, si no cuenta con un sistema de drenaje, el agua se acumularía en su interior, provocando el deterioro y la oxidación de los mecanismos internos. Sin embargo, gracias a ese pequeño agujero, el agua puede salir con facilidad, evitando que el interior del candado se oxide y garantizando que funcione adecuadamente durante mucho tiempo. Además, gracias a este agujero podemos aplicar lubricante para evitar que el mecanismo se endurezca.

Asimismo, algunos candados tienen funciones adicionales relacionadas con éste pequeño agujero. Ciertos modelos de gama alta se pueden abrir con una llave especial a través de él. Teniendo todo esto en cuenta, queda claro que este detalle no es un simple capricho de diseño, sino un componente esencial pensado para la durabilidad y la seguridad del candado.

Consejos prácticos

Para que el candado se mantenga en perfecto estado durante mucho tiempo, los expertos recomiendan seguir una serie de pasos muy sencillos:

Tipos de candados

Los candados son uno de los elementos de seguridad más utilizados a nivel global. Aunque a simple vista parecen todos iguales, existen numerosos tipos de candados, cada uno diseñado para un uso específico.

Los candados de combinación son aquellos que se abren mediante un código numérico o alfabético. Su principal ventaja es la comodidad, ya que no requiere llave. Existen dos subtipos principales: los de disco, que suelen tener un mecanismo más robusto, y los de rueda, que son más ligeros y portátiles. A la hora de elegir un candado de combinación, es importante comprobar la cantidad de dígitos del código: cuantos más números tenga, mayor seguridad ofrece.

Los candados con llave son los más tradicionales y se abren mediante una llave específica. Suelen ser más resistentes que los de combinación y están disponibles en una amplia variedad de tamaños y materiales.  Al elegir un candado con llave, es importante tener en cuenta la calidad de la llave y el mecanismo interno.

Los candados de arco largo, son aquellos cuyo arco se extiende considerablemente sobre el cuerpo principal, lo que permite asegurar elementos de mayor grosor o formas irregulares, como vallas o puertas o cadenas. Es fundamental que el arco esté hecho de acero endurecido y que el mecanismo interno sea complejo para dificultar la manipulación.

Con el avance de la tecnología, han surgido los candados inteligentes o electrónicos. Estos modelos se abren mediante aplicaciones móviles, huellas dactilares o códigos digitales. Además, algunos modelos permiten registrar quién abre el candado y en qué momento, lo que resulta útil para entornos compartidos o control de accesos.

Cómo elegir el mejor

Para elegir el mejor candado, conviene tener en cuenta una serie de factores: