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Cereales, carne o aceite habían disparado sus precios hasta un 32% antes de la guerra de Ucrania

«La inflación es única responsabilidad de Putin». Con esta afirmación Pedro Sánchez se justificaba para no responsabilizase de los altos precios de alimentos, luz y gas que se vienen registrando durante el último año. Productos como el aceite, el pan, la carne o los cereales han sufrido un espectacular encarecimiento que en algunos casos ha alcanzado el 32%, antes del estallido de la guerra de Ucrania que previsiblemente aumentara aún más los precios de estos alimentos.

Según lo últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el último año el precio de la harina y otros cereales se ha disparado un 11,7%, encareciendo por consecuencia otros productos derivados como el pan, que se ha encarecido un 6,4% o la pasta que ha aumentado casi un 20%. Productos como el trigo o los maíz serán todavía más caros en los próximos meses tras la invasión de Ucrania, ya que el 30% de las importaciones de estos cereales proceden del territorio en guerra. Por su parte, la carne también ha experimentado un espectacular incremento: la carne de vacuno ha subido un 6,4%, la de oveja un 9,5% y el pollo se ha incrementado un 6,2%.

Pero sin duda, el gran protagonista de las subidas de precios de los alimentos durante el último año ha sido el aceite. El aceite de girasol, que ya comienza a escasear en las estanterías de los supermercados como consecuencia del conflicto, se ha disparado un 32,2% desde febrero del año pasado. Un subida de precios que también ha experimentado el aceite de oliva, que se ha encarecido más de un 30%. Una espiral alcista que acaba de empezar.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) alertaba este viernes de que los precios internacionales de alimentos y piensos podrían subir hasta un 20% como resultado del conflicto en Ucrania, lo que desencadenaría un salto en la desnutrición mundial. Asimismo, la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) alertaba de que no estaba claro si Ucrania podría cosechar cultivos si la guerra se prolongaba, mientras que la incertidumbre también rodeaba las perspectivas de las exportaciones rusas el próximo año.

El índice de precios de los alimentos de la FAO alcanzó un máximo histórico en febrero y parece seguro que subirá aún más en los próximos meses a medida que las consecuencias de la guerra repercutan en todo el mundo. «Lo preocupante es que la brecha de suministro global resultante podría hacer subir los precios internacionales de alimentos y piensos entre un 8% y un 22% por encima de sus niveles ya elevados», dijo.

Una situación que afecta de lleno a España, ya que cerca del 30% del maíz que importa procede de este a país. Y las alternativas no dan para ser optimistas. Entre los principales mercados exportadores que podrían ocupar la producción de Ucrania se encuentran Estados Unidos y Argentina, que han elevado sus precios del maíz y del trigo hasta un 25%. Además, importar desde alguno de estos países tiene un riesgo añadido: las trabas burocráticas. Y es que, Estados Unidos o Brasil utilizan métodos no homologados por la Comisión Europea para la fabricación de estos productos transgénicos, incumpliendo así la normativa comunitaria. Para no incurrir en sanciones por parte de Bruselas y que puedan ser mercados exportadores alternativos a Ucrania, habría que flexibilizar las directrices europeas, algo que puede ocurrir ante una situación de emergencia como la que acontece, pero que desde luego requiere de tiempo.

Otros países que cuentan con stocks que podrían servir a España para aumentar sus reservas -ya que en estos momentos nuestro país sólo tiene provisiones para menos de un mes- comenzando a cerrar sus mercados de exportaciones para aumentar sus reservas y no verse afectados por la volatilidad de los precios, como es el caso de IndonesiaSerbia, Bulgaria o la propia Ucrania. La última opción para España es aumentar sus cosechas propias. Sin embargo, la guerra de Ucrania también está poniendo en peligro las perspectivas de cosechas, ya que los precios de los fertilizantes se disparan y los suministros se reducen en respuesta a un fuerte aumento en el costo del gas natural, un componente clave en el proceso de fabricación de muchos productos.