Polvorín en Podemos: Enrique Santiago, Garzón, Yolanda Díaz y Belarra inician una guerra suicida por el poder

Podemos Pedro Sánchez
Carlos Cuesta

El partido que aseguraba ser el antídoto contra la casta se ha convertido en un polvorín plagado de guerras internas que sobrevive únicamente por el mantenimiento de cada cargo individual. Ione Belarra, Yolanda Díaz, Alberto Garzón y Enrique Santiago han iniciado una silenciosa batalla por el poder morado en el seno del Gobierno. Por eso Pedro Sánchez ha preferido mantener los ministerio de Podemos y evitar, de esta manera, una lucha fratricida que habría tumbado al partido morado y dejado a Sánchez sin Gobierno.

Enrique Santiago, secretario de Estado para la agenda 2030 por exigencia de Pablo Iglesias, representa los deseos del antiguo líder de Podemos y lo hace en un enfrentamiento abierto con Alberto Garzón. Ione Belarra mantiene su disputa particular con Yolanda Díaz, respaldada por la fuerza de CCOO y ajena al apoyo social de un Podemos al que realmente nunca ha pertenecido: la vicepresidenta procede de los cuadros comunistas. Irene Montero sigue siendo la mujer con apoyos más selectos en el partido morado, pese a que la formación ha elegido a Belarra como su líder.

Todos ellos exigen sus cargos para no desatar una guerra interna contra el resto que acabaría por desmembrar a Podemos y restar su capacidad de apoyo al PSOE como socio electoral. La pócima la ha puesto en la mesa Pedro Sánchez: por muchas crisis de Gobierno que haya, ellos mantendrán sus cargos.

Ataques a la carne, ERTEs sin pagar, derroche sin fin en plena pandemia para un Ministerio, el de Igualdad, que se gasta 451 millones de euros… Todo da igual. Porque son la muleta de Pedro Sánchez.

“No existe ya un Podemos unido. Son un grupo de líderes y familias que se contrarrestan y que basan en su capacidad de destruir Podemos su verdadera fuerza”, señala una persona que ha abandonado ya la formación pero conoce perfectamente la situación interna.

Son muchas las familias que habitan ahora bajo el paraguas de Podemos. Pero su fuerza radica precisamente en que la salida de uno de ellos provocaría un hundimiento del partido que dejaría a Sánchez sin capacidad de sumar para mantenerse en Moncloa.

El PSOE sabe que la derecha ya sólo se divide realmente entre dos partidos: PP y Vox. “Por eso no quiere que se rompa en varias formaciones Podemos, porque esa división los mataría a ellos, a los socialistas: la pérdida de escaños sería exponencial”, señala esa misma fuente. Y es que en muchas circunscripciones ese multifraccionamiento llevaría al actual Podemos a no entrar en el reparto de escaños. Y una parte importante de ese voto no iría al PSOE. Simplemente se perdería.

Un duro panorama para Pedro Sánchez. Por eso ha mantenido todos y cada uno de los ministerios de Podemos: para que sigan siendo su muleta. Y sigan unidos. Enrique Santiago desafía a Alberto Garzón. Y Santiago es ahora el hombre fuerte. Pero si Garzón es expulsado del Gobierno puede activar las siglas de IU al margen de Podemos. Y eso se llama fraccionamiento.

Yolanda Díaz se sostiene por la exigencia de CCOO. Pero si Montero o Belarra la desafían, ella puede romper el partido desde el grupo comunista. Y, de nuevo, eso se llama fraccionamiento.

Montero es el viejo Podemos y Belarra el nuevo. Pero ambas saben que una guerra podría fraccionar la formación. Y eso se llama quedarse sin presencia.

Por eso, Sánchez ha decidido mantener a todos los podemitas en sus cargos: para no agitar el avispero. Porque el más mínimo movimiento se puede convertir en sísmico dentro del partido morado.

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