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El tío normal que es en lo personal Alberto Núñez Feijóo (Los Peares, Orense, 1961) aparece en el despacho más noble de la planta más noble de Génova 13, la séptima, con la misma simpatía y amabilidad de siempre. Es el lugar en el que antaño trabajaron José María Aznar y su paisano Mariano Rajoy y a escasos 10 metros del que ocupaba el hombre que le dio la alternativa, Manuel Fraga. La estancia está prácticamente vacía porque aún no se ha mudado por completo de Coruña a Madrid, donde residirá permanentemente a partir de mayo. Sólo un puñado de fotografías y cuatro o cinco libros que tienen como común denominador esa Galicia que, como él subraya, se lo ha dado “todo”. En vistas pierde por goleada: el otro despacho que aún ocupa, el del Palacio de Rajoy, da a la majestuosa plaza del Obradoiro y, más concretamente, a la que él define con razón como “la catedral más importante de Europa”.
La entrevista demuestra por enésima vez que su gran obsesión es la economía, área en la que se maneja con enorme destreza, es lo que tiene ser presidente de una comunidad autónoma desde hace 13 años y con cuatro mayorías absolutas de por medio. Ataca duro por ahí a sabiendas que es el gran punto débil del Gobierno Sánchez: es consciente de que Zapatero cayó por una gestión que nos llevó a la bancarrota y que es el flanco más débil del actual presidente con una inflación instalada en el 9,8% y los precios de la gasolina, la electricidad, el gas y la alimentación disparados exponencialmente en el último año. Ya se sabe: la ciudadanía vota con el bolsillo. En su despacho sólo falta el cartelito que el estratega James Carville puso a Bill Clinton en cuartel general demócrata de la campaña de 1992: “Es la economía, estúpido”. Pues eso.
Pregunta.- ¿Pesa este despacho de la séptima planta, que ocuparon muchos años José María Aznar, Mariano Rajoy y, menos que los demás, Pablo Casado?
R.- Pesa el legado del Partido Popular. En Galicia yo sucedí al presidente fundador Manuel Fraga y ya he experimentado haber estado en el mismo despacho. Pero me pesa, obviamente, la responsabilidad de acertar, de mantener el centroderecha reformista liberal en mi país y de tener un protagonismo importante en el Partido Popular Europeo. Y me pesa, sobre todo, que los españoles vean que hay una alternativa al Gobierno actual. Pero no le oculto que éste es probablemente el culmen de mi carrera política.
P.- El anteculmen, esperemos.
R.- (Risas) Orgánicamente sí es el culmen. El objetivo de este despacho es servir a España. Eso lo tengo clarísimo antes de entrar.
P.- ¿Por qué no ha ido a la toma de posesión del señor Mañueco? ¿Por la reunión con la patronal y los sindicatos o porque no quiere que le vean con Juan García-Gallardo o con Santiago Abascal?
R.- Hay partidos políticos que están obsesionados con las fotos. A mí me interesan más las políticas y los ciudadanos. He tenido reuniones con el jefe del Estado, con el presidente del Gobierno y con los agentes sociales. Ésa es mi agenda. Es más, el otro día me comentaban que tampoco fui a la toma de posesión de Mañueco hace tres años. Y mi amigo Juan Vicente Herrera, que tomó cinco veces posesión como presidente de la Junta de Castilla y León, recordaba que nunca había ido un presidente del Partido Popular. Lo que está claro es que el objetivo es distraer la atención, no hablar de los problemas y crearlos. Yo estoy muy contento con que Castilla y León tenga un Gobierno estable, democrático, con el 50% de los votos y un pacto con luz y taquígrafos, público y notorio, dentro del marco constitucional. Por tanto, vamos a ver si somos capaces de enviar un mensaje de estabilidad. Y, por supuesto, estoy contento sobre todo porque el Partido Popular ha ganado las elecciones en esta comunidad. Comprenderá que el balance es claramente positivo.
P.- Santiago Abascal quiere reunirse con usted, ¿se van a reunir?
R.- El presidente de Vox me mandó un mensaje el día que mis compañeros me eligieron presidente del partido en Sevilla al que, por supuesto, yo respondí. Me propuso reunirnos y le dije que sí, que una vez que finalice mi compromiso como presidente de Galicia y esté al 100% como presidente del Partido Popular por supuesto me reuniré con él. Me reuní con el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno y si hay algún otro líder político con el que consideremos oportuno reunirnos, por supuesto que lo haré. Puedo tener reuniones con todos los partidos con representación parlamentaria. Ya sé que con algunos no las voy a tener porque no les interesa ni a ellos ni a mí, pero al que me pida una reunión mi respuesta es sí.
