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ETA

Ternera usa a Évole para librarse de 2.354 años de cárcel: «Yo no dirigía ETA cuando atentó en Zaragoza»

El futuro en libertad de José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, alias Josu Ternera, de 73 años, pende de un hilo. Actualmente vive en Francia, donde fue entrevistado por Jordi Évole para el polémico documental que lleva su nombre. Pero su horizonte penal se puede complicar mucho si prospera el proceso de extradición que tiene abierto la Audiencia Nacional, que pretende juzgarle el próximo mes de enero por los 11 asesinatos cometidos en la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza por la ETA que Josu Ternera dirigía en 1987. Cinco de las víctimas eran «críos», como Ternera los llama en el documental. La justicia española pide para él 2.354 años de cárcel, pero Ternera recurre a la entrevista de Évole, que ha podido ver íntegra OKDIARIO, para blanquearse: «Yo no dirigía ETA en ese momento».

El 11 de diciembre de 1987, a las seis y diez de la mañana, un Renault 18 cargado con 250 kilogramos de amonal explotó frente a la casa cuartel de la Guardia Civil en Zaragoza. Sus cuatro plantas, donde residían unas 40 familias y alrededor de 180 personas, se vinieron inmediatamente abajo al colapsar los cimientos.

Entre la nube de polvo y las toneladas de escombros, los servicios de rescate fueron sacando una a una a las víctimas. Once en total. Dos gemelas de 3 años, otra niña de la misma edad, una más de 6 y otra de 7 años. Otras seis víctimas adultas y 88 heridos, muchos de ellos graves a causa de mutilaciones. En aquel momento, ETA estaba dirigida por los jefes terroristas Txelis, Fiti, Pakito y el propio Josu Ternera. Pero él lo niega.

«¿Lo ordenó?». «En absoluto, yo no estaba en la dirección de ETA», contesta Josu Ternera a Jordi Évole cuando le pregunta sobre la casa cuartel de Zaragoza en el documental que este sábado se ha estrenado al público en el Festival de San Sebastián. Un documental que ha podido ver OKDIARIO y al que Ternera acude para vender su relato, con vistas a esa causa en la Audiencia Nacional que pende sobre él. Es un proceso por el que le piden 2.354 años de prisión y que trata de evitar a toda costa, incluso involucrando al Gobierno de Pedro Sánchez y advirtiendo que lo convertirá en una revisión sobre las actas de negociación entre ETA y el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. El juicio está previsto para enero de 2024. El estreno del documental en Netflix, para diciembre. Un mes antes.

Sin embargo, su relato no se sostiene. La Guardia Civil sabe bien quién formaba parte de la zuba de ETA, el comité de dirección que ordenaba los grandes atentados con carga política, estratégicos para el devenir de la banda. Y ahí sitúan en esas fechas, sin lugar a dudas, a Josu Ternera como, por tanto, responsable de la matanza de Zaragoza. Un hombre que «dirigía el aparato internacional», como él mismo reconoce en el documental, y que se opuso a las conversaciones de Argel en las que Felipe González trató de alcanzar un alto el fuego en los extenuantes años de plomo. El atentado de Hipercor de ese mismo 1987, y el de la casa cuartel de Zaragoza, fue el mensaje con el que ETA cerraba la puerta al fin del terrorismo.

Ternera se presenta en el documental como alguien ajeno a las decisiones que tomó ETA en esas fechas, en una calculada estrategia de cara a su futuro proceso judicial en España. Un escenario perfecto para poner a prueba los argumentos de su defensa. La entrevista fue grabada en mayo de 2022, cuando la Fiscalía de la Audiencia Nacional veía pruebas suficientes para procesar a Josu Ternera como autor intelectual de la masacre de Zaragoza. «Hay informes de la Guardia Civil que le incriminan a usted», le señala Évole durante la entrevista. Él vuelve a negarlo.

«Yo no sé qué análisis hacen las personas de ETA que deciden ese atentado o las que lo ejecutan, pero pensarían que no iba a haber víctimas. Yo no estoy en la cabeza de las personas que hicieron esa acción. No sé qué les pasaba por la cabeza. Para mí es doloroso y no debería haber ocurrido», responde Ternera.

«No fue un error»

Sin embargo, la postura de Ternera, especialmente nervioso ante las preguntas sobre lo acontecido en Zaragoza, cae en contradicciones. Preguntado sobre si aquel atentado fue «un error» de la banda terrorista, Ternera responde que «yo no diría eso en términos absolutos».

