Aviso del Rey al Gobierno: «Debemos estar en el lugar que constitucionalmente nos corresponde»
El contexto político que vive España ha marcado una vez más el mensaje de Navidad de Felipe VI. Con Pedro Sánchez entregado al separatismo y tras convertir a los aliados proetarras en socios preferentes, las palabras del Rey adquieren un significado especial. Sin salirse de la mesura y neutralidad que le corresponden como jefe del Estado, el monarca sí ha enviado mensajes a nuestros gobernantes. Avisos claros: «Debemos tener siempre presente los intereses generales y pensar en los ciudadanos, en sus inquietudes, en sus preocupaciones, estar permanentemente a su servicio y atender sus problemas. Debemos estar en el lugar que constitucionalmente nos corresponde», ha advertido.
Palabras que adquieren una inevitable lectura política cuando desde el propio Ejecutivo se cuestiona la legitimidad de las instituciones, se ataca la independencia judicial y la separación de poderes y se deja desprotegidas a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado con leyes para alentar el terrorismo callejero. Ante esta coyuntura, indudablemente compleja, el Rey emerge una vez más como garante de la convivencia, la unidad y la democracia.
Lejos de la crispación que se promueve desde el mismo Gobierno, Felipe VI ha marcado el camino a los dirigentes. Un llamamiento claro al «entendimiento y la colaboración» como «actitudes necesarias que dignifican las instituciones; más aún, las fortalecen, porque generan la confianza de los ciudadanos». «Las diferencias de opinión», ha avisado don Felipe, «no deben impedir consensos que garanticen una mayor estabilidad, mayor bienestar en los hogares y den la necesaria tranquilidad a las familias ante su futuro».
En lo político, el año que termina ha estado marcado por los indultos a los condenados por el referéndum ilegal, por las cesiones del Gobierno en Cataluña en detrimento de otras regiones del Estado, por la inestabilidad en el seno de la coalición, por la utilización política de las instituciones, por el blanqueamiento de quienes no han condenado la violencia terrorista, por el desafecto del Ejecutivo hacia quienes son perseguidos, linchados, por querer estudiar en español…
En este contexto, el Rey ha ensalzado una vez más la Constitución como guía para que la sociedad española camine hacia la prosperidad en una situación marcada aún por la profunda crisis económica y social de la pandemia. Su mensaje adquiere especial relevancia ante el evidente desapego de los ciudadanos hacia quienes los gobiernan.
La Carta Magna, ha dicho Felipe VI, «ha sido y es la viga maestra que ha favorecido nuestro progreso, la que ha sostenido nuestra convivencia democrática frente a las crisis, serias y graves de distinta naturaleza, que hemos vivido y merece por ello respeto, reconocimiento y lealtad». Aviso claro a Podemos, pero también al PSOE, partido que tiene en su reforma una de sus grandes ambiciones.
El Rey ha hecho un cerrado llamamiento a la «responsabilidad, voluntad de colaborar y entendernos». Y, sobre todo, ha pedido «que confiemos más en nuestras propias fuerzas como Nación» para salir adelante.
El monarca ha ensalzado el papel que la sociedad española ha de jugar en estos tiempos de cambio. Una sociedad labrada en circunstancias nada fáciles, sobre todo a lo largo de las últimas cuatro décadas, y que, ha recordado, «nos han forjado como una sociedad fuerte y responsable, y enormemente solidaria». Una sociedad que debe tener en sus «valores cívicos, su talento, vitalidad y energía» la guía para construir su futuro.