Orange: “no se trata de fútbol sí o fútbol no, sino de ofrecerlo a un precio razonable”

La operadora francesa Orange afirma a OKDIARIO que, mientras su objetivo es ofrecer el mejor contenido a sus clientes, éste se debe negociar a un precio razonable. Por ende la operadora naranja insiste en que “no se trata de fútbol sí o fútbol no, sino de ofrecerlo a un precio razonable”.

El director de marketing de Orange, Samuel Muñoz, pone como precedente lo ocurrido en la subasta en Reino Unido por los derechos de la Premier. En esta última puja se ha pagado un 13% menos por la competición británica, cuando en la anterior subasta se pagó un 70% más.

En la batalla por los derechos de la Champions League continúan inmersos tanto Telefónica como Orange. El pasado 10 de abril, Vodafone anunciaba su retirada de la subasta. La operadora británica aseguraba a este periódico que “no nos encajan las condiciones”. Una noticia que no sorprendió a muchos. Y es que en el pasado Barcelona Mobile World Congress, el CEO de Vodafone, Antonio Coimbra, dejó entre que con el fútbol, “las cuentas no salían”.

Coimbra razonaba que “si dejo de tener fútbol, y todos los clientes se van, en el peor de los escenarios se perderían 192 millones al año, cuando los costes superan los 200 millones anuales. Aún así, en un escenario tan malo y extremo, no salen las cuentas”. Pese a ello, desde un principio, las tres grandes ‘telecos’ han sido muy críticas con el modelo en el que se distribuyen los contenidos del fútbol.

Mediapro posee los derechos

Mediapro posee los derechos de todas las competiciones: Champions League, la Liga, la Copa del Rey y la Europa League. Aunque puntualmente se vendan paquetes con partidos a otras cadenas de televisión, (como ocurre en el caso de la Copa del Rey y Mediaset) quien tiene los derechos es Mediapro. Unos derechos donde se determina tanto el precio como el tiempo de usufructo.

El conflicto con las operadoras surge con la distribución de los contenidos del fútbol. La empresa de Jaume Roures establece unos precios desorbitados para las operadoras y éstas se ven obligadas a comprar sabedoras de que no van a recuperar el dinero invertido.