Empleados de BBVA acusan a Prosegur de regalar a Corrochano un adosado en La Barrosa
Dos trabajadores de BBVA del área de Medios-Organización señalaron ante el Juez, mediante un escrito, que Prosegur habría regalado un adosado en La Barrosa al entonces jefe de seguridad del banco, Julio Corrochano. Y no sólo eso, sino que todo el sector lo comentaba.
Tal y como señalan estos trabajadores, Corrochano se fue ganando al ex presidente de BBVA, Francisco González (FG), con «tonterías personales», con lo que FG se fue sintiendo cada vez más «a gusto encargando asuntos delicados al madero -Corrochano-«.
El escrito de los empleados señala, además, que Francisco González no sabía nada de estos tejemanejes en un primer momento pero que, a medida que se fue enterando, tampoco hizo nada: «FG, que al inicio no sabía nada de la forma en cómo se gestionaba esto, luego ya sí fue absolutamente consciente de que ciertas informaciones que Corrochano le trasladaba, o que él le pedía a Corrochano, venían de escuchas, o de encargos a ‘misteriosos amigos del madero’ y de más que dudosa legalidad en la obtención. A cualquiera le hubiera ‘constado’ que aquello que pedía no era factible conseguirlo sin utilizar fuentes o medios ilegales para ello. Y FG no ha sido tonto nunca. Pero miró a otra parte».
Despidos por ir contra Corrochano
En el escrito, al que ha tenido acceso OKDIARIO, los trabajadores recuerdan que Corrochano «no desaprovechaba ninguna circunstancia para beneficiarse». «Cuando se negociaban grandes contratos con proveedores del sector, de equipamiento, vigilancia, mantenimientos, etc. (muchos millones de euros), él tenía que marcar la impronta y decir quien creía que tenía que ganar el concurso. César Bilbao nunca puso pegas, claro, otros sí. A esos, se los cargó», subrayan.
Y aquí es, precisamente, cuando aparece el presunto regalo de Prosegur a Corrochano: «Producto de esos enjuagues en las contrataciones hubo algún regalo que trascendió, después de una adjudicación de vigilancia: Corrochano era amigo de Prosegur y no de otros; en el sector se comentaba que Prosegur le había regalado un adosado en La Barrosa».
«Corrochano se cargó a esos colaboradores que pusieron la ética por encima de la carrera profesional»
Y es en este punto cuando los despidos por no ‘obedecer’ a Corrochano se empezaron a acentuar: «Cuando Villarejo empezó a querer ‘trabajar’ con el banco, a partir de 2004-2005, Corrochano quiso obligar a algunos de sus directivos de área, los que llevaban esos temas, a contratar a CENYT con una iguala millonaria… Total para vender ‘inteligencia empresarial’ como ellos decían. Los jefes de las unidades a los que le tocaba informar positivamente, no lo hicieron, porque aquello era infumable (más bien sabían o intuían que ofrecían cosas imposibles, o sea, ilegalidades). Y, repetimos, se cargó a esos colaboradores que pusieron la ética por encima de la carrera profesional».
«Pero lo más dramático de todo esto es que el Banco, así con mayúscula, nunca dijo ni media. Corrochano se fundió a un tal Luis Sancho (jefe de César Bilbao entonces) y nadie movió un dedo. Luego se cargó a un tal J. Ángel Serrano, porque no pasó por alto los excesos de gasto tonto y suntuario de algunos acólitos a la Dirección; luego se cargó a otro directivo, un tal Maroto, por negarse a dar contratos a los que él quería. Los demás, claro, estábamos acogotados. Si los que se oponían al fraude, aunque fueran jefes, eran destituidos y mandados a casa, cualquiera de movía. Clima de terror», concluyen los trabajadores de BBVA.