P.- ¿Usted se reuniría con Bildu, con el partido representante de ETA en las instituciones? Lo digo porque el presidente del Gobierno es socio del partido de ETA.
R.- Bildu no va a tener ningún interés en reunirse conmigo. Y mientras Bildu no pida perdón, no desagravie a las víctimas y no acepte que los asesinatos de ETA han sido absolutamente execrables y que es la historia de un fracaso colectivo de ETA, Herri Batasuna y ahora de Bildu, es muy difícil entenderse con gente que no acepta la realidad de las cosas. Hay muchos españoles que han muerto a manos de las pistolas de ETA.
P.- 856, exactamente. Muchos de ellos, gallegos.
R.- Efectivamente. Y lo de Miguel Ángel Blanco es imposible de olvidar siendo gallego. Honradamente, me gustaría pasar esa página, pero esa página sólo se puede pasar si dignificamos a las víctimas.
P.- ¿Es Vox un partido impecablemente constitucional y democrático, a su juicio?
R.- Vox es un partido que tiene un porcentaje de voto importante, que tiene una marca. No conocemos a la mayoría de sus dirigentes en las comunidades autónomas -probablemente porque no los tiene- y no ha gestionado un euro público en su vida. Dicho esto, Vox es un partido democrático porque se presenta a las elecciones y tiene votos. Y es un partido que, gracias a esos votos, pertenece al Congreso de los Diputados, y que tiene representación en varios parlamentos autonómicos. ¿Cuál es mi objetivo? Volver a conseguir a los votantes de Vox, porque la inmensa mayoría votaron al PP. Y también conseguir un porcentaje de votantes del PSOE que no está de acuerdo con el partido sanchista. Éste es mi objetivo. Respetando a Vox y a sus dirigentes, mi objetivo no es ver si sumo diputados con ellos. Mi objetivo es reunir al centroderecha en España para que haya un cambio político y podamos sustituir democráticamente al PSOE, a Podemos y a los partidos independentistas, que son los aliados de este Gobierno.
P.- Es decir, quiere hacer el viaje que hizo Aznar ensanchando el partido de izquierda a derecha para hacer un gran partido de mayorías.
R.- Lo he dicho desde el primer instante. Yo no he venido aquí para intentar sumar con otros partidos y llegar a la presidencia del Gobierno. He venido con dos objetivos: el primero, volver a ensanchar el Partido Popular. Y la refundación de Aznar y los 11 millones de votos de Rajoy son mis referentes. Si conseguimos esto es evidente que el Partido Popular va a gobernar España.
P.- Usted lo ha conseguido en Galicia. Vox y Ciudadanos no tienen representación en el Parlamento. Pero Galicia no es el resto de España, aquí hay multipartidismo. Su tarea es casi milagrosa.
R.- También era milagroso sacar una mayoría absoluta en Galicia la primera vez y conseguimos derrotar al nacionalismo y al socialismo gallego a la primera. Y al presidente José Luis Rodríguez Zapatero en Madrid. Conseguimos hacerlo en 2012, cuando se discutía si España iba a pedir el rescate; lo volvimos a hacer en 2016, cuando no había mayorías absolutas en ninguna comunidad autónoma y en 2020, en el descanso de una pandemia. No se crea que lo de Galicia es fácil. En Galicia hay nacionalistas igual que en Cataluña y en Euskadi. Es la única comunidad donde el Partido Popular ha ganado al socialismo y al nacionalismo. Por tanto, algo hemos aprendido. Es evidente que no es fácil, claro. Pero supongo que los compañeros me han elegido porque la situación del PP no era fácil.
P.- Era un caos… Pero no me ha respondido a la pregunta, ¿es Vox un partido impecablemente constitucional?
R.- Mire, los partidos que se someten a las elecciones y que ganan votos y escaños son partidos democráticos. La visión que tiene Vox de la Constitución no la comparto porque su insistencia en derogar el título VIII de la Constitución acredita que no les gusta la España de las autonomías. Yo no puedo compartir eso. Soy presidente autonómico y representante ordinario del Estado en esa comunidad autónoma. La vuelta atrás a la centralización de todos los servicios públicos, a la derogación del pacto constitucional es un planteamiento malo para España. A lo mejor consigues un 15% o un 20% de votos, pero es malo para derrotar en las urnas a los socialistas, independentistas y populistas. Yo no puedo compartir esa aseveración. Con el resto de títulos de la Constitución, por lo que yo sé, Vox no tiene problemas. Por tanto, Vox es un partido constitucional que no cree en el Estado de las autonomías, una parte muy importante de la Constitución Española.