«Si hacemos caso a la hemeroteca, y nos fijamos en los comunicados, ETA dice que las casas cuartel también serán objetivo y se pedía que desalojasen a las familias. La Guardia Civil hace caso omiso, se encierran en sus búnkeres, y la organización actúa en consecuencia de sus análisis políticos. Los cuarteles se iban a convertir en objetivo, es una decisión que toma ETA».

«Críos»

«El único pero que le pongo es que sean sobre todo críos las víctimas. Un resultado irreversible y penoso de ese atentado. Lo siento profundamente. Esas víctimas no tenían nada que ver», asegura Ternera.

El que fuese jefe de ETA y posterior negociador de su disolución insiste en su relato, que posiblemente sea el mismo que esgrima ante la Audiencia Nacional llegado el momento de ser juzgado. Évole le pregunta si no hay cinismo en sus palabras. «De cinismo no tiene nada, soy el primero en sentir que esas víctimas sean críos», señala.

Y ahí llega una de las preguntas que más polémica han generado. «¿Y si fueran guardias civiles los muertos?». Ternera responde asegurando que «esa era su función, ¿no decían todo por la Patria?».

Josu Ternera sigue apuntalando su defensa ante varias preguntas que va recibiendo. «Entre 1986 y 1987, los coches bomba de ETA mataron a 49 personas, 11 de ellos niños. ¿Era usted el jefe de ETA en aquel momento?», le cuestiona Évole. «No, yo estaba en el aparato internacional», insiste, lo que de nuevo usa Josu Ternera como parapeto contra la acusación por la matanza de Zaragoza.

Hipercor

«¿Recuerda lo que pasó el 19 de junio de 1987?». «Mmm…no, la verdad que no. Ese año pasaron muchas cosas». «Hipercor». «Ah, sí… sí». «¿Fue un error?», le pregunta Évole. «Sí… (titubea) ETA le dio confianza a un Gobierno, un Estado, cuya función es la de proteger a sus ciudadanos y dando dos avisos para que se desalojase, no lo desalojaron, hasta tal punto que el Estado fue condenado subsidiariamente por eso, porque su función es la de proteger a la sociedad”, asegura Ternera.

Según el que era entonces jefe de ETA, aquello fue «una trampa del Gobierno. Cuando ETA decía que había una bomba, iban y desalojaban. Eso funcionaba así hasta entonces».

«Pero había escamas de jabón en la bomba, para extender las llamas. Algunas víctimas murieron calcinadas», le recuerda Évole. «Usted va un poco lejos. Si se quiere hacer terrorismo, es lo más fácil que hay en el mundo. El propósito de ETA no era hacer terrorismo. El terrorismo es Londres, París, Madrid en el 2004. El objetivo de ETA en absoluto era hacer víctimas. Era provocar daños, incendiar aquel almacén», responde el jefe etarra. 

«Celebré una muerte»

Durante la entrevista, Ternera repasa su paso por la banda terrorista, a la que llegó con 17 años y terminó leyendo el último comunicado de la banda en 2018. «Toqué mi primera arma a los 18 ó 19 años. La primera que tuve fue a los 31. No me la dieron, cuando me exilie al País Vasco norte sólo iban armados los del frente militar. Yo iba a hacer un trabajo político, repito, político. Le compré una pistola a un contrabandista por 500 francos de mi bolsillo. Las armas de la organización eran sólo para los del frente militar», asegura.

Habla también de sus creencias religiosas. «Yo me he criado como católico, romano y apostólico». «¿Cree en Dios?», le pregunta Évole. «Yo creo en la naturaleza, en lo que me rodea. Creo en el ser humano», responde.

«Entonces, ¿ha cumplido el 5º Mandamiento de no matarás?». «Sí, lo he cumplido», responde sin pestañear. Eso sí, reconoce haberse alegrado con la muerte de Carrero Blanco -él robó los explosivos para ese atentado-. «Y sólo he celebrado una: la de Franco».

Galdácano

Ternera relata, además, con gran frialdad, el único asesinato en el que reconoce haber participado directamente. El del alcalde de Galdácano, cuyo escolta es también protagonista del documental. La conversación es la que sigue:

-¿Participó en algún atentado con víctimas mortales

– Sí.

– ¿Me puede decir en cuál?

– Indirectamente en el de Carrero Blanco, y en otro con el alcalde de Galdácano

Lo asesinó ETA.

Lo mató ETA. Y lo reivindicó.

– ¿Qué papel jugó?

– El que tenía que jugar

– ¿Que era…?

El que fuera. Estaba en el comando para hacer una función. No disparé, pero lo habría hecho.