OKENTREVISTA: 1ª ENTREGA, LA PARTE PERSONAL Y JUDICIAL

Zaplana: «La prisión fue una experiencia dramática en mi vida que deja sus secuelas»

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Manuel Cerdán

Eduardo Zaplana habla, por primera vez desde que abandonó la prisión valenciana de Picassent, de su experiencia carcelaria durante nueve meses entre rejas. El ex presidente de la Comunidad Valenciana reconoce las secuelas que le han dejado aquellos días de infierno, mientras superaba un cáncer y tras un trasplante de médula. Zaplana compartía una celda con otras dos personas y, en más de una ocasión, tuvo que aplastar con la suela de su calzado las cucarachas que visitaban el reducido espacio carcelario. Así mismo, aun con sus antecedentes médicos, se vio obligado a compartir un médico con otros cinco mil reclusos.

PREGUNTA.- ¿Le ha provocado un trauma su experiencia de recluso en la cárcel de Picassent, una de las más terribles de España?

RESPUESTA.- En la vida se supera todo y todo te marca. Absolutamente todo. Lo bueno, lo malo, lo regular. Qué duda cabe de que es una etapa de mi vida muy importante, dramática en este caso, y que deja sus secuelas como lo deja todo, como lo dejan también las cosas positivas que haya podido vivir.

P.- ¿Cómo se desarrollaba una jornada normal en la cárcel?

R.- Le diré que los jueces y los fiscales deberían conocer el funcionamiento de las cárceles. Yo dudo que lo conozcan, porque si no, no escribirían las cosas que después se escriben. Por ejemplo, de mí escribían que iba al gimnasio. Yo no sé en el resto de las prisiones de España, pero en Picassent no había gimnasio. Y lo tuve que leer varias veces. Y si hubiera habido, no habría podido ir. Pero es que no era verdad. ¿Escribían eso a conciencia, sabiendo que mentían? Pues no lo sé. No creo. A lo mejor es simplemente desconocimiento de la verdad y de la realidad como con la carencia de médicos. Yo recuerdo que de una plantilla que debía tener 25, mientras estuve allí sólo había uno para 5.000 reclusos.

P.- Zaplana, ex presidente autonómico y ex ministro, disfrutó de algún privilegio en prisión? ¿Cómo era su convivencia en la cárcel?

R.- No entrando en detalles, le puedo asegurar que mi experiencia fue dramática como para cualquiera que está viviendo esos momentos. Y desde luego, privilegios cero. Más bien al contrario.

P.- ¿Tenía una celda para usted solo?

R.- Al final, sí. Pero, al principio, la compartía con otros dos reclusos. Era el procedimiento habitual para todos.

P.- ¿Es cierto, como mantenían algunos forenses, en la última etapa, que se aseguraban todas las garantías en la enfermería de la cárcel y que no había riesgo de muerte? ¿No le parece un tanto temerario?

R.- Pues les digo lo mismo que con lo del gimnasio: hay que estar allí, conocerlo. Quien diga que había enfermería, lo que tiene que hacer es ir y conocer aquello y ver aquello. Simplemente con ir. No hace falta estar mucho tiempo. Sólo ver el funcionamiento cotidiano y ordinario de aquello. El médico de mi época se tenía que multiplicar, no daba abasto. Y desde luego, una persona sin el conocimiento suficiente para todas las patologías que puede haber allí, como pasaría en cualquier hospital del mundo. Eso, eso es así. Por eso, me siento con la obligación moral de opinar en el caso que usted me planteaba de Griñán, porque conozco mejor que nadie lo que es aquello.

P.- ¿Cómo reaccionó cuando leyó el auto de la juez afirmando que usted estaba en la cárcel con el gran argumento legal de que era responsable de sus actos y con un «usted sabrá lo que ha hecho»?

R.- Con gran desmoralización. Realmente lo que quiero saber es qué he hecho. ¿De qué me acusa usted? En ningún momento me dicen de qué me acusan. Y llegan a decir que hay riesgo de fuga porque me había trasplantado en Houston. No se habían leído los informes médicos. Pues eso es una gran desmoralización, ya que no se trata de un error, sino lo que conlleva el error es que no se han leído nada. Dicho con todas las cautelas y con todos los respetos a una persona que todavía, como yo, le espera un juicio y que tiene que medir sus palabras. No quiero ofender a nadie ni meterme con nadie, pero eso es una evidencia.

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