BCE: ¿susto o muerte?
¿Cuánto pagarías por evitar otra Gran Depresión?
Evergrande; ¡la era de los excesos!
¡La burbuja de la inmoralidad!
El poder es una cosa curiosa. Quien lo tiene cree que durará para siempre, como el enamoramiento en unos recién casados. Al poder le gusta creer que es eterno e irrompible, pero la verdad es que siempre hay alguien, en algún lugar, planeando alzarse contra él. Mientras tanto, la muchedumbre del pueblo alborotado nunca se sabe templar; o temen o espantan, y proceden en sus cosas desapoderadamente. Ya saben, todos los gobiernos mueren por la exageración de su principio. Y todo exceso, dura poco. ¿En mi opinión? Debería darnos miedo esa capacidad de los mentirosos para arrastrarnos al fango.
El estudio del dinero, por encima de otros campos económicos, es el tema en el cual la complejidad se utiliza para disfrazar la verdad o para evadirla, en vez de revelarla. Y no puedo negar que vivimos inmersos en una intensa complejidad para con Mr. Market, y que a nadie se le escapa que una de las principales virtudes de los extensos programas monetarios de flexibilización cuantitativa, ha contribuido a exagerar sobremanera la potencia del proceso especulativo en la tendencia primaria de todo mercado sometido al capital, sea éste cotizado o no.
Esta situación, en mi opinión, ha degenerado en la ilusa, absurda y peligrosa creencia de que todo vale cuando de invertir se trata, puesto que la cantidad ilimitada que los bancos centrales han inyectado en los mercados ha tenido un impacto pero que muy directo sobre las diferentes tendencias de activos cotizados del mundo.
Según Ms. Lagarde, el incremento en los precios de la energía así como la recuperación de la demanda en plena crisis de suministros, están prolongando la presión sobre los precios y, a medio plazo, son dos de los factores de riesgo para el ritmo que la recuperación económica venía marcando hasta el momento. ¿En cristiano? Las causas que afectan a la inflación suponen en sí mismas una gran paradoja, puesto que la subida actual de los precios afectará en el ritmo de crecimiento en sí mismo derivando en la tan temida estanflación. Bajo este panorama, no es de extrañar que se llegue a la conclusión de que ser permisivos con esta inflación es lo correcto, y que ella sea en sí misma su harakiri de autodestrucción.
Maquiavélico, ¿verdad? La inflación morirá en el momento que afecte a la demanda, y no esperando que el abastecimiento en la cadena de suministros se solucione con un incremento en la oferta, algo que requiere de mucha ¡pero mucha! inversión y principalmente, de más tiempo.
Sin embargo, si como les expongo esta situación pesa sobre la economía real, lo cierto es que el BCE advirtió de un posible riesgo sistémico sobre el ingente crecimiento de la industria de los fondos de inversión, que se ha triplicado en 8 años, pasando de los 5 a los 16 billones de euros, vamos ¡una auténtica barbaridad! Y es aquí donde debemos prestar especial atención, puesto que este dato nos explica muchas de las realidades que vivimos en nuestra sociedad actual.
Tradicionalmente los bancos centrales se han erigido como banqueros de bancos y Estados, utilizando diferentes instrumentos financieros para facilitar el crecimiento de la M3 mediante el crédito a los diferentes agentes económicos a través de los Bancos privados. No obstante, en la actualidad existen dos factores elementales que han alterado el funcionamiento de la financiación en nuestra economía: por un lado los bajos tipos de interés han afectado el margen tradicional de la banca, que como sabemos consiste en captar depósitos a cambio de un tipo de interés y conceder un préstamo a cambio de un margen sobre los depósitos. Los tipos negativos han desincentivando a los queridísimos bancos, que se han apresurado a comercializar productos con margen, como por ejemplo fondos de inversión, pudiendo de esta manera gestionar los recursos de los clientes fuera de su balance mediante el cobro de un fee en forma de comisión de gestión, que da más visibilidad a su cuenta de resultados.
Digamos que se ha pasado de asumir un riesgo pidiendo prestado al BCE y a los depositantes, a simplemente gestionar el dinero de los inversores a través de una IIC. Este hecho, ha facilitado que las compañías se puedan financiar a tipos especialmente atractivos mediante la emisión de bonos, algo que facilita en contraposición a la forma tradicional de préstamo bancario, puesto que precisa de menos supervisión y de menos exigencias. Por otro lado, las propias gestoras de fondos de inversión han tenido la necesidad de ampliar su espectro de inversión, asumiendo un riesgo corporativo exagerado, al calor de creer que las compras del BCE lo sujetarán todo. Y claro, como las primas de riesgos se compensan con el esfuerzo de los Bancos centrales dejando condiciones de financiación razonables para los Estados, se facilita de algún modo el equilibrio en un mundo que ¡No premia ni la meritocracia, ni el esfuerzo! Buen legado estamos dejando señores…
Paradoja peligrosa
Créanme cuando les digo que esta enorme paradoja es muy peligrosa, ya que como vimos en el crash de la covid-19, esta ingente cantidad de efectivo es un megaterremoto en potencia sobre los mercados financieros globales, puesto que una salida masiva de los inversores podría provocar una grandísima volatilidad en los mercados secundarios de renta fija, incrementando las condiciones de financiación y alterando el equilibrio en el ecosistema financiero, algo que por supuesto el BCE ya se ha apresurado no solamente en dar cuenta de ello, sino también de dejarnos caer que una buena regulación podría ser necesaria. ¡Tienen mucha tela!
Así que en mi opinión queridos lectores, más que regular… lo que debería hacer el maravilloso BCE es entender que la libertad consiste en dejar hacer, y que su continuada intervención en los mercados cotizados no es más que un expuesto caldo de cultivo para ineficiencias severas en el futuro. Y ya verán que por supuesto, será el propio Estado el encargado de culpar a los malvados especuladores, más si cabe cuando empezamos a darnos cuenta de que el mayor especulador de toda la historia de los mercados es papá Estado a través de la gran manipulación que las bolsas viven desde 2009, y de que en algún momento se tendrá que depurar ¡les guste o no!
En este sentido, tal vez si en lugar de buscar regulación empezaran por desregular, quitando la penalización sobre la facilidad de depósito, serían los propios bancos incentivados los que ofrecerían depósitos a sus clientes, derivando así en una transición suave para con las condiciones de financiación y en un soft landing para con las cotizaciones de unos mercados secundarios de deuda, que en algún momento de los próximos años darán de que hablar, y obviamente ahí estaremos. Dicho todo lo cual, Sra. Lagarde ¿qué le parece si la retamos a cambiar su debate sobre la inflación para hablarnos de simplificar el riesgo sistémico a través del mayor activo del ser humano? Se llama incentivo, se llama nadie puede parar a quien sabe a dónde quiere llegar.
Gisela Turazzini, Blackbird Bank Founder CEO
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