Said Oukabir, padre de Moussa y Driss, desde Marruecos: «No nos dimos cuenta de que se radicalizaban»
En medio de las montañas del Atlas marroquí, el pueblo tranquilo de Melouiya no puede creer que los hermanos Driss y Moussa Oukabir, criados allí, estén involucrados en los atentados que enlutaron a España.
Una tienda fue instalada en un paisaje rocoso, a unos pocos metros de la casa rudimentaria de piedra y barro de la familia Oukabir, inicialmente para recibir a una boda prevista desde hace tiempo pero que terminó convertida en velorio.
«La alegría cedió el lugar a la tristeza y el dolor», suspira Abderrahim, uno de los tíos de los hermanos Oukabir, de unos 40 años. «Estamos consternados, totalmente devastados», dice con lágrimas en los ojos su padre Said, rodeado de miembros de la familia, vecinos y amigos llegados para presentarles el pésame.
«La policía española llamó a su madre que está en España, para decirle que Moussa estaba muerto», dijo a la AFP, poco antes del anuncio oficial el viernes por la policía catalana.
De 17 años, Moussa fue abatido por un policía la noche del jueves, junto a otros atacantes. Habían atropellado con un Audi A3 a toda velocidad a transeúntes en el balneario de Cambrils, en España.
Su hermano Driss, de 27 años, fue detenido el jueves en Ripoll, ciudad de unos 10.000 habitantes cercana a los Pirineos, junto a otras tres personas.
Los dos atentados, en Cambrils y Barcelona, dejaron 14 muertos y cerca de 120 heridos.
Entre dos mundos
«Somos gente sencilla, pacifistas. No conocemos ni el radicalismo, ni el terrorismo», dice un habitante de esta región pobre donde se habla mayoritariamente la lengua bereber, en el centro del reino de Marruecos, cuya economía reposa esencialmente en la agricultura y las remesas de marroquíes establecidos en Europa, principalmente Francia, España e Italia.
Said Oukabir se fue por su parte a probar suerte del otro lado del Mediterráneo en los años 1990, en la provincia catalana de Gerona.
Su hijo Driss, que se crió en Aghbala, comuna rural de 12.000 a ocho kilómetros del pueblo natal, tenía entonces 10 años.
Moussa, que iba a festejar sus 18 años en octubre próximo, nació en Ripoll. La familia vivía entre Melouiya, Aghbala y España.
El anuncio de la presunta participación de los dos hermanos en los atentados de España generó conmoción entre sus familiares, que aseguran que no se dieron cuenta de su radicalización.
«No mostraban ningún indicio de radicalización. Vivían como los jóvenes de su edad, se vestían como ellos», jura el padre, de porte atlético y con una gorra en la cabeza.
«Moussa era un buen chico que no le hacía daño a nadie. Iba a clases y tenía que terminar la secundaria el año próximo. Últimamente había comenzado a rezar […] pero nada más. Pero era joven, no era maduro, y seguramente se dejó manipular», agrega.
«Era suave, siempre sonriente. No fumaba ni bebía», afirma su tío, según el cual «toda la región está consternada».
Driss, por su parte, «dejó temprano la escuela para tener un trabajo decente y ganarse la vida», cuenta el padre. «Hoy está en manos de Dios y de la policía. Está siendo investigado. Espero que digan que es inocente. No tengo ganas de perder a mis dos hijos».
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