Justicia

El Supremo impone investigar al magistrado del Constitucional en contra de su propia jurisprudencia

Tribunal Constitucional
Imagen de archivo de Fernando Valdés Dal-Ré, magistrado del Tribunal Constitucional detenido por presunta violencia de género. (Foto: Europa Press)

La decisión del Tribunal Supremo de investigar al magistrado del Tribunal Constitucional, Fernando Valdés, por un presunto delito de violencia de género choca frontalmente con la propia jurisprudencia marcada por el Alto Tribunal. Una jurisprudencia que la Fiscalía, que ha sido quien ha solicitado que sea el Supremo quien investigue, conocía perfectamente, ya que se les había proporcionado una copia de un auto en el que se especifica que a los magistrados se les investigará desde el Supremo siempre que el presunto delito haya sido cometido en función de su cargo.

En este caso, un supuesto delito de violencia de género, no se cometió como parte de las funciones que Valdés ostenta como magistrado del Constitucional. Es más, sucedió en el domicilio familiar. El doble resero es evidente, ya que, por ejemplo, a Enrique López, actual consejero de Justicia de Madrid, y ex magistrado del Constitucional, su causa por conducir bajo los efectos del alcohol se tramitó en un juzgado ordinario y no en el Tribunal Supremo.

Jurisprudencia

OKDIARIO ha accedido al auto que la Fiscalía y el Alto Tribunal han ignorado pese a tenerlo sobre la mesa. Dicho auto especifica que: «La importancia de huir de pautas interpretativas que fomenten el incremento exponencial de los aforamientos ya vigentes se justifica por sí sola. Todo aforamiento cuya excepcionalidad no esté justificada adquiere frente a terceros el inaceptable signo de un privilegio. Los aforamientos han de despojarse de cualquier significado de injustificada ventaja, en el que la dignidad y el relieve institucional de quien ejerce un determinado cargo público se haga depender del nivel jerárquico del órgano judicial llamado a exigirle, en su caso, responsabilidades penales. El mosaico de aforamientos vigentes en nuestro sistema procesal impone una interpretación excluyente que prescinda de un entendimiento -tan injustificado como extendido- de aquella regla como una fuente de privilegios procesales».

Y entra a valorar que, «en el presente caso los hechos a los que se refiere la exposición razonada nada tienen que ver con el ejercicio de la jurisdicción la función jurisdiccional. El artículo 405 de la ley orgánica del poder judicial señala que la responsabilidad penal de los jueces y magistrados ‘por delitos o faltas cometidos en el ejercicio de las funciones de su cargo’, será exigida conforme a las previsiones de la propia ley».

Es decir, y en lengua vernácula, que para que se juzgue a un juez como aforado, el delito lo tiene que haber cometido con la toga puesta. No es lo mismo que un magistrado firme una sentencia errónea a sabiendas a que, por ejemplo, provoque un accidente de tráfico por saltarse un stop.

Por tanto, el delito que se está investigando, el de violencia contra la mujer, nada pues tiene que ver con su trabajo como magistrado dentro del Tribunal Constitucional y, siguiendo la propia doctrina del Supremo, no es entendible que sea el Alto Tribunal quien atienda el asunto y no un juzgado especializado de Violencia Contra la Mujer.

Porque, como bien dice la doctrina del Supremo: “En consecuencia, el artículo 57.3 de la LOPJ ha de ser interpretado conforme el principio general que, en materia de responsabilidad penal, se proclama en el artículo 407. La rectificación de las reglas de competencia objetiva que se establecen en la LOPJ solo justifica su excepcionalidad cuando se vincula aquellos hechos relacionados con el ejercicio del cargo.”

Los hechos

Los hechos sucedieron el pasado mes de agosto, cuando unos jóvenes que estaban en un parque, frente a la casa del magistrado, escucharon cómo su esposa pedía auxilio. Además de llamar a la policía, uno de ellos se acercó a la casa donde la mujer de Valdés les dijo que no sucedía nada. Finalmente, el hombre fue detenido cuando llegó la policía.

Valdés fue puesto a disposición del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 7 de Majadahonda por la presunta comisión de un delito de violencia doméstica y de género, tras lo cual quedó en libertad provisional sin fianza. Posteriormente, la magistrada que había atendido la causa se inhibió por el aforamiento del magistrado, comenzando así el periplo judicial que ha terminado con la causa en el Supremo.

Ahora, la Sala ha designado instructor de esta causa al magistrado Andrés Martínez Arrieta. Y en un auto emitido esta semana, tras estudiar el caso, han esgrimido que: «Pese a las manifestaciones del investigado y de su cónyuge, el examen de las declaraciones prestadas por dos testigos y las referencias de uno de los agentes actuantes conforman una base indiciaria suficiente para descartar en este momento cualquier decisión diferente a la incoación de diligencias».

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