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No compres estas marcas de queso en lonchas en el supermercado: el aviso de la OCU

Conoce el estudio que ha hecho la OCU, sobre el queso en lonchas

Muchos son los quesos que podemos encontrar en los supermercados españoles (más de 150 variedades), que además se pueden comer o incluso cocinar de muchas maneras distintas. En el caso del queso en lonchas, uno de los más populares, solemos usarlo para hacernos bocadillos o también para ensaladas o fundido. Sin embargo, la comodidad de consumo que tiene este tipo de queso, no siempre viene acompañada de la mejor calidad, o al menos así ha querido resaltarlo la OCU que en un reciente informe ha develado las peores marcas de queso en lonchas del supermercado.

De hecho, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha lanzado una advertencia clara: no todos los productos en lonchas que compramos como si fueran queso lo son realmente. De este modo, resulta importante fijarse bien en el etiquetado ya que, si no se presta atención al etiquetado, es posible que estemos comprando un ultraprocesado repleto de aditivos, grasas vegetales o almidones, en lugar de un verdadero queso. Algunas marcas juegan con el lenguaje y las apariencias para colar productos que poco tienen que ver con lo que creemos estar comiendo, por lo que es esencial también conocer cuáles son esas marcas tal y como ha desvelado la OCU.

Cómo elegir un buen queso en lonchas

La OCU y numerosos expertos en nutrición lo han dejado claro: debemos aprender a leer las etiquetas y a distinguir entre un queso auténtico y uno que simplemente parece serlo. Porque sí, en muchos supermercados se venden lonchas que ni siquiera llevan la palabra queso en el envase. Y si no lo dice, probablemente no lo sea. Entonces ¿qué debemos mirar exactamente en el envase?

Lo primero que debe hacer cualquiera que se detenga ante una bandeja de queso en lonchas es comprobar que, efectivamente, ese producto sea queso. Puede parecer obvio, pero no lo es tanto. Algunas marcas presentan sus productos como especial para gratinar, lonchas sabor mozzarella o fundido tipo cheddar, sin mencionar en ningún momento que contengan queso real. Y eso, según la OCU y los expertos, debería ponernos en alerta de inmediato.

Un auténtico queso sólo necesita unos pocos ingredientes: leche pasteurizada, cuajo, fermentos lácticos y sal. Puede tener también cloruro cálcico y lisozima como conservantes naturales, pero nada más. Si la lista de ingredientes incluye aceites vegetales, almidón, colorantes o potenciadores del sabor, estamos ante un ultraprocesado que se aleja mucho del queso original. Y cuanto más larga sea esa lista, más deberíamos sospechar.

La clave está en la sencillez: pocos ingredientes y claros. En cuanto veamos términos como preparado lácteo o alimento para gratinar, deberíamos descartarlo. Esos productos suelen ser más baratos, sí, pero también menos nutritivos, más grasos y con una peor calidad general. No es casualidad que sean los que peor parados salen en los análisis de la OCU.

Las marcas peor valoradas por la OCU

La Organización de Consumidores y Usuarios ha analizado recientemente varias marcas de queso en lonchas vendidas en supermercados y ha emitido una advertencia clara: hay productos que, directamente, no deberían formar parte de una dieta saludable. Entre los peor valorados se encuentran aquellos que no pueden ni siquiera llamarse queso por su composición.

Aunque no se ha publicado un listado completo de nombres concretos en todos los medios, se sabe que muchas marcas blancas y algunos productos de primeras marcas han sido señalados por su bajo contenido en queso real y la presencia de ingredientes añadidos que abaratan el producto pero empeoran su perfil nutricional. La OCU destaca especialmente los productos tipo fundido o para gratinar, que a menudo contienen más grasa vegetal que láctea y cuya textura, más plástica que cremosa, ya da pistas sobre su composición.

Estos quesos falsos suelen presentarse como una opción infantil, atractiva para bocadillos rápidos o cenas improvisadas, lo que hace aún más importante revisar su calidad. En niños, el consumo habitual de estos productos puede suponer un exceso de grasas malas, aditivos y sal. Así que mejor prevenir: si no pone «queso» y no lleva los ingredientes básicos, es mejor dejarlo en la estantería.

Qué tipos de queso son más saludables y por qué los frescos ganan

Los expertos coinciden en que el queso, bien elegido, puede ser parte habitual de una dieta equilibrada. Aporta proteínas, grasas saludables, calcio y vitaminas esenciales. Sin embargo, la calidad varía mucho según el tipo. En general, los quesos frescos como la mozzarella auténtica, el queso de Burgos o el requesón suelen tener menos grasa y sal que los curados.

Cuanto más curado es un queso, más concentración de grasa y sal contiene. Por eso, aunque los quesos curados como el manchego o el parmesano tengan un sabor delicioso, es mejor consumirlos con moderación. En cambio, los quesos frescos, por tener más agua en su composición, aportan menos calorías por ración y pueden comerse incluso a diario si no hay problemas médicos específicos.

Además, al tratarse de quesos menos procesados y más naturales, suelen tener una lista de ingredientes más limpia. Eso los convierte en una opción preferente no solo para adultos que cuidan su salud, sino también para niños y personas mayores con necesidades nutricionales más controladas.

¿Cuánto queso deberíamos tomar al día?

No existe una cantidad única recomendada para todos, pero sí hay orientaciones generales que pueden ayudarnos a saber si estamos comiendo demasiado queso… o muy poco. Según los nutricionistas, los quesos frescos pueden consumirse a diario, en porciones de entre 80 y 100 gramos. Son ligeros, saciantes y con una buena proporción de proteínas y calcio.

En cambio, los quesos curados deben tomarse con más moderación. Una ración adecuada serían unos 30 o 40 gramos, tres o cuatro veces por semana. Esto se debe a que su mayor concentración de grasa saturada y sal puede desequilibrar una dieta si se consumen en exceso, especialmente en personas con hipertensión, colesterol o enfermedades cardiovasculares.

Lo importante es no demonizar el queso, sino aprender a elegir bien y a adaptarlo a nuestro estilo de vida y necesidades. Y, sobre todo, dejar de pensar que todo lo que viene en lonchas es automáticamente un alimento saludable.