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Economía
Calefacción

El truco fácil y barato para pagar menos en calefacción este invierno que realmente funciona y las eléctricas no quieren que lo sepas

Llega el frío y, con él, el  momento en el que nos tocará encender la calefacción. Basta con unos días de bajada de temperatura para que no lo dudemos dos veces, pero también, pensamos en cuánto subirá la factura, si este año el gas o la luz estarán más caros y si habrá que pasar el invierno a base de mantas. No falla. En cuanto se apaga el aire acondicionado, toca pensar en cómo sobrevivir a los meses fríos sin que el bolsillo se resienta. Por suerte existe un truco para pagar menos en calefacción y todo aquel que lo prueba, dice que funciona.

La calefacción es, probablemente, el gasto energético que más se teme en invierno. Cada grado de más en casa puede suponer una buena subida en la factura de la luz o del gas. Por eso, no es raro que vuelvan a circular los trucos caseros de toda la vida, algunos más efectivos que otros. Pero este, del que se habla tanto últimamente, tiene sentido, es barato y, lo mejor, lo puedes hacer hoy mismo. No hace falta comprar aparatos ni contratar a nadie. Sólo usar algo que casi todos tenemos en la cocina. Un gesto tan simple que parece mentira que funcione. Y sin embargo, funciona. Se trata de aprovechar mejor el calor que ya generan los radiadores, sin tocar el termostato, sin reformas y sin gastar más de unos pocos euros.

El truco casero para pagar menos en calefacción

Este truco para pagar menos en calefacción es sencillo: basta con colocar papel de aluminio o láminas reflectantes detrás del radiador. Nada más. Lo que hace este truco es devolver el calor hacia el interior de la habitación, en lugar de dejar que se pierda por la pared, sobre todo si da al exterior. En la práctica, ese simple reflejo térmico ayuda a que la estancia se caliente antes y conserve la temperatura más tiempo.

Para entender el porqué este truco funciona, debemos saber que el aluminio refleja el calor. De este modo, sólo puedes invertir unos minutos de tu tiempo para cortar el papel a medida y colocarlo detrás del radiador sin herramientas ni instalaciones. Es tan barato que, incluso si no notas un gran cambio, no pierdes nada. Pero muchos aseguran que sí se nota, y bastante.

Varios usuarios han comprobado que, tras colocar las láminas, la habitación llega a estar hasta tres grados más caliente. Puede parecer poco, pero implica menos horas con la calefacción encendida y, por tanto, menos consumo. Todo sin esfuerzo ni riesgos, porque el radiador sigue funcionando igual. Simplemente, aprovecha mejor su energía.

Por qué funciona y cuándo se nota más

El principio es físico: el calor se dirige hacia las zonas más frías. Si el radiador está junto a una pared exterior, buena parte del calor se escapa hacia fuera. El papel de aluminio, al ser reflectante, actúa como un escudo que lo devuelve a la habitación. Es una solución sencilla para un problema que, aunque invisible, cuesta dinero cada mes.

Es especialmente útil en casas antiguas o con paredes sin buen aislamiento. En los edificios modernos, el efecto puede ser más sutil, pero igualmente aporta un extra de confort. Quien quiera algo más duradero puede optar por paneles reflectantes específicos que se venden en tiendas de bricolaje por unos pocos euros más, pero el resultado es parecido.

No es una invención milagrosa, ni va a duplicar la temperatura de casa. Es, simplemente, una manera de aprovechar lo que ya estás pagando. Y en un momento en que la energía se ha convertido en un lujo, cualquier mejora cuenta.

Cuál es el ahorro real de este truco

Calcular el ahorro exacto es difícil, porque depende del tipo de radiador, del aislamiento de la vivienda o del uso diario. Aun así, los técnicos en eficiencia energética estiman que este pequeño truco puede suponer entre un 5 % y un 10 % menos en el consumo. Puede parecer poco, pero a lo largo del invierno se traduce en euros.

Los especialistas lo tienen claro: no sustituye al aislamiento ni a las reformas térmicas, pero es una ayuda sencilla que no cuesta casi nada. «No hace milagros, pero evita que el calor se pierda, sobre todo en paredes frías», explican. Y además, recalcan que no hay ningún riesgo. No afecta al funcionamiento de la calefacción ni requiere mantenimiento. Si mañana decides quitarlo, lo haces en segundos.

Pequeños cambios que también ayudan a gastar menos

Este truco del radiador es sólo el principio. Hay otros detalles igual de simples que pueden marcar la diferencia. Poner burletes en puertas y ventanas, cerrar bien al caer la noche, ventilar sólo unos minutos por la mañana o no cubrir los radiadores con ropa húmeda son costumbres que mejoran mucho la eficiencia.

También conviene revisar los radiadores y purgarlos al inicio del invierno. A veces no calientan bien simplemente porque tienen aire dentro. Y no hay que olvidar el suelo: una alfombra gruesa puede conservar más calor del que parece. Lo mismo pasa con la distribución de los muebles: si el sofá tapa el radiador, el calor no circula.