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Los mayores costes y la regulación reducen las salidas a Bolsa en España frente a otros países

Ibex 35
Fachada de la Bolsa de Madrid.

No solo la volatilidad y la guerra de Ucrania disuaden a las empresas a la hora de salir a Bolsa en España, donde desde hace años apenas se registran operaciones relevantes. Fuentes del mercado aseguran que los mayores costes que suponen este tipo de transacciones frente a otros países y los trámites regulatorios están también detrás de esta menor afluencia de compañías al parqué, lo que las impulsa más a negociar con firmas de capital riesgo para venderles una participación y captar así los fondos que buscan en un proceso más fácil.

La sensación es que es necesario destinar muchos recursos en contratación y, por tanto, se trata de un procedimiento caro. «Los bancos tienen comisiones elevadas, hay que pagar a abogados, auditores…», señalan. «Entra mucha gente. Es la fiesta del asesor», indican otras fuentes del mercado.

La consecuencia es que las minutas inflan el presupuesto y la operación no es tan atractiva. «Si uno va a levantar 20 o 30 millones y se va a dejar 1,5 millones en asesores, no le interesa», afirman. De ahí que en ocasiones opten por utilizar el mercado de renta fija, alternativas más económicas, en definitiva.

En lo que va de 2022, solo han debutado en Bolsa en España dos compañías, Enerside Energy y Vytrus Biotech, y en el BME Growth, el mercado de las pymes. Ninguna en el Continuo. Una sequía en toda regla. Las causas a las que se suele achacar esta apatía son la incertidumbre económica en un contexto de tensiones geopolíticas con la guerra de Ucrania y la perspectiva de subidas de tipos de interés. Y, previamente, la pandemia, por supuesto. Pero si se echa la vista más atrás apenas ha habido salidas a Bolsa de calado desde 2015, cuando se estrenaron Aena y Cellnex -con las de Acciona Energía y Línea Directa por el camino-.

Es de justicia decir que el BME Growth sí ha atraído compañías en los últimos años -lo que ha maquillado la estadística-, aunque sean de un tamaño más reducido, pero también muchas de ellas han sido socimis y por una razón muy clara: estas sociedades inmobiliarias necesitan cotizar en un mercado regulado para tributar al 0% por el Impuesto de Sociedades, es decir, que lo han hecho por una pura ventaja fiscal. «Ha habido una fiebre de las socimis que falsea un poco el mercado», constatan las mismas fuentes.

Pero, en resumen, en España se han contabilizado menos operaciones que en otros países europeos y, en términos de grandes salidas a Bolsa, «no se mueve ni el aire», indican.

El escollo de la valoración

Además de existir un motivo cultural, por el que aún se considera que ese proceso está reservado a las empresas con una dimensión considerable, está la incertidumbre en la valoración que se va a alcanzar ante los episodios de volatilidad que vive el mercado regularmente. «Nunca hay una situación perfecta para salir a Bolsa», subrayan las fuentes consultadas por este diario. Eso crea tensiones en la negociación con los inversores, ya que los propietarios de las empresas, cuyo negocio les ha costado años levantar, se ven en una posición débil si las circunstancias del mercado no acompañan y la operación se retrasa.

«El plazo desde que te pones con la operación hasta que sales suele ser de seis meses, pero puede suceder que esta no salga si las condiciones del mercado no son oportunas», apuntan.

En esos casos, las compañías o bien aparcan los planes de salir a cotizar o directamente deciden vender una participación del negocio a fondos, lo que resta incertidumbre en la operación pero también puede suponer injerencias en la gestión por parte del nuevo accionista.

«Las compañías entienden mejor los estándares de negociación que los folletos de la salida a Bolsa, los roadshows con inversores… Es un proceso que a la compañía le es desconocido y le asusta un poco más», explican las mismas fuentes. Asimismo, desde el momento del debut bursátil, aparte de al recibimiento -del signo que sea- entre los inversores, tienen que estar sujetos a las opiniones de los analistas, lo que influirá sobre la cotización.

Y el marco regulatorio tampoco entusiasma. «La CNMV ha llegado a tal punto de exigencia que los propios emisores prefieren sacar dinero buscando a los private equity al que le venden el 50%, sacan la misma caja, y tienen muchas menos obligaciones de informar al supervisor», observan otras fuentes del mercado.

Mientras que en Estados Unidos la liquidez pasa por las SPAC (Compañía con Propósito Especial de Adquisición) -vehículos de inversión cuyo objetivo es levantar capital a través de una salida a Bolsa, que  están diseñados para hacer operaciones de fusión y adquisición-, en España se encuentra en los fondos y los family offices y eso hace que no se acuda al mercado a salir a Bolsa.

Así pues, si bien es cierto que, actualmente, el entorno bursátil no acompaña, tal y como reflejan los últimos datos de Dealogic, según los cuales las salidas a Bolsa en Estados Unidos y Europa han caído un 90% en los primeros cinco meses del año debido a la alta inflación y a la invasión de Ucrania, el caso concreto de España revela un problema crónico en este tipo de operaciones en los últimos años que debería abordarse por todos los actores implicados.

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