Economía
¡Es el mercado, amigo!

La complicadísima operación que está montando Sánchez para no vender Talgo a los húngaros

  • Eduardo Segovia
  • Corresponsal de banca y empresas. Doctor y Master en Información Económica. Pasó por El Confidencial y dirigió Bolsamanía. Autor de ‘De los Borbones a los Botines’.

Decía hace unas semanas András Tombor, la cara visible del consorcio húngaro Ganz Mavag, que esperaba que el Gobierno no tuviera consideraciones políticas a la hora de aprobar su OPA sobre Talgo. Animalito. Esta operación, que tiene todo el sentido industrial, que cuenta con el apoyo de los accionistas, los trabajadores y la banca acreedora, que pondría a Talgo entre los grandes fabricantes mundiales, no va a salir adelante por puro empecinamiento político de Pedro Sánchez.

Es su único argumento: “Son del país de Orbán. No podemos hacer negocios con ellos, porque son la ultraderecha, son lo mismo que Vox”, es lo que transmite el Ejecutivo. Y todo lo demás le importa un comino. De hecho, Óscar Puente -ejecutando las instrucciones de su amo- llegó a decir que había inversores rusos detrás de la oferta. El espantajo de Putin. Jaque mate.

András Tombor en su única comparecencia pública en España.

A Tombor le debería escamar que nadie del Gobierno le haya recibido en todos los meses desde que anunció en noviembre su intención de lanzar una OPA sobre Talgo. También es verdad que no ayuda que en el consorcio participe un fondo soberano (Corvinus) que controla el Gobierno de Orbán. Y, desde luego, ha cometido un grave error: no enterarse de cómo funcionan las cosas en España y, en consecuencia, no contratar desde el principio un despacho de lobby con relaciones con el Gobierno y una agencia de relaciones públicas. «Pensaba que lo importante eran los abogados y confiaba en que ellos se lo solucionarían todo. Y no», dice una fuente cercana.

La alternativa Skoda

Como Sánchez no estaba dispuesto desde el principio a autorizar la OPA húngara de ninguna manera, pidió a Criteria (el holding de La Caixa) que buscara una alternativa, dentro de la llamada «solución global», ese potaje donde se metía la salida de los fondos de Naturgy (fallida de momento) y el aumento de participación de Criteria en Telefónica.

Lo mejor era una contraopa, y como mal menor, que Criteria participara en la OPA húngara para asegurar la «españolidad» y que los húngaros no se liaban la manta a la cabeza y se cargaban Talgo. Pero tampoco convencía esta solución en Moncloa, de modo que han ido arrastrando los pies, sin promover un necesario encuentro Criteria-Ganz Mavag, y mientras tanto buscaban una alternativa. Hasta que la han encontrado: la checa Skoda.

Tranvía de Skoda.

El problema es que Skoda, como dijo el mismo Tombor, «era un jugador importante pero ahora tiene pérdidas y no es un candidato fuerte». Y, en efecto, este viernes confirmó que no va a lanzar una contraopa (no tiene capacidad), sino que propone una fusión. Algo que no es ilegal con una OPA lanzada porque lo tendría que aprobar la junta de Talgo, como se han apresurado a decir los checos. Pero vamos, que cuentan con que el Gobierno vete la oferta húngara y quedarse como única opción.

¿Cómo hacerlo?

Pero la operación que hay que hacer es complicadísima. Para empezar, sería una fusión inversa por la que Talgo absorbería Skoda mediante una ampliación de capital y seguiría cotizando en Madrid, porque Skoda Transportation (que es una empresa diferente a la marca de coches del grupo Volkswagen) no cotiza: es parte del conglomerado industrial, financiero e inmobiliario checo PPF, propiedad al 100% de la familia Kellner. Lo cual también plantea el problema de valorar algo que no cotiza para fijar la ecuación de canje con una empresa que sí está en Bolsa.

Pero más allá, hay dos problemas mucho más graves: uno, por qué iba a aprobar la operación la junta de Talgo, cuando sus accionistas no ganan nada y lo que quieren es vender en una OPA con dinero, en especial el fondo Trilantic; y dos, cómo justifica el Gobierno vetar una operación de un país de la UE y aprobar la de otro.

Isidro Fainé, presidente de CriteriaCaixa, con el consejero delegado, Angel Simón.

Para solucionar ambos, Sánchez necesita de nuevo a su paladín favorito: Criteria. El holding que preside Isidro Fainé -el hombre más poderoso de España, como siempre les decimos aquí- tendría que entrar en la operación para asegurar la «españolidad» y así poder justificar el OK a los checos y el KO a los húngaros.  Esa es la parte fácil.

Salida para Trilantic… y Criteria

La difícil es dar salida a los accionistas de Talgo. Para ello, Criteria tendría que comprometerse irrevocablemente a comprar después de la fusión el 40% de Trilantic, que está sindicado con las familias Oriol (la fundadora de Talgo) y Abelló. Y a comprárselo al precio de la OPA húngara, 5 euros por acción, para que aceptaran aprobar la fusión en la junta. Para lo cual, a su vez, Criteria tendría que tener una fórmula de salida de una parte de ese porcentaje.

Es decir, una operación complicadísima que puede fallar por un montón de sitios. Aunque el Gobierno pesa mucho en nuestro mundo empresarial, por desgracia, y, si se empeña, es posible que hasta salga adelante. La que seguro que no va a salir es la OPA húngara. Con el agravante de que fue el propio Gobierno el que les instó a lanzarla si querían ir de la mano con Talgo a concursos internacionales, como desveló OKDIARIO. De locos.