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ELECCIONES 28M

El último jefe de ETA, hoy en Bildu, se queja de que usen el «comodín de ETA» para atacar al partido

David Pla critica que se utilice el vínculo entre Bildu y ETA para restarle fuerza al proyecto abertzale

Bildu, socio de Sánchez, aún mantiene en las listas a otros 7 etarras que fueron claves en asesinatos

David Pla es, desde el pasado 2022, un miembro destacado de la cúpula de Sortu. El ala dura de EH Bildu y familia política de la que proviene Arnaldo Otegi. Y Pla es, también, el último jefe que tuvo ETA. Fue uno de los encargados de leer el comunicado de 2011 en el que la banda anunciaba el cese de su actividad criminal. Su rendición. Sin embargo, a Pla, señalado por la policía por los últimos asesinatos cometidos por la banda, le molesta que se utilice el «comodín de ETA» para «estigmatizar» al proyecto independentista de EH Bildu.

No es un trabalenguas, sino solamente una incongruencia: al último jefe de ETA le molesta que se vincule a Bildu, donde ahora milita, con ETA. En su artículo Reunir fuerzas para la independencia, recogido en la publicación abertzale Erria, Pla sostiene que «es difícil pensar que la elección por la independencia será repentina y explícita (…) comenzará con el derribo de los muros mentales que han creado la estigmatización y criminalización de la independencia. Es por eso que algunas personas todavía usan el comodín ETA, para dificultar esa primera conexión», advierte Pla. Vincular a Bildu con ETA para alejar al posible votante.

Se trata del mismo razonamiento que repiten estos días desde Bildu e incluso desde el PSOE. Hasta el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que tiene en los de Otegi a un firme aliado parlamentario, incidió este martes en el Senado en la idea de que no hay conexión entre Bildu y ETA.

En su razonamiento, Pla explica que «desde que la izquierda abertzale cambió de estrategia», no se han disipado las dudas sobre cuál debería ser la «estrategia independentista y emancipatoria efectiva». Las dudas giran en torno al «unilateralismo o bilateralismo, acuerdo o confrontación, línea institucional o dinámica callejera, compitiendo por la hegemonía de nuestro proyecto político o buscando amplios acuerdos populares», explica el que fuese último jefe de ETA.

Pla aboga, además, por mantener al partido abierto a pactos para «ampliar la base social de la independencia y hacer amplias alianzas con otros sectores». Y asegura que «es fundamental que estas mayorías sociales se conviertan también en mayoría institucional, para aumentar la capacidad de acción e influencia y también para legitimar aún más el proceso».

«Sin esto», escribe, es difícil obligar a los estados a reconocer el derecho a la autodeterminación y, menos aún, imaginar que un proceso de secesión se llevará a cabo de forma unilateral».

Pla recupera parte de la ponencia de Bildu para advertir que, en esa estrategia política, «es importante debilitar la del oponente (…) es necesario incidir en la crisis del régimen del 78 y su variante navarra, que se formaron tras la muerte de Franco, ahondando las grietas y creando los escenarios más favorables para las fuerzas soberanistas y transformadoras».

Llegada a Sortu

El acercamiento de Pla a Sortu fue lento, pero decidido y culminó en enero de 2022 con su inclusión dentro de la estructura directiva de la formación. La que encarna los postulados más radicales, si cabe, dentro de la amalgama de siglas abertzales que conforma EH Bildu.

Pla fue nombrado por el Consejo Nacional de Sortu para ser responsable del Marco de Orientación Estratégica (vicesecretaria tercera). Ahora trabaja formando equipo con cinco mujeres y cinco hombres.

Ahora, Pla es una de las cabezas pensantes que guía a Sortu y presiona a la cúpula de Otegi para llevar al partido hacia la «desobediencia», la «confrontación» y al «choque con el Estado», como proponía la formación en su última ponencia política y recogía recientemente OKDIARIO.

Una de las últimas ocurrencias que se imputan a Sortu en esa línea del «choque con el Estado» es, precisamente, la inclusión de hasta 44 condenados por vínculos con ETA en las listas municipales de EH Bildu. Siete de ellos, con delitos de sangre, han prometido que renunciarán al cargo si salen elegidos en las urnas. Al menos supuestamente.

Pasado en ETA

Fuentes de la lucha antiterrorista aseguran a OKDIARIO que el periodo en el que Pla fue considerado uno de los dirigentes de ETA, con participación activa en la Zuba (como denominaban internamente a ese órgano ejecutivo en la banda) se remonta «a mediados de 2008». Año en el que la banda aún estaba activa. Y mataba.

En 2006, ETA rompe su tregua trampa con una furgoneta cargada de explosivos en la T4 del aeropuerto Barajas Adolfo Suárez de Madrid. La banda entra en su última fase vital, que culminará en 2010 con el anuncio de un nuevo alto el fuego. Se refrendará con el comunicado de cese «definitivo» de la lucha armada en octubre de 2011. El hombre que leyó aquel comunicado es, precisamente, David Pla. El último jefe político de ETA.

Pese a que la izquierda abertzale se ha empeñado en señalar ese perfil de «liquidador» de ETA de Pla, la realidad para fuentes de la Guardia Civil es bien distinta. Su huella, como dirigente de ETA, se encuentra en, al menos, cinco atentados. Los últimos de la banda en suelo español.

Desde mediados de 2008 hasta finales de 2009, ETA asesina al brigada del Ejército de Tierra Luis Conde de la Cruz (Santoña, Cantabria), al empresario vasco Ignacio Uría (Azpeitia, Guipúzcoa), al inspector de Policía Nacional Eduardo Puelles (Arrigorriaga, Vizcaya), y a los agentes de la Guardia Civil Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salva (Palmanova, Baleares). A los investigadores de la lucha antiterrorista consultados por OKDIARIO no les cabe duda de que siendo miembro de la zuba, Pla conocía estos atentados, de los que han pasado poco más de una década.

Esa vía, la de la «autoría tras el autor», ha sido precisamente la que ha basado la argumentación de reapertura de la investigación sobre jefes de ETA como Mikel Antza (aparato político desde 1992 hasta 2004) e Iñaki de Rentería. Ambos deberán dar cuenta de las órdenes que dieron ante el asesinato del concejal del PP en Ermua, Miguel Ángel Blanco.