COYUNTURA

La trampa del PIB de Sánchez: el consumo público crece un 16% desde 2017 mientras la inversión se hunde

La CEOE avisa de que la inversión se desploma un 9% por la incertidumbre política más que por los tipos

El Banco de España cree que el PIB se está frenando en el trimestre y está acosado por riesgos a la baja

Carlos Cuerpo, ministro de Economía, y la ex vicepresidenta Nadia Calviño.
Carlos Cuerpo junto a Nadia Calviño.

El presidente Sánchez está muy satisfecho con los últimos datos económicos, que confirman un crecimiento del PIB superior al de la media de la Unión Europea. Pero la realidad se presenta bastante más inquietante cuando se desvela cuál ha sido el motor principal de la actividad durante los últimos años. Y éste no ha sido otro que el consumo público. Durante el periodo 2017-2023, el consumo público ha crecido en España un 16% en términos reales –una vez descontada la inflación– y sólo el año pasado aumentó un 4%, hasta el punto de que la evolución de esta variable en el conjunto de Europa viene en su mayor parte explicada por la intensa expansión del gasto público impulsada por el presidente Sánchez.

El problema de un protagonismo tan abrumador del consumo público entre los componentes de la demanda interna es que, tal y como ha advertido el Banco de España, ésta no es una circunstancia recomendable. Sobre todo, cuando, al mismo tiempo, la formación bruta de capital fijo –es decir, la inversión– y el consumo privado, que habitualmente constituyen los principales soportes de crecimiento estable para cualquier economía que se precie, han mostrado un comportamiento peor de lo esperado, en línea con los temores que vienen mostrando reiteradamente los empresarios, y que también afloran en las intervenciones de los principales responsables del Banco Central Europeo (BCE).

La inversión privada se ha convertido, desde hace tiempo, en el quebradero de cabeza de la patronal CEOE, porque es el origen de la debilidad progresiva del motor económico, y su diagnóstico se aparta de las tesis convencionales sobre las causas del fenómeno. Según las conclusiones de la patronal, el hundimiento de la inversión se debe más a la incertidumbre y a la inestabilidad política del país que al encarecimiento de los costes de financiación como consecuencia de las subidas reiteradas de los tipos de interés. Esa incertidumbre e inestabilidad políticas se han intensificado desde que el país está dirigido por un Gobierno de coalición en minoría, en el que se deben pactar todas y cada una de las medidas con partidos en los que los enfoques sobre los asuntos económicos son dispares.

Tanto la organización empresarial como la institución que gobierna Pablo Hernández de Cos consideran que los buenos resultados macroeconómicos del cuarto trimestre del año pasado –cuando el PIB aumentó un inesperado 0,6%, casi el doble de lo previsto– se ven matizados si se pone el foco en  la composición del crecimiento, en la pérdida de dinamismo del empleo durante 2023, así como en el incremento de los costes laborales y la caída de la productividad.

Respecto a la composición del crecimiento, la inversión  empresarial disminuyó a finales del ejercicio un 4,8% en tasa trimestral, lo que representa un claro contraste con la marcha del consumo público, que se anotó una velocidad del 1,4%. Esta combinación de hechos evidencian que la debilidad de la inversión se ha convertido en un acontecimiento corriente en estos últimos años, siendo la única variable de la demanda interna  que no ha recuperado los niveles anteriores a la crisis de la pandemia. En concreto, la inversión en bienes de equipo ha disminuido un 9% desde 2019, el año anterior a la explosión del Covid, mientras que la caída de la inversión en construcción roza el 5%, según los cálculos de la patronal.

El Banco de España, por su parte, cree que el ritmo de actividad económica se ha frenado a lo largo del primer trimestre del año hasta el entorno del 0,4%, en relación con el 0,6% que el PIB aumentó inesperadamente entre octubre y diciembre de 2023, y que esto deja entrever los múltiples riesgos a la baja que asedian a la economía española.  La institución que dirige Hernández de Cos ha revisado ligeramente al alza –tres décimas– el crecimiento de la economía para el presente ejercicio, hasta el 1,9%, pero esta cota sigue siendo todavía inferior al 2% que maneja el Gobierno y al consenso de los principales centros de investigación representado en el célebre panel de Funcas, la fundación de las cajas de ahorros.

Pedro Sánchez y Giorgia Meloni
Pedro Sánchez y su homóloga italiana, Meloni.

Hasta la fecha, sólo el crecimiento de Italia y de España explica que la UE no haya entrado en recesión, dada la contribución positiva de ambos estados en los dos últimos trimestres de 2023. Pero si todos los países de la zona euro del norte y del centro no crecen o acusan un retroceso de la actividad, ¿qué explica este mayor dinamismo de los dos países más grandes y su aportación imprescindible para que Europa como un todo no esté en recesión?

En el caso de España no hay duda: el extraordinario crecimiento del consumo público. En lo que se refiere a Italia, ha sido la inversión en construcción la que ha impulsado al alza el PIB, a una velocidad parecida a la nuestra debido al rosario de estímulos fiscales aprobados para, entre otras cosas, mejorar la edificación de la mayoría de los inmuebles del país.

El problema es que el restablecimiento de las reglas fiscales de la UE –sólo pendientes de la aprobación del Parlamento europeo–, que estarán ya plenamente en vigor desde comienzos de 2025, constituyen un rotundo impedimento para continuar aumentando tanto el consumo público –en España– como para seguir fomentando fiscalmente la inversión en construcción en Italia, habida cuenta de su efecto demoledor sobre el volumen de déficit y el deterioro acelerado del presupuesto público. El corolario, en ambos casos, es que el ritmo del PIB se desacelerará inevitablemente.

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