España

Las mafias de la prostitución toman las calles de la Barcelona de Collboni: «Aquí todas somos putas»

El Raval es un barrio histórico situado en el corazón de Barcelona. En los años 80 se convirtió en el principal punto de venta de drogas de la Ciudad Condal, aunque en las últimas dos décadas recuperó parte de su identidad… hasta que Ada Colau accedió a la alcaldía barcelonesa. Bajo mandato de la ultraizquierdista primero, y del socialista Jaume Collboni después, el Raval vuelve a ser foco de problemas sociales.

Los registros oficiales, como detalla el experto en seguridad Miguel Martínez, hablan de un 51% de población inmigrante, pero basta pasear por sus calles para darse cuenta de que el porcentaje de ilegales dispara hasta una cifra mucho mayor el número de extranjeros. Se trata de uno de los barrios con mayor densidad de población de toda Europa, con unas 50.000 personas viviendo en un kilómetro cuadrado.

La venta de drogas, incluso de fentanilo, actividad de la que se encarga la Mocro Maffia, la prostitución en plena calle desde de las 17:00h sin ningún control policial, o los más que habituales robos, han creado un contexto de precariedad económica del que la mayoría de españoles huyen, abandonando un céntrico, pero extremadamente degradado barrio multicultural. Una situación que el concejal de Vox Gonzalo de Oro-Pulido ha denunciado sin descanso en los plenos del Consistorio, sin que de momento el alcalde Collboni haya dado ninguna respuesta al auge del consumo de estupefacientes y de la delincuencia.

Los puntos de venta de esta droga, conocidos popularmente como narcopisos, han empeorado el ya de por sí grave problema de la okupación. Bandas de marroquíes, indios y paquistaníes operan en algunos edificios, y los consumidores se chutan o duermen en cualquier punto, incluso frente a uno de los colegios del barrio o ante la comisaría de los Mossos. No es habitual, en cambio, toparse con presencia policial. Los vecinos denuncian situaciones de tensión incluso durante el confinamiento, con actividad continua de toxicómanos entrando y saliendo sin control de sus viviendas.

Los conflictos entre bandas dedicadas a la venta de drogas o ajustes de cuentas entre individuos a menudo desembocan en actos violentos en las calles del barrio. En redes sociales es habitual ver peleas a machetazos con inmigrantes involucrados.»Esta no es la Barcelona que queremos», denuncia María, una vecina originaria de Nigeria que lleva residiendo más de 30 años en Ciutat Vella.