Iglesias vuelve al 36, llama delincuentes a los diputados y pega patadas a los libros de Historia
Miedo. Ésa ha sido la palabra más repetida durante la intervención de Pablo Iglesias en el debate de investidura.
De hecho, el discurso ha comenzado con referencias a la Guerra Civil –»gracias a las Brigadas Internacionales por venir a España a combatir el fascismo»– y a la bandera de la Cruz de Borgoña carlista… aunque se la ha atribuido a los gudaris ante la sorpresa de los diputados del PNV. Un error poco esperable en un profesor de ciencia política.
«En la Transición había miedo pero ahora los jóvenes no tienen miedo, y la prueba es que nosotros estamos aquí, contraste entre pasado y futuro», «Los únicos que tienen miedo son los papagayos del poder», «No somos una izquierda de su orden, queremos cambiar las cosas, sin ningún miedo». Es solo el avance de cuál será la estrategia de Iglesias en la legislatura que comienza, y en el que Podemos quiere marcar la brecha entre el «pasado» del bipartidismo y el «futuro» que dicen representar.
Entre alusiones a la bibliografía marxista, la izquierda histórica, e incluso a Stalin, Iglesias ha aprovechado para reclamarse como la auténtica alternativa al gobierno del PP.
Como era previsible, el líder morado se ha empleado marcar las distancias que le separan de los socialistas, a quienes no ha concedido tregua. “Es difícil decir que se es oposición después de entregar el gobierno al PP”, les ha espetado, dejando claro En ese empeño, Iglesias está dispuesto a hacer oposición a quienes en su día buscó como socios en una alternativa de Gobierno. «El problema es que están más cerca del PP que de nosotros», se defendió.
Iglesias reprochó al PSOE «abrazar otro» el marxismo, pero el de Groucho Marx, en alusión a su célebre cita: ‘Estos son mis principios pero si no le gustan tengo otro’. En ese momento, el líder de Podemos ha espetado el ataque más hiriente al portavoz socialista. Antonio Hernando, al observar, con sorna, lo «muy duro» que habría sido «descabalgar a Pedro Sánchez».
«Hoy se está haciendo historia en esta Cámara. El tiempo pondrá a cada uno en su lugar”, ha dicho Iglesias, quien ha convertido esa última muletilla en su slogan durante el discurso de investidura.
En su acostumbrado tono provocador, Iglesias ha considerado que la crisis del PSOE es la demostración de la crisis del actual sistema de partidos, que ha resumido en una «triple alianza» PP-PSOE-Ciudadanos que deja fuera a los jóvenes, las «naciones sin Estado» y los menores de 45 años. «Hay un gran contraste entre el pasado que representan ustedes y el futuro», ha insistido.
El discurso de Iglesias ha estado cargado de ofensas y reproches.»A Carrillo le perdonaron todo, hasta reunirse con Stalin. A nosotros, nada», ha llegado a espetar.
Después, se ha defendido de las críticas por su apoyo a la movilización callejera. «Somos una fuerza política de orden, nos gusta el orden. Lo que ha defendido la gente en las movilizaciones es el orden. La gente solo tiene las instituciones para que la defiendan, que ustedes han corrompido. Hay más delincuentes potenciales en esta Cámara que ahí fuera», ha dicho, en uno de los momentos más tensos del debate.
Las palabras de Iglesias han provocado una sonora bronca en las bancadas, desde donde le han respondido con gritos de «sinvergüenza».
Visiblemente enfadada, la presidenta del Congreso, Ana Pastor, ha llamado al orden y ha reclamado a Iglesias el «cumplimiento del reglamento en lo que tiene que ver con el honor de la Cámara». «Me debo al honor de mi patria y de los ciudadanos, no al honor de esta Cámara», le ha respondido.