Un año del 1-O

Del “yo no tengo miedo” de Torra al temor de los independentistas a los Mossos por la noche

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Quim Torra durante el aniversario del referéndum del 1-O en Cataluña.
Joan Guirado

Ocurría ayer por la mañana, en Sant Julià de Ramis, cuando tras ser abucheado por miembros de las juventudes de la CUP y los CDR, el presidente de la Generalitat, Quim Torra, rompía el protocolo y se acercaba a ellos para animarles a continuar presionando al Govern. No era la primera vez que lo hacía, pero después de lo de este lunes, igual será la última. O igual se une a ellos. Torra, que ha estado un minuto estrechándoles las manos y hablando con ellos, les ha advertido que “yo no tengo miedo” mientras les pedía que ocuparan las calles. Esta tarde, los Mossos d’Esquadra que están bajo su control, sembraban el miedo entre algunos independentistas en la Via Laietana, que no dudaban en espetarles a los agentes que “os tenemos miedo”. Entre una afirmación y otra, ambas con un cierto tono de resignación, han pasado poco más de 12 horas. Las 12 horas de uno de los días más grises de las últimas décadas en Cataluña.

Y es que igual para algunos, las porras de los Mossos no duelen tanto como las de la Policía o la Guardia Civil, o así lo quieren hacer ver. Pero lo cierto es que la violencia de las cargas policiales de este primer aniversario del 1-O, en respuesta al desafío y atentado contra los agentes, es de los más violentos que se recuerdan en Cataluña. A última hora, algunas furgonetas de los Mossos perseguían conscientemente a manifestantes por la Via Laietana o los agentes aporreaban indiscriminadamente a los transeúntes al descender de los vehículos policiales.

En el Govern, que tras las cargas guarda silencio absoluto, nadie creía que este lunes las cosas pudieran acabar como han acabado. La consejería de Interior había dado ordenes expresas a los Mossos de dejar celebrar las reivindicaciones sin hacer uso de la autoridad que les confiere ser agentes de policía. El consejero Miquel Buch –muy cuestionado a últimas horas de la noche, tras las carga, podría ser cesado como golpe de efecto– era consciente que cualquier sobreactuación de sus agentes generaría una situación de violencia incontrolable. Y los CDR, sobretodo las juventudes de la CUP, sabían que los Mossos tenían un cierto aguante. Y qué al final siempre explotan.

Rehenes en el Parlament

Como Inés Arrimadas y sus 35 diputados en el Parlament, que han tenido que abandonar la cámara tras la reunión preparatoria del pleno en medio de un fuerte cordón policial, el presidente de la Generalitat también ha tenido que ser escoltado entre pitidos para salir rápidamente del parque de la Ciutadella, minutos antes que empezaran las cargas policiales. El presidente del Parlament Roger Torrent, por su parte, ha hecho uso de la puerta trasera de la cámara para abandonar el edificio. De animar a la movilización, a escapar de ella. Aunque, por la trayectoria de Torra, él hubiese preferido ser uno más de los que intentaban entrar en el Parlament a la fuerza.

En los próximos días la calle volverá a ser el epicentro de todas las reivindicaciones políticas. Apunto de arrollar a los políticos que dirigen el proceso, que tras pedir una movilización permanente ahora le piden a sus secuaces que se queden en casa, Torra sólo tiene tres escenarios posibles para calmar la relación del Govern y los partidos con la calle: cesar al consejero Buch o dimitir él, convocar elecciones o hacer efectiva la Declaración de Independencia de Cataluña. Desde el gobierno, no obstante, continuan confiando en qué “no quebranten la ley”.

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