España afrontará lo peor de la crisis del coronavirus con un desempleo estructural del 14%
Francisco Coll Morales es economista y coordinador del servicio de estudios de Fundación Civismo
El mercado laboral registra récords semana tras semana. Hitos entre los que cabe destacar la gran caída que ha vivido el empleo durante el segundo trimestre del año, pese a la reincorporación -aunque lenta- de algunos de los trabajadores inmersos en los ERTE.
En una economía que supedita el 25% de su PIB al turismo, contando la contribución directa e indirecta de los servicios auxiliares, lo habitual sería que en unas fechas en las que da comienzo la temporada estival el desempleo se redujera, sobre todo teniendo en cuenta la contribución de dicho sector al empleo (14,7%). Sin embargo, la pandemia ha acabado con toda la esperanza de un sector turístico que, con una temporalidad del 32% y unas pérdidas previstas que equivalen a los 92.000 millones de euros -de acuerdo con datos la patronal Hosteltur-, prevé reducir notablemente la contratación para la presente temporada.
De acuerdo con los datos que ofrece el Servicio Público de Empleo, el paro registrado en las oficinas del SEPE aumentó en 5.107 personas respecto al mes de mayo.
Decepciona ver cómo pasan los meses y que, a pesar del levantamiento de las medidas de distanciamiento social, la economía española sigue sin mostrar signos que permitan vislumbrar una recuperación en “V”.
Ante los datos que deja el mercado laboral para el mes finalizado, la recuperación en el empleo, en un escenario en el que el consumo se está viendo gravemente deteriorado, se vuelve cada vez más compleja. La reapertura prematura de los comercios, como decía el Banco de España, está provocando un mayor deterioro en unas empresas que se encuentran prácticamente descapitalizadas y sin recursos para seguir conteniendo el empleo, en un escenario en el que sus ingresos no logran volver a los niveles previos a la crisis.
Es por esta razón por la que no dejan de lanzarse solicitudes ambiciosas al Gobierno, como puede ser la extensión de los ERTE. En un escenario en el que la economía española ya venía cosechando, desde el año pasado, una ralentización en la creación de empleo, necesitamos medidas para contener la posible pérdida de capacidad productiva que, ante la incapacidad de seguir operando en un mercado notablemente debilitado y sustancialmente paralizado, podría cosechar el país.
Cabría destacar antes de acabar, también, el marco que propone el Gobierno en un momento como el actual. Un marco en el que, como ya ha anunciado el Gobierno de España, se prevé seguir ensanchando la carga fiscal a las empresas para recapitalizar unas cuentas públicas que, en línea con los pronósticos, quedan gravemente deterioradas.
Esta situación, sumada a esa reforma fiscal que prevé incrementar determinados impuestos, son algunas de las incógnitas que, por el momento, podrían tener tanto externalidades negativas como positivas en variables tan elementales como el ahorro, el consumo o la inversión.
Por tanto, es momento de adoptar medidas y contener la situación, pues, ante el elevado grado de incertidumbre, con un 14% de desempleo estructural y la contracción prevista para el año vigente, España no puede permitirse seguir destruyendo empleo.